3: Orígenes (Parte 3)

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Jayn apenas sentía a la nave moverse y cuando llegó al espacio pudo despegarse del asiento y comenzó a deambular por la nave, entreteniéndose con lo que podía encontrar, evidentemente sin mover algo de vital importancia que podía comprometer su seguridad. Las 24 horas que ella pasó en esa nave fueron las horas más aburridas de su vida entera, solamente podía entretenerse con pocas cosas debido a la falta de gravedad. Dibujaba en un cuaderno con dificultad, pues las hojas a cada segundo flotaban, tomaba siestas y comía comida deshidratada.  Annikah le preguntaba aproximadamente cada hora por su estado.

Finalmente, las 24 horas pasaron y Jayn se sentó en su lugar con el cinturón abrochado. Annikah aterrizó la nave y Jayn sintió una emoción que combinaba excitación y miedo a lo que se podía encontrar. Jayne miró por la ventana lo que estaba afuera, un lugar que estaba repleto de montañas pequeñas de un tono anaranjado y que parecía estar en medio de la nada.

–Jayn, toma tu armamento y ponte bien tu traje para que puedas salir. Recoge el dispositivo que te dejamos en el cajón debajo de tu asiento y sácalo de la nave para que podamos rastrear movimiento con el radar. No podremos ver si se trata de vida extraterrestre o no, por lo que tendrás que investigar por tu cuenta, ¿entendido?– Le dijo Annikah por el interpol.

–Entendido– Jayn tomó todas sus armas y las guardó en los compartimentos de su traje., tomó el dispositivo y salió con su casco puesto.

Al salir, pudo observar bien sus alrededores y no podía creer lo que veía, estaba en Marte. Era la primera persona en la historia de la humanidad en estar en Marte y tan solo tenía dieciseis años. Plantó el dispositivo en el suelo como le habían enseñado (con un poco de dificultad, pues la gravedad no era exactamente igual a las simulaciones) y lo encendió. El dispositivo soltó una luz parpadeante, que indicaba que estaba escaneando el perímetro.

–¿Encontraste algo?– Le preguntó Jayne a Annikah

–Además de ti, nada. Aún va a tardar unos segundos en escanear por completo. Diablos, necesito un café.–Jayn rió por el último comentario y Annikah se quedó muda por unos segundos.

–¿Estás tomando el café o pasa algo?

–¡Mierda!– Exclamó la mujer.– A... tan solo 5  kilómetros.– Dijo como pudo intentando salir de su shock.–Como dije, tendrás que explorar por tu cuenta, yo voy a estar aquí por si estás en problemas. Ten cuidado, niña.

Jayn dudó un segundo y reunió coraje rápidamente. Para eso había entrenado y descubrir los secretos de ese planeta era la misión que tendría que cumplir. Tomó el dispositivo y comenzó a caminar hacia la direción que apuntaba la flecha del dispositivo. Siguió la flecha por aproximadamente una hora y en cuanto el dispositivo le dijo que parara, paró y observó a su alrededor, no había nada.

–Era muy bueno para ser verdad. A lo mejor detectó algo como el viento o...–Annikah fue interrumpida cuando el suelo debajo de los pies de Jayne se cayó, haciendo que esta se cayera también, lo que causó un estruendo en el interpol.

–¡Jayn! ¿Estás bien?–Dijo la voz de James a través del interpol de Annikah.

–Sí, me caí y solo me golpee ligeramente...– Se calló abruptamente mientras observaba sus alrededores, se encontraba en un lugar que tenía un parecido a la arquitectura moderna en el planeta Tierra pero un poco más futurista.

Se levantó y empezó a caminar alrededor con cautela, explorando cada rincón de la habitación en la que había caido. El suelo era de un material parecido al mármol y habían estanterías holográmicas que sostenían objetos que no pudo reconocer y habían sofás blancos levitando alrededor de una mesa que parecería normal de no ser por los controles que estaban en ella. De repenté, escuchó un ruido que la hizo dar un salto y se escondió rápidamente detrás de un mueble extraño con un povo de dificultad debido al casco. Sacó ligeramente su cabeza y logró ver a lo que podría haber sido un hombre humano, de no ser por lo que parecían ser unos tatuajes brillantes de color naranja y las puntas del mismo color y tono brillante que tenía en su cabello, además de que parecía tener unas piedras incrustadas en el mismo.

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