Dulce cereza

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N/A: Importante, en este capítulo hay una escena un poco subida de tono que he marcado con *** para aquellos que no deseen leerla. Cuando vuelvan a ver la marca, habrá finalizado y pueden seguir leyendo.

—Toma el próximo cruce a la derecha que veas.

—¿Seguro? —Eriol gruñó en respuesta.

—La chica del GPS lo dice, no yo. —dijo, levantando el celular para que lo viera a través del retrovisor.

Negué con mi cabeza y regresé mis ojos al camino. Extrañamente, el viaje había resultado tranquilo, a pesar de la evidente confabulación que tenían los dos pasajeros traseros para hacerme la vida cuadritos. En primer lugar, el cuatro ojos no dejaba de picarme con comentarios que tenían que ver con la mujer que iba a mi lado completamente distraída con el paisaje montañoso, y Yukio pues... debía darle la razón a Eriol con el sobrenombre que escogió hoy para él, Loki, el señor de las tretas y los engaños. Además de haber logrado colearse en nuestro viaje, me hizo caer en una jugarreta en la estación de servicio cuando un sujeto mostró intenciones de ligarse a Sakura. Con su voz fina e "inocente", el pequeño astuto sugirió de forma "sutil" que debía hacer algo para alejar al tipejo... y ni corto ni perezoso le hice caso. Ese niño era demasiado inteligente y ya más o menos sabía lo que quería lograr con todo esto. Sonreí y rasqué mi barbilla sin desviar mis ojos de la carretera, el contar con la aprobación Yukio me quitaba un enorme peso moral de encima y ahora tenía luz verde para avanzar hacia Sakura sin problemas.

El cruce que había mencionado Eriol apareció al frente y al tomarlo, el camino comenzó a hacerse más empinado a medida que nos internábamos en la montaña que bordeaba el colorido pueblo.

—¿Ya saben que campos van a visitar? —preguntó Sakura.

—Eriol preseleccionó tres de los que habíamos enlistado —respondí, ignorando los letreros de los distintos campos que iban apareciendo en el camino—. Pero esperamos hacer negocios con el primero que vamos a visitar.

—El que acabamos de pasar fue el campo que visité en mi viaje escolar —dijo Yukio, soltando un suspiro—. Las fresas allí son excelentes.

—Te aseguro que las fresas que tienen en el campo de la señora Aikawa son mejores —dijo Eriol—. Además, allí se cultivan todas las frutas que necesitamos.

—Pues espero que también hagan degustaciones. —A través del retrovisor, vi como el pequeño Loki hacía un mohín.

—El próximo desvío a la izquierda —dijo Eriol. No tardé en visualizar el letrero que anunciaba el campo de frutas que estábamos buscando—. Le mandaré un mensaje a la señora Aikawa para avisarle que ya estamos cerca.

Tomé el desvió y enseguida los campos frutales se extendieron delante de nosotros hasta perderse de vista. Era increíble... a pesar de estar en pleno verano y con tanto calor, los árboles que crecían a ambos lados de la vía estaban completamente floreados, dando la ilusión de pasar a través de un túnel de flores amarillas.

Al final del camino, una casa enorme de estilo tradicional japonés se alzaba en medio del verdor del campo, y estaba rodeada de varios invernaderos y algunas edificaciones pequeñas que quizás servían de almacenes. Me estacioné cerca de un par de autobuses escolares, al parecer no éramos los únicos visitantes del lugar el día de hoy.

«Ojalá no nos dejen esperando por la visita escolar», pensé y apagué el motor de la camioneta.

—¿Te contestó?

Musa de chocolate y cerezasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora