ᴩꜱyᴄʜᴏ ꜱᴛᴇᴠᴇɴ •°ˢᵗᵉᵛᵉⁿ ʸ ᵀᵘ°•

Cap.4

???:_Steven... Steven... Steven..._

El pelinegro abrió sus ojos lentamente, a su derecha estaba una niña de piel morena con un afro, que lo veía atenta, a su lado había dos niñas más.

Una niña heterocromana de hermoso cabello castaño claro y un ojo de color miel, mientras que el otro era de un verde jade.

Y otra niña de piel blanquecina, un parche en un ojo y cabello lacio con reflejos azules.

Steven:_¿Quienes son ustedes?..._

Parpadeo varias veces hasta que vió lo que su mente necesitaba ver.

Zafiro, Rubí, y aquella extraña perla.

_Creo que se le resbaló el coco._

Rubí le dirigió una mirada fulminante, pero dejó de darle atención cuando Steven quería levantarse, extendió sus manos para ayudarlo el cual el chico las tomó para después ponerse de pie. Se encontraba en una gran cama, en un cuarto enteramente de diferentes tipos de rosado. 

Por un segundo, su visión se distorsionó, dejando ver un cuarto blanco con con aquellas extrañas que vió apenas despertó, se asustó y soltó un grito, sosteniéndose de la cabeza cerraba sus ojos con fuerza, su cabeza resonaba golpes de un martillo contra la pared, y sentía esos golpes en la cabecilla, temió volver a caer desmayado. Pero vió a su mamá, parecía una ilusión demasiado real para su gusto, las lágrimas no tardaron en salir, pero por alguna extraña razón, cuando parpadeo, la imagen de su madre se distorsionó hasta ser, solo un cuerpo en descomposición, y de ahí, a ser solo un par de huesos.

Esas escenas pasaron tan rápido para el pequeño Steven.

Que comenzó a gritar de la agonía y el martirio que estaba pasando frente a sus ojos.

Necesitaba a su mamá, pero, ella no volvería.

Nunca.

Steven quería aceptarlo, pero se había perdido en un universo donde su madre siempre estaba con él, de alguna u otra forma.

Sintió como lo tomaban de sus regordete brazos a la fuerza, el forcejeo no se hizo esperar por su parte, quería estar con su madre, aunque supiera, que solo era una ilusión de algo horripilante, como es ver solo ya los huesos putridos de tu madre. Porque era su madre, y nunca le dieron la oportunidad de despedirse, por última vez.

La realidad le llegó muy de repente al pobre Steven.

Escuchaba las infantiles y burlona risas de cierta niña de piel morena, aquella niña quien solía siempre molestarle cuando intentaba ser su amigo.

Sus ojos pasaron imágenes de la realidad de sus cosas, su gato pintado, el guante de látex amarillo de la playa.

¿Había sido todo, una ilusión?
,
Había vivido en una mentira alimentada por sus madrastras, quienes lo alejaron de su pasado apenas pudieron, sin darle tiempo a aceptar su vida, adaptando una nueva, donde era feliz con su propia ignorancia.

Era mucho para el pequeño Steven.

Su cabeza daba vueltas, veía a la una niña riéndose frenéticamente de él, dos niñas preocupadas gritando su nombre y siendo retenidas por una mujer adulta, y otras dos mujeres más jóvenes a su lado, un hombre quien le mandaba a dos mujeres de blanca vestimenta a que lo acostaran sobre la camilla, él no quería acostarse, tenía miedo, quería a su madre, lo gritaba, pataleaba, intentaba zafarse sin éxito, hasta que sintió cansancio luego de un pinchazo.

Las gemas estaban llorando en ma esquina junto a la perla sin color, quien solo sonreía mirándolo a él, sin ningún sentimiento.

Le causó disgusto, pero no aguanto mucho más estar con sus ojos abiertos, que decidió resignarse y descansar.

Ya vería como salir de aquel lugar cuando tuviera la mente en calma.

O eso pensaba.