Cuatro

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A Furihata le gustaba el número doce, quizás podía incluso llamarlo su número de la suerte y, de hecho, según el cuadro del Horóscopo de Oha Asa que Akashi tenía en su móvil: el doce era su número de la suerte para ese día en particular. Al igual que lo era para el resto de Escorpiones en el planeta.

—Bonita coincidencia, pero sigo sin entender porqué Shintaro me enviaría esto —expresó el pelirrojo frunciendo el ceño.

Un poco apenado por haber prestado más atención a su signo zodiacal que al tema por el cual Akashi le llamó la atención, Furihata regresó una pantalla y se fijó en la conversación que los otros dos habían mantenido. Si podía llamar a eso una conversación.

»­ [link]

» Me ha recordado a ti

¿Disculpa? «

No lo capto, no me interesan esas cosas y lo sabes, Shintaro «

» ...

» Olvídalo.

En un primer momento a Kōki también le extrañó el comentario de Midorima así que, ésta vez con intención de ayudar a aclararse las ideas, volvió a presionar el enlace a la página del Horóscopo.

Recordó algún día oír a Akashi comentar que él era de Sagitario, así que buscó la posición del centauro entre las casillas. Se encontraba en la primera línea del tablero ese día. Furihata tuvo un presentimiento ya desde el vamos al ver aquello y se fijó en qué redactaban los demás casilleros correspondientes al arquero.

Color de la suerte: rojo

Número de la suerte: 4

Objeto de la suerte: una pieza de Shōgi (puedes guardarla en tu bolsillo)

 Suerte: el día de hoy tu signo se encuentra en la cima de la ruleta de la fortuna, puedes aprovechar esto para finalmente hacer realidad una declaración con la que hayas fantaseado. ¡O ganar algo que hayas estado deseando! No desperdicies la oportunidad, Sagitario.

Tu espíritu competitivo te hará conseguir grandes cosas ¡no vaciles en perseguir tu objetivo!

Furihata comprendió lo que Midorima quiso decir. Y de no haber sido porque Akashi estaba detrás suyo echándole un ojo a la pantalla del móvil por encima de su hombro habría estallado en carcajadas tras leer el segundo renglón. Tosió y dejó el móvil descansar encima de sus piernas mientras fingía meditar sobre lo que acababa de leer. Fingía meditar sobre ello, pero igualmente quiso repasar todas la coincidencias que encontró.

Cerró los ojos y se imaginó a Akashi Seijuuro, el capitán de Rakuzan (antes, de Teiko), Base con el dorsal número 4, de pelo rojo brillante y ojos a juego que bien podían ser tan preciosos como gemas si los mirabas lo suficientemente cerca. Y que tenía en su historial el haber ganado ya un par de competencias de Shōgi a nivel profesional.

Pero no pudo pensar en un interés amoroso para su «nuevo» amigo, así que lo imaginó como lo conocía: entrenando con su equipo para conseguir ganarles en el siguiente torneo y recuperar el pequeño gramo de orgullo que Seirin les arrebató unos meses atrás.

Furihata suspiró pensando que mejor debería haber intentado imaginarse algún prototipo de chica ideal con la que Akashi podría formar una buena pareja, por más imposible que le resultase imaginar una chia lo suficientemente perfecta. Quizás su último —y único— rechazo le afectaba más de lo que se imaginaba. Volvió a suspirar, con más pesadez.

Dignidad [ Kuroko No Basuke ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora