02- quédate.

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Se encontraba tumbado en la cama observando el techo mientras unas pequeñas lágrimas recorrían sus mejillas. Sentía como su pecho se oprimía, me dolía en lo más profundo de su ser, quería desaparecer en ese instante, el imaginar a su amigo con aquella chica, siendo feliz, aunque sonara egoísta; le dolía. Él quería hacerlo feliz, él quería llenarle de amor y felicidad, quería todo con él. Su teléfono sonó y sonó hasta que lo sacaron de sus pensamientos, bufó un poco y aclaró su garganta cogiendo este de inmediato.

— ¿Hola? — Dijo entrecortado, aún estaba algo frágil por el llanto que había hecho anteriormente, por lo tanto su voz estaba rota. Escuchó un suspiro por la otra línea.

— Yugyeom. Soy yo.— Aquella voz ronca, firme, hicieron que su piel se erizara, se quedó en blanco. — Sé que prometí no llamarte, pero, te extraño. Mierda, te extraño mucho, bebé.

No pudo decir nada, se quedó sin palabras, parecía como si este le hubiera arrancado la lengua con tan solo unas pocas palabras.

— Entiendo que no me quieras hablar, hace años que no te veo, estoy en la cuidad, seguro vives en la misma casa de antes con tus padres, ¿no? Yugyeom, sólo quiero verte, recordar esos tiempos juntos, es normal que me odies, que realmente no quieras verme, pero aún así te sigo queriendo. Eras mi novio, y fui un idiota contigo, te lo suplico.— De nuevo, el escucharlo a él se volvía a romper, recordar aquellos tiempos le dolían pero no más que ahora. Estaba frágil, sensible, todo le dolía. Simplemente no quise resistirse sabía como era perfectamente.

— Sí, vivo en mi misma casa. Ven si quieres, mis padres no están, nunca están, te espero. Supongo que hablar será bueno para ambos han pasado muchos años, no te odio, para nada. — Dijo, lo dijo como pudo se sentía orgulloso de sí mismo al no parecer una nena hablando.

— Gracias, entonces iré. Estoy cerca, espérame. Y, de nuevo gracias, Yugyeom. Tenemos muchas cosas de que hablar. — colgó.

Iba a venir después de años, Jackson Wang, iba a volver, su ex novio. El primer chico de su vida, no sabía como sentirse, estaba realmente angustiado, corrió hasta el baño para echarse agua al rostro, estaba demacrado. Pero un poco de maquillaje lo podía arreglar todo.

El timbre, sonó una vez, dos veces y hasta tres. Siempre tan insistente, bajó las escaleras y con algo de prisa abrió la puerta encontrándose con el mayor detrás de esta. Con una gorra que tapaba algo su cara, unos pantalones negros y siempre con sus chaquetas de cuero, que hacían ver su buena figura. Le cedió el paso, observando como este pasaba tranquilamente. Cerró la puerta, tragando saliva.

– Bueno, Jackson. Hola. — Sonrió algo inseguro, no sabía qué decir, era como un desconocido. Intentó formular palabras para decirle pero inmediatamente fracasó cuando vio la mirada de este fija en él. Le ponía de los nervios sus facciones serias.

— Yugyeom, creciste. Te teñiste el pelo, te queda bastante bien el rubio la verdad. ¿Cómo te va en el baile? Me han contado que estás en una academia, pero no hablemos así, ven.— lo agarró de la muñeca yendo hasta el salón y sentarse junto a él al sofá. Conocía bien la casa después de años, increíble. — No ha cambiado mucho, bueno ahora todo es más moderno, blanco. Tu madre siempre con el buen gusto. Y el sofá sigue siendo el mismo, mh. — Aquel sofá, en ese sofá habían muchísimos recuerdos.— Lo siento. — susurró llamando ma atención de Yugyeom. — Lo siento muchísimo, siento el ser un idiota, el haberte engañado, simplemente lo siento. No puedo hacer nada más que disculparme con mis sinceras palabras. Nunca lo hice cuando tenía oportunidad de recuperarte, fui un imbécil. Perdóname.

— Jackson. — Una sonrisa salió de sus labios para dedicársela con todo su cariño al mayor.— No quiero que te disculpes, eso pasó hace ¿cuatro años? Éramos jóvenes, yo apenas sabía de la vida, tú me enseñaste muchas cosas. Tuve que entender de que era un crío para ti, y que tú buscabas diversión, me encapriché contigo y estuvo mal. Tú hiciste lo que tus instintos dictaban, yo no soy capaz de controlarlo. En sí dolió mucho, pero créeme, maduré mucho en esa etapa, conocí a nuevos amigos en vez de enfocarme en mi propio mundo.— Conoció a Jinyoung, a su querido amor. — Supe valorarme más, intenté cuidarme. Hasta me preguntaba cómo estaba mi querido gruñón, Jackson, no te odio y nunca lo haré.

Jackson estaba perplejo, pensaba que el menor le iba a golpear por venir de la nada a disculparse, después de años. O simplemente le iba a ignorar, echar de su casa o cosas variadas. Se inventó en esos minutos un montón de películas, formas de cómo Yugyeom lo mataría. Pero, se alegró, se alegró de ver como su pequeño le decía todo eso, del como le entendía. Podría pasar años, pero Jackson siempre querría al joven Yugyeom con esa intensidad de siempre. Lo amaba, a pesar del tiempo y de los conflictos, lo seguía amando.

— Quédate conmigo, Yugyeom. — Susurró mientras se acercaba al joven, posicionando sus grandes manos al rededor de la cintura foránea. Acercando el cuerpo impropio al suyo, haciendo fuerza para que este no se resistiera. — Quédate.— Juntó sus labios con los del chico, cerrando sus ojos para disfrutar de aquel beso. Ladeando su rostro para profundizarlo, y explorar toda su cavidad bucal, saboreando aquellos suaves y dulces labios. Se sentía necesitado por Yugyeom, era un enfermo necesitado.

Se estaba dejando como tal muñeco.

Inefable. - Jingyeom. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora