Uno

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Furihata Kōki era un muchacho normal, nada sobresaliente, con sus altibajos e historias de vida cómicas que podía compartir en reuniones de amigos o familiares si se presentaba la ocasión. Tenía una buena vida, lo agradecía y no rogaba por más.

Recapitulemos: él no rogaba por más. Entonces, ¿debía pedir por menos?

Podía culpar al amor. Ya que fue a causa de éste que se apuntó a un club en primer lugar; siendo que originalmente planeaba entrar al comité de la biblioteca y tal vez buscar un trabajo de medio tiempo luego del instituto. Pero no, Kōki era un «a todo o nada» y esa chica en verdad le parecía preciosa aunque solo le había hablado una vez.

Para cuando consiguieron ganar la Copa de Invierno, esa chica de la cal creyó enamorarse ya estaba una relación con algún otro del club de karate. No sintió su corazón romperse, simplemente lo aceptó, así que eso acabó en «nada».

Para cuando se dio cuenta, ya no tenía tiempo para pensar en buscar otro interés amoroso, pues su entrenamiento lo mantenía horas extra en el instituto y luego de eso solían presentarse las salidas con sus amigos, fuera a jugar un amistoso, a buscar comida, o simplemente sentarse a conversar en una calle cualquiera mientras dejaban pasar el rato. Kuroko, en particular, era con quién pasaba más tiempo pues ambos eran parte del mismo comité; tenían una confianza mutua, no al nivel del dúo «luz y sombra» pero podían compartir sus gustos por la lectura y los paisajes en paz. Incluso si no estaba junto a alguno de ellos, Fukuda y Kawahara siempre estaban dándole uso a sus móviles (de batería inagotable). Su vida estaba rodeada de esos chicos, así que eso acabó siendo su «todo».

Una vida de instituto algo más emocionante de lo que hubiera esperado el primer día. No le desagradaba mas no resultaba sencillo. No por la actividad —descubrió que le encantaba el baloncesto— sino por los estadios. Furihata entendió desde el día en que ingresó al club que debía estar preparado para enfrentarse cara a cara con los equipos rivales en el campo y eso era mejor o peor dependiendo de contra quién jugaran, pero la gente en las gradas eran un extra en el cual no había reparado al inicio.

Detestaba llamar tanto la atención. Fuera en esos momentos en los cuales finalmente salía a jugar o incluso en los que aguardaba en la banca y podía oír todos los murmullos a su espalda.

Sentirse juzgado por un grupo de desconocidos que jamás tendrían nada que ver con él, incluso aunque fuera por una hora, le resultaba una sensación en extremo desagradable.

Si pudiera arrebatar algo de su «todo», serían esas miradas.

Esas, y...

—¿Estás bien? —su corazón dio un brinco al oír esa voz detrás suyo. Todavía no se acostumbraba. Tanto así que incluso cerró los ojos al sonreír antes de voltear.

—¡Por supuesto!, solo quise tomar un descanso —tras eso se forzó a ver al otro chico a la cara.

Akashi pareció dudar de su palabra en un inicio, pero acabó por aceptar su excusa y le sonrió de regreso.

—Sí, yo también —el pelirrojo tomó asiento a su derecha en la banca—. El descanso suele ser a la hora, pero hoy todos han estado más activos que nunca. Supongo que es gracias a ustedes.

Furihata entendió que aquello no era una queja disfrazada sino un sincero agradecimiento y aún así sintió la necesidad de disculparse. Akashi fue rápido en detenerlo.

—Oye, oye, yo fui quien los invitó. Debería ser yo quien se disculpe por molestarlos.

—¡Para nada, Akashi-san! De hecho debería haber visto lo feliz que se encontraba Kuroko al darnos la noticia.

Dignidad [ Kuroko No Basuke ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora