capitulo 3.

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El trayecto en coche transcurre en silencio. Los dos estamos perdidos en nuestros pensamientos, sopesando lo que nos hemos dicho. Asumo todo lo que acabo de decir. Lo pensaba. No puede comportarse así y esperar y esperar que yo asienta como perrito bueno.

¡Comprarme un restaurante! ¡Que locura!

No soy una linea de hoja de cálculo Excel que puede mover como mejor le parezca. ¡No puede controlar mi vida de esta forma! ¡Se supone que soy su mujer, no su hija! Mis problemas existenciales se ven interrumpidos bruscamente por lo que veo. Pasamos por mi calle y Juan para el coche en seco. Estoy consternada...

¡La horda de periodistas aún esta esperando ante mi edificio!

No se como voy a hacer para volver a mi casa. No me apetece nada lanzarme a la pelea de nuevo.

Daniela
Pero, ¡¿nunca se rinden?!

Juan
Nunca...

La voz de Juan suena a cansada. Nuestra conversación parece haberle herido profundamente. Puede  que si hacemos el tuor por Manhattan varias veces los periodistas ya no esten ahí...

(¡Soñar no cuesta nada!)

Juan
Vamos al hotel.

(《¿Vamos?》¿No ha escuchado lo que le he dicho?)

Sin darme tiempo a responder, arranca de golpe delante de los flashes de las cámaras que se acercan ya a nosotros.

Juan
Lamento todo esto, Daniela.

Gruñe entre sus dientes apretados. Sus manos estan tan crispadas sobre el volante que casi puedo ver sus venas palpitar bajo la piel.

(Su piel, sus manos... me gustaría sentirlas aún sobre mi. Una última vez, una última noche...) (¡Estoy perdiendo toda mi credibilidad?)

¡Ánimo, Daniela!

Daniela
No voy a ir al hotel contigo, Juan.

Juan
Dormiré en el sofá. Hay demasiados periodistas que te estan vigilando para dejarte sola esta noche.

A pesar de su mal humor, siento que aún quiere protegerme.

Daniela
No ocurrirá nada, Juan.

No responde. Tanto el como yo sabemos muy bien lo que ocurre cuando estamos los dos solos. Caer en sus brazos en dos segundos no me ayudaría a arreglar las cosas. En el mejor de los casos, me sentiría bien en ese momento,  y peor sufriría más que antes. Juan gira bruscamente el volante a la derecha para aparcar el coche precipitadamente. Clava su mirada en la mía. Es tan profundo, tan intenso, que tengo la impresión de que podría ahogarme en esos dos iris marrones.

Juan
¿No lo entiendes? ¡Eres mi oxígeno, Daniela! No pasa un solo día sin que piense en ti...

Su mirada recorre mi cuerpo de arriba a abajo con un deseo no disimulado.

Juan
Y en todo lo que estoy dispuesto a hacer para sentir tu cuerpo contra el mío🔥🔥🔥😈😈. Para ver tu sonrisa... Me das lo que nadie ha sabido nunca darme.

Vale... Todas mis terminaciones nerviosas se ponen en marcha para enviar un mensaje muy claro a mi cuerpo. ¡Mensaje que mi cerebro intenta desperadamente suprimir!

Juan
Tu me haces vulnerable. Y no se como gestinar esto.

(Es como si se hubiera quitado su armadura... Dios mio, ¡que sexy es!)

Daniela
Puede que no haya nada 1ue gestionar, Juan. Puede que los humanos no se gestionen. Puede que debas aceptar que algunas cosas se escapan de tu control. Incluyendo tus sentimientos. Juan se ha esforzado en organizarlo todo en su vida, en controlarlo todo. Desde la muerte de su madre, se juró sin duda que nadie le destruiría nunca. Pero entonces, ¿para que vivir? Vale más arriesgarse a sufrir antes que pasar la vida en una torre de marfil.

Mi Sexy Jefe Temporada IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora