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Sarada respira tranquila, paso un mechón de su cabello atrás de su oreja, parece estar cómoda, que bueno que compramos los sillones grandes ¿y si la despierto? No debió esperarme, paso mi  brazo izquierdo por su espalda y el derecho atrás de sus piernas, empiezo a caminar con ella en brazos, suelta una risa me detengo por un instante ¿está despierta? No, no lo está, solo está soñando. La acuesto en nuestra cama, la tapo con la sabana pero no puedo irme ella me tiene bien agarrado de la manga.

— Así que si estas despierta.

— Duerme conmigo — dice sin abrir sus ojos, pero su mano aprieta más la manga de mi camisa.

— Solo voy a bañarme y regreso.

— Te bañaste en la mañana — ella hace una mueca enojada, pero solo se ve tierna.

— Si, pero estoy algo sudado — todo por el tráfico, ella se quita la sabana y se levanta y empieza a desvestirse — ¿qué haces?

— Me voy a bañar contigo, ya que no te quieres dormir conmigo — dice — ¿qué? ¿No quieres?

— Te puede hacer mal— le digo mientras me acerco a ella, acaricio su abultado vientre.

— Solo me lavare el cuerpo, aparte a ti también te hace mal.

— Está bien— me acerco para darle un beso corto en los labios — vamos.

¿Por qué ella? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora