The reincarnation of two lovers

Aquella voz.

Caminaba tranquilamente por el pueblo de Obelia mientras comía una manzana, todo es tan diferente a como lo recuerdo, las calles, las personas...

Últimamente hay mucho alboroto, las personas susurran de aquí para allá sobre la pequeña princesa, vaya, no esperé que fuera tan importante.

-Dicen que con éste ya van cuarenta magos.

-¿De verdad? Entonces debe ser grave ¿no?

-Se dice que el Emperador está desesperado por salvar a la Princesa.

-Incluso un Emperador piensa en dar todo por su hija ¿verdad?

-Debe ser duro vivir así; que su hija esté tan enferma y que cada médico y mago te diga que ella morirá en cualquier momento.

-¡Silencio! ¡Seguramente nuestra Princesa mejorará pronto!

-Exacto, tenemos que pensar en eso; ella será nuestra futura reina ¿no?

-Dicen los rumores que la Princesa es una niña genio.

-También se dice que es la niña más hermosa del Reino.

-Imposible, ¿Cómo podrías decir eso sin verla?

-Segun los rumores, su madre era una bailarina muy hermosa, al heredar los ojos de la familia real, solo de imaginarlo ya la puedo ver.

Todos en el pueblo hablaban de la salud de Athanasia, que Athanasia era hermosa, pobre princesa Athanasia, que Athanasia estaba en peligro, ¿Dónde está el príncipe en caballo que viene a rescatarla?

Niño, se te está haciendo tarde.

desde que un guardia Imperial dio aviso de que todo mago y médico se presentara con urgencia al Palacio Real, se dio a conocer el estado crítico de la salud de la Princesa.

Aunque ella no lo supiese, o ignorara de lo ocurría en aquel pueblo, todos fuera del Palacio hablaban de su inteligencia; solían admirarla desde que sus maestros presumían de ella como una genio y los sirvientes corrieran rumores de su amabilidad hacía ellos.

-Entonces nuestra futura reina será como su padre.

-¡Bendiciones al Sol y a la Princesa de Obelia!

Solía repetirse una y otra vez, pues, en Obelia, Claude era visto con un Rey sabio que había traído paz y prosperidad a todos, desde que él subió al trono, los pobres tenían comida en su mesa, los padres de familia contaban con trabajos estables, los más pequeños podían acceder a escuelas comunitarias, así mismo, se había fomentado la igualdad entre unos y otros; es decir, las familias ricas y las familias de menos recursos convivían entre ellos por las calles.

El Rey de Obelia era un hombre justo que permitía a todos ser libres pero castigaba de manera inhumana a aquellos que se atrevían a denigrar a cualquier persona.

Lucas, quien pasaba por el pueblo, escuchó las conversaciones que tenían en la central de abastos, no es que prestara especial atención, sino que todos parecían hablar de aquella famosa princesa. Por mera curiosidad se acercó a unos empleados que parecían estar absortos en una charla sobre el dichoso tema.

-¿Qué tiene la Princesa?

Preguntó Lucas curioso, mientras tomaba otra manzana y la pagaba al empleado. Al comerla frente a ellos, se ganó aquella confianza.

-¿Eres foráneo o algo así? ¡Es imposible que no lo sepas!

-Lo soy, vengo desde lejos. ¿Ha ocurrido algo malo?