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4: Origenes (Parte 4)

La nave no tardo ni dos horas en llegar a su destino. La nave aterrizó automáticamente en el campo que era tan conocido por Jayn y ella rápidamente se bajó. Corrió tan rápido como pudo al edificio oculto y se metió en él. Subió a el piso en el que estaba el centro de control y corrió hacia esta misma sala. Todo estaba hecho un caos. Habían personas yendo de aquí para allá, personas que escribían furiosamente en sus computadoras y personas que hacían llamadas y llamadas. En medio del caos estaba Annikah intentando desesperadamente de localizarla y James al lado de ella tomando un té para calmarse. Jayn se acercó hacia ellos, queriendo gritar "¡Aquí estoy, estoy bien!" a todo pulmón, pero en su lugar solamente tocó el hombro de Annikah ligeramente.

–¿¡Qué!? ¿No ves que estoy ocupada? ¡Regresa a tu puesto!–Dijo mientras se volteaba furiosamente. –¡Oh por Dios!–Exclamó en cuanto vio que se trataba de Jayn. James volteó a su dirección confundido y cuando vió que Jayn estaba a salvo, sintió un alivio enorme. Ambos adultos se lanzaron a abrazarla, sin importar lo poco profesional que se veía.

–Mierda, pensamos que habías muerto. Oímos la granada y la explosión, luego perdimos contacto y... ¿Cómo diablos sobreviviste a esa explosión?–Dijo James

–No tengo ni idea. Estoy más confundida yo que ustedes, se los aseguro.

–Está bien Jayn. Has hecho demasiado para la humanidad hoy, mereces un descanso. Ace está en el pasillo de la derecha. Puedes ir a tu casa a descansar.–Dijo James.–Jones, diles que la chica está a salvo y que la misión fue un éxito. Y lleva a Jayn a su casa, prepara el auto.

–Sí señor.– Dijo un hombre trajeado.

–Adiós, Jayn. Nos veremos otro día.

–Adiós James.

Jayn salió al pasillo que le indicó James y allí estaba Ace. Con unas ojeras inmensas que indicaban que no durmió nada. La desesperación en su rostro era tan evidente que era difícil de ver y tenía lágrimas en su rostro.

–¡Ace!–Llamó Jayn. Ace volteó a la velocidad de la luz y corrió hacia ella, envolviéndola en sus brazos.

–Me dijeron de la explosión y que no te podían contactar. Vine lo más rápido que pude, me salí de la universidad. Dios, pensé que me habías dejado.– Dijo entre sollozos.

–Estoy bien, estoy aquí.– Dijo Jayn. Los chicos se quedaron abrazados por un buen tiempo y luego se separaron. Salieron del edificio juntos y afuera los esperaba un auto negro. Se subieron y llegaron a su casa.

–Extrañaba demasiado este lugar.–Dijo Jayn mientras se dejaba caer en el sillón.

–Ni creas que te vas a librar. No puedes ignorar al elefante en la habitación.

–¿A qué te refieres?

–¡Fuiste la primera persona en ir a Marte y eso sin mencionar que descubriste vida ahí!

–¡Lo sé, maldita sea, lo sé!– Dijo Jayn y rió

–¿Cómo eran?

–¡Como nosotros! No tenían casi ninguna diferencia, son solamente un poco más evolucionados y tienen características extrañas pero somos casi iguales.

–Mi hermanita es súper cool, voy a llorar de emoción.

Jayn le explicó a Ace todo lo que había vivido en Marte, su persecusión, la explosión y de Zephyr y su abuelo aunque se reservó la parte en la que le explicaban que había un multiverso. Luego de un recuento detallado, ambos se fueron a dormir, cosa que necesitaban desesperadamente.

Lo siguientes días fueron exahustivos. Jayn volvió a la escuela, explicó sus descubrimientos a detalle a James y su equipo y recolectó sus cosas del edificio en el que vivió por dos meses. Al volver a la escuela, estaba muy confundida, pues a pesar de que Ace le había puesto al corriente con lo que pudo y que hizo todos los trabajos y tareas, se sentía extraño volver. Los pasillos se sentían extraños y las persona aún más. En la primera clase a la que entró, Literatura, le dejaron un proyecto en binas. La maestra fue la que puso las parejas.