No hables

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Había perdido la cuenta de cuantos minutos llevaba recostado en esa cama, su respiración no era más que un movimiento mecánico de autodefensa para no morir; al menos su cuerpo seguía vivo.

Wallace y Winona habían regresado, eran una pareja de nuevo después de tantos años de separación. Y aquello dolía, casi tanto como si alguien estuviera introduciendo clavos calientes bajo su piel, no quería pensar; no quería ver ni hablar con nadie.

Incluso el olvido rehuía de él negándose a dejarlo dormir para escapar de aquella inminente realidad. Se sentía al borde de un abismo, aferrandose a un sentimiento que no tenía razón de ser, que lo único que conseguía era seguir empujandolo hacia la oscuridad.

Se levanta de golpe, sabe adonde debe ir; un lugar que se había prometido el no volver a acudir por cobardía, pero en ese momento toda excusa carece de importancia para su corazón que exige descanso.

No tarda mucho en llegar, e incluso antes de tocar sabe que ya lo espera tras la puerta como si se tratara de un fantasma esperando la salvación y cuando lo ve al fin, sus labios reciben los suyos en una caricia que le habla de comprensión.

Sus cuerpos se encuentran, sintonizando sus movimientos como un baile perfecto, se rozan; se reconocen centímetro a centímetro de piel.

-Ven-Ruby lo lleva sin esfuerzo hasta la ducha donde abre la llave y el agua no tarda en caer.

Steven lo entiende aunque no lo diga, le esta dando la oportunidad de desahogarse en su compañía, de poseerlo y olvidar.

Lo toma de la cadera entrando en él, percibiendo el calor del cuerpo del chico y algo en su corazón se remueve entre la línea del deseo y el dolor; de sentirse una escoria humana y de saborear la efímera e irreal felicidad en sus brazos.

Y siente el escozor en sus ojos que se niega a liberar, porque ahí bajo el sonido del agua cayendo y aquellos gemidos que provoca, recuerda la mirada de felicidad de Wallace al anunciarle la buena nueva.

Porque sabe que con cada movimiento el corazón de Ruby tiene una nueva herida; porque no puede detenerse de buscarlo como su refugio y se odia por ello, porque sabe el dolor que conlleva sus acciones para él.

Los labios del chico cubren los suyos con dificultad al verse de espalda a Steven, su mano aferrando su mejilla con fuerza mientras las suyas combinan con sus ojos.

-No hables.

Y Steven lo obedece, dejando en ese lugar el dolor que siente ya no sólo por si mismo; sino también por Ruby que no es más que un instrumento para olvidar.

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