Lo que se puede hacer con dos brazos.

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Casi eran las doce de la mañana y una mata de pelos rosas todavía estaban esparcidas por la almohada. Tenía toda una cama de matrimonio para ella y sentía que se le quedaba pequeña. Una pierna le colgaba de un lado de la cama y la otra estaba estirada al lado opuesto. Ambos brazos los tenía escondidos bajo su cabeza, y con su cuerpo boca abajo en mitad de la cama era casi imposible que otra persona hubiera dormido con ella.

Sasuke se había levantado con la mitad de su cuerpo dormido ya que una ojiverde había apoyado todo su peso en él. No le molestó, en absoluto, pero la casa estaba suficientemente caliente como para soportar el calor humano de otra persona. Así que logrando zafarse del agarre de su pareja, buscó un pantalón, encontrándose en su búsqueda la ropa interior de su novia y varias maletas desperdigadas. Suspiró sonoramente acordándose del trabajo que aún les quedaba por hacer. Le echo una última mirada a Sakura y bajo a la cocina, si a eso se le podía llamar así...

Una vuelta. Dos vueltas, tres. Intentaba buscar la pose adecuada para que los rayos de sol no le molestasen, en su búsqueda, palpó el lado donde tendría que estar Sasuke, encontrándose con nada. Confundida, levantó la cabeza y lo busco por la habitación. ¿Lo de anoche había sido un sueño? Levantó un poco las sabanas y ni una prenda de ropa tenía encima. No, no había sido un sueño, aún tenía parte del estomago pegajoso por el tomate de la noche anterior.

—Por fin... — susurró para si misma agarrando las sabanas fuertemente. —Sasuke-kun y yo... — miró el desastre de cama y todos los tonos de rojo se asomaron en sus mejillas. Escondió su cabeza entre la tela que cubría la cama y empezó a rodar como si fuera una croqueta. Decía incoherencias mientras reía como una loca.

Sasuke había acabado de preparar el desayuno, cereales con leche, era lo único que tenía en casa y lo mas fácil de hacer con una sola mano. Con ayuda de una bandeja, puso los dos boles encima y camino de nuevo hacía la habitación, dejó la comida apoyada en una mesita del pasillo y se dispuso a abrir la puerta.

Sakura rodando, riendo como loca. Sasuke en el marco de la puerta observando todo esto con cara de poker face. La pelirosa dándose cuenta de su presencia y quedándose como un vegetal mirando fijamente al pelinegro. Finalmente, el Uchiha cerró la puerta como si nada hubiera pasado y bajo de nuevo al comedor con la bandeja en mano.

—No puede ser... — pensó la Haruno observando aún el lugar donde había estado su novio. — Ahora pensará que estoy loca... — intentó levantarse, pero una de las piernas había quedado enroscada en la sabana y del impulso al levantarse cayó con fuerza al suelo. — Soy una loca, psicópata y torpe. — Lloriqueó. —¿Ahora como se supone que le voy a mirar a la cara? Que vergüenza. — se llevó ambas manos a cada mejilla esperando a que el calor le bajará un poco.

—Sakura... — tocó varias veces la puerta. — Baja a desayunar... — y con este ultimo mandado, se oyeron sus pasos perderse por el pasillo.

Estaba borde. Sabía que estaba enfadado. Se lo olía, lo notaba. Era el primer día de convivencia y nada mas empezar iban a tener una crisis de pareja, y todo por su estupidez de niña pequeña. ¿Que clase de adulto eres? No voy a salir con una mujer de mentalidad infantil. Y esas y miles de reproches mas salían de la boca de un Sasuke imaginario.

Se vistió con la misma ropa de ayer, las manos le temblaban y los ojos estaban cristalinos. Ella sabía que era una cría, pero esta personalidad de mujer mayor en casos de emergencia con una niña en casos de ocio quizás no iban para nada con el estilo de mujer del Uchiha. Con la cabeza gacha y titubeante, bajo al piso de abajo siendo recibida por el portador del sharingan, quién le esperaba al comienzo de las escaleras.

—¿Qué te pasa? — le preguntó al ver su cara mas pálida de lo normal. Ella no contestó y siguió caminando hasta sentarse en una de las sillas en medio de la cocina. Cogió el primer bol que encontró y lo empezó a devorar lentamente.

Preguntas sin respuesta [SasuSaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora