Little Dog |Gregstophe

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¿Que horas eran? No lo sabía, pero seguramente iba demasiado tarde a su hogar, la lluvia azotaba la calle con fuerza. Los rayos y truenos resonaban por él pueblo de South Park, una chica de ojos violetas caminaba completamente empapada de pies a cabeza, sus sollozos sonaban ahogados gracias a los fuertes truenos que sonaban cada diez segundos; no sacaba su teléfono para verificar la hora, probablemente ya pasaban de la una de la mañana. Y no se quería arriesgar a que le asaltarán. Un aullido lastimero resonó por uno de los callejones que paso segundos atrás, y los ojos de la chica se centraron en un bote de basura.

La azabache pareció pensarlo unos segundos, soltó un suspiró y camino en dirección a las bolsas de basura y él contenedor de metal, hizo aun lado todo, solo buscando él causante de ese sonido, y claramente apenas lo tuvo frente a sus ojos no pudo evitar soltar un suspiró inundado en ternura; frente a ella yacía la pequeña cría de un bichón, perros poco vistos por las calles de su pueblo, acaricio un poco él sucio pelaje blanco sintiendo lo delgado del cachorro y su pequeño tamaño.

—Hey, ternura. —Murmuro, las orejitas del temeroso animal se levantaron, revelando un par de brillantes ojos azules. —Eres tan lindo, te llevare conmigo. —Sonrio, cargando al pequeño y tembloroso perrito en sus brazos.

Él animalito aullaba asustado por cada trueno y rayo que se veía en él cielo, la chica soltó un suspiro de alivio al verse cerca de su edificio. Con llaves en mano, abrió la reja que impedía él paso adentrándose al fin, en la seguridad de su edificio, miro al cachorro en sus brazos mientras esperaba por él ascensor. Él pequeño animal evidentemente era macho, pero su tamaño y su gran pelaje esponjoso. -pero sucio- le hacia parecer una perrita como tal.

—Me preguntó quien te pudo abandonar, siendo la cosita preciosa que eres. —El animalito le miró ladeando la cabeza confundido, la chica río. —Necesitas un nombre dulzura. —Murmuro pensativa, cuando las puertas de metal se abrieron la chica entro a este presionando él botón del cuarto piso mientras se apoyaba en la pared del ascensor.

Minutos pasaron, y la de cabellos negros no tenia nombre para su nuevo perrito, mordió un poco su labio; cuando él ascensor se detuvo y abrió sus puertas la chica salio caminando a paso calmado a su apartamento, las llaves resonando llamaron la atención del bichón que no dejo de dar pequeños ladridos emocionado por las llaves. La de pelos negros río por ello y una vez dentro de su hogar dejo juguetear al perrito por ahí.

—¿Que te parece Max?. —Pregunto la mujer, él perrito pareció ignorarla. —¿Firulais?. —Se quedó callada, era obvio que ese nombre no iría con tal perrito. —¿Gregory? Nah. —El perrito ladeo la cabeza y ladro emocionado, la chica le miro confusa. —¿Tu nombre es Gregory? Qué bonito. —Alzo al can en sus brazos, caminando al baño  darle su merecido baño.

Además de ser una cosita diminuta y peluda, después de quitarle toda esa mugre y suciedad de encima además de pasarle una secadora de cabello, dejaba ver una bolita andante súper tierna y esponjosa, Wendy soltó una risita por ello. Y dejando a su cachorro corretear por él apartamento, le llamo para que durmiera con ella.

Así pasaron los días, meses, años, tres para ser exactos; aquella bolita de pelos no creció mas que unos cuantos centímetros siendo él perrito mas mimado y consentido del edificio. Por parte de Testaburger y algunos vecinos de esta que no se resistían a la ternura que esos lindos ojos azules ocasionaban.

•••

Como todas las mañanas, Wendy debía salir a trabajar, siendo esta opción casi imposible por la mimada bola de pelos que le pertenecía, la cual siempre terminaba mordiendo sus vestidos o bufanda para que se quedara con él.

—Bebe, ya te lo dije debo trabajar. —Se agachó alzando al perrito en sus brazos él cual se removió gustoso y lamió su mejilla. —Nos vemos en la noche. —Beso su frente bajándolo y saliendo rápidamente del apartamento.