Parte 2

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Capítulo 2

Sue pensó que vería al hombre que siempre había conocido como su vecino, claro que no lo recordaba mucho porque este nunca se veía, solo lo había visto aquel día en que ella y su familia se mudaron a la casa, pero en cambio lo que vio en ese momento fue algo muy distinto. La habitación que estaba iluminaba con luz tenue por una pequeña lámpara puesta sobre una consola de madera arrimada a la pared, albergaba a otra persona, ¡era una mujer! Una anciana sentada en un sillón.

El sillón estaba junto a la consola con la pequeña lámpara y la anciana parecía dormir, o descansar. En su rostro se podía observar una expresión de tranquilidad. En ese momento, Sue sintió que su mente daba vueltas, hasta recordar aquella conversación que había tenido años atrás con su vecino. Él le había comentado que la casa la había heredado de su abuela, quien lo había criado, pero que ella había fallecido hacía ya algunos años, y que desde ese suceso él vivía solo porque no tenía más familia.

¿Cómo era posible? Su mente la traicionaba haciéndola pensar cosas que probablemente no eran. Podría haber sido cualquier otra persona la que ahí descansaba, o algún otro familiar. Todo era posible, desde luego que sí era posible porque ella no sabía nada de la vida de su vecino. Pero Sue estaba impresionada y siempre que ella sentía esos escalofríos en la espalda, lo asociaba con que se trataba de algo fuera de lo normal. De pronto escuchó un ruido y pudo darse cuenta de que provenía de su casa, lo que la hizo voltear y mirar para ver de qué se trataba, pero cuando volvió a dirigir la mirada dentro de la casa de su vecino, para su gran sorpresa, la habitación ya no estaba iluminada, todo había vuelto a la oscuridad. Al ver aquello, Sue palideció y corrió el pequeño trecho hasta llegar a su casa, abrió la puerta, entró y respiró.

Una vez adentro de su casa se sentó en una silla y tratando de calmar la respiración, llamó a su esposo para contarle, pero este no vino a la cocina, sino que le contestó desde la salita en donde miraba entretenidamente televisión.

—Ni te imaginas lo que vi —dijo ella con voz entrecortada, mientras daba unos cuantos pasos para acercarse a la ventana y mirar otra vez a la casa del vecino.

— ¿Qué has visto? —preguntó él.

En ese momento en que ella se preparaba a contarle con lujo de detalles, vio cómo la luz de aquella habitación en la casa del vecino se iluminaba otra vez, y tratando de que el momento no se esfumara de nuevo, con un tono más bajo, llamó nuevamente a su esposo.

—Corre, ven, rápido. —Su esposo no esperó por más explicación y se levantó de su asiento para ir a la cocina. La curiosidad lo había atrapado y quería ver de qué se trataba. Cuando se paró al lado de ella, le dijo:

— ¿Qué es lo que hay que ver? — A lo que ella respondió:

— ¿Ves que hay luz en la habitación del primer piso?

—Sí. —Respondió él. — ¿Y eso qué tiene de raro? la gente enciende luces cuando se oscurece, ¿no? —agregó su esposo.

Ella sin dejar que sus ojos se alejaran de aquella ventana en la casa del vecino, contestó:

—No es solo eso, allí en esa habitación había una anciana sentada en un sillón, parecía que estaba durmiendo.

— ¿Y eso que tiene de raro? —Preguntó el esposo, esta vez tratando de observar más allá de lo que la oscuridad de afuera le dejaba ver.

—Es que Chris no tiene familia. —Respondió Sue volteando la cara y mirándolo de frente. Esta vez él no dijo nada y solo volvió a mirar por la ventana. Pasaron unos cuantos segundos y luego él se dirigió a la salita a continuar mirando lo que pasaban en la televisión, pero después de unos minutos, le dijo:

—Pero podría ser algún familiar. ¿No crees? —Con tono investigador.

—Bueno, claro que podría serlo — Respondió Sue. — Aunque él me dijo... ¿recuerdas cuando lo conocimos? Pues esa vez él dijo que no tenía familia y que vivía solo, que su vida era trabajar y descansar. ¿Recuerdas? Estábamos acá en el patio, fue cuando recién nos mudamos.

—Mmm... —dijo él, casi como un murmuro y ahí se quedó pensativo. —Pienso que igual podría ser un pariente, una tía o incluso su mamá, uno que sabe de la vida de los vecinos. —Terminó su comentario con tono de no te metas más en la vida de los vecinos.

—Sí, lo sé, pero algo no está bien, lo siento en mí, me ha recorrido un escalofrío de pies a cabeza y sé que algo no está bien — contestó Sue.

—Yo creo que mejor te sales de la ventana y dejas a la gente de al lado tranquila con sus cosas —dijo el esposo en un tono más serio, caminando de vuelta a la salita.

Ella ya no le contestó, y sí, se alejó de la ventana. Recogió su taza de café que se había preparado anteriormente y la puso en el microondas para entibiarlo otra vez. Esperó a que este se calentara y después se fue a sentar junto a su esposo para hacerle compañía, pero ese era solo su cuerpo que estaba actuando, su mente... su mente estaba lejos volando y creando una historia aún sin final.

Los días transcurrieron y Sue no se pronunció más acerca de lo sucedido. De vez en cuando alzaba la mirada para observar hacia la casa de al lado, pero ahí todo era siempre igual, nada se movía de lugar, jamás. Las ventanas nunca estaban abiertas y el frente de la casa se veía casi más descuidado que el día en que la vio por primera vez. De cada dos semanas, durante el verano iba el hombre que cortaba el pasto, pero ya no vendría hasta quién sabe cuándo, ya que acababan de entrar a los meses de invierno, y aparte de este hombre nunca se veía a alguna otra persona en la casa.

Por las noches, desde su habitación, Sue no podía dejar pasar la oportunidad de mirar hacia la casa de al lado, especialmente después de haber visto a la anciana en esa habitación, pero desde aquel domingo por la tarde no había vuelto a ver la luz encendida. Esto le hacía pensar que tal vez había sido algo sin importancia, un familiar o alguna otra persona en la casa de al lado visitando por un par de días. Estaba claro que eso no tenía nada de raro, y además era algo que definitivamente podía ser cierto, ya que ella no sabía nada de la vida personal de su vecino.

La Casa de Al LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora