Festival de los cerezos.

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Miraba del reloj a la puerta y de la puerta al reloj. Todavía eran las nueve y tenía un tic en la pierna derecha que, si seguía así, iba a encontrar petroleo bajo tierra. 

Por algún motivo se sentía nervioso, nervioso y confundido, ya que su regreso a Konoha no fue como se lo estuvo imaginando tantos años. Él se había imaginado a una pelirosa en la entrada de la Hoja, con una gran sonrisa y una cesta entera de tomates, dándole una cálida bienvenida. Lo único que se cumplió fue que se encontró a Sakura, nada mas. 

Suspiró de nuevo, ya era la milésima vez que lo hacía y no habían ni pasado veinticuatro horas de su llegada. Movió su cabeza para alejar esos pensamientos. Por favor, el mismo sabía que Sakura se estaba haciendo la fuerte y deseaba lanzarse a sus brazos. O no... Algo había cambiado en ella, en cierta manera le gustaba que su lado fangirl por él se haya ido, dando paso a un amor verdadero, lo único que le molestaba es que no la hacía sentir como cuando tenía doce años, y eso le estaba taladrando la cabeza. 

Nueve y media. 

—Por fin. —se levantó de su asiento y se dio un vistazo en aquel espejo de cuerpo entero que había en la entrada de la mansión Uchiha. Vio lo que podía ya que estaba cubierto de grandes masas de polvo y con una sonrisa de suficiencia abrió la puerta. 

Salió de su casa a grandes zancadas. El distrito Uchiha quedaba un poco alejado de donde se iba a hacer el festival. Caminaba tranquilamente por las calles -las mas alejadas- hasta escuchar los tambores de fondo y ver como luces de diferentes colores volaban al rededor de aquella plaza. 

Puestos de ramen, puestos de tirar al blanco, de peluches, de pescar al pez, todo eso estaba alrededor de aquella concentración, y quizás se extendían un poco mas aquellas tiendas que no habían llegado antes hacia la entrada de la Hoja. 

—¡Teme! — grito Naruto desde uno de los puestos de ramen. — Ven y prueba esta nueva combinación, te va a encan- — no pudo acabar la frase, la cara se le puso morada y se cogía el cuelo con ambas manos, haciendo movimientos estúpidos. 

—Mira que eres tonto. — lo regañaba una pelirosa a su lado. No se había dado cuenta de su presencia. Llevaba puesto un kimono rosa salmón con flores de un color magenta estampadas por toda la tela. El pelo lo tenía recogido en un medio moño. 

—Joder, esta perfecta. — susurró el Uchiha acercándose a ellos. Inclinó la cabeza hacia Hinata y ésta la devolvió el saludo. — Hola, Sakura. — susurró su nombre con voz ronca. Mierda, ¿por qué hizo eso? En el momento en que salieron aquellas palabras ambos cogieron un color rojizo. 

—Hola, Sasuke-kun. — y sonrió. Aquella sonrisa tan perfecta que solo le dedicaba a él. Si pudiera se la arrancaría y la enmarcaría, poniéndola como una de las maravillas mundiales, pero eso sería muy sangriento, ¿no? 

Naruto, ya recuperado, miraba la guerra de miradas que se estaban lanzando sus dos amigos. Sabía que el pelinegro no iba a dar el primer paso y Sakura dejó de ser aquella obsesionada por Sasuke, así que necesitarían un empujón. Sonrió malvadamente. 

—¿En que estas pensando, Naruto-kun? — se giró hacia Hinata, le cogió de la muñeca y le guiñó un ojo. 

—¡Que dolor! — gritó el rubio tocándose la tripa con la mano sobrante. — Tenemos que ir urgentemente al hospital, creo que no me ha sentado bien experimentar con cosas nuevas. — Y sin nada mas que decir, arrastró a su novia, perdiéndose entre las alborotadas calles. 

Imbécil. — pensó Sasuke, captando de inmediato las intenciones que tenía el rubio. 

—¿Sasuke-kun? — le llamó la pelirosa. Si lo volvía a llamar de aquella manera, juraba que la llevaría a un rincón y no precisamente para hablar de mariposas. — Si no quieres estar conmigo lo entenderé... — empezó a hablar, agachó la mirada hacia las sandalias. — Sé que debes de estar cansado ya que has llegado de tu misión y no te quiero molest- 

Preguntas sin respuesta [SasuSaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora