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Pase la tarde viendo tu rostro, no era perfecto, estaba lejos de serlo. Sin embargo me gustaba y tu no podías comprender eso.

Cuando pienso en ti, mi mente te imagina en blanco y negro. Te recuerdo siempre triste, ojeroso y con la añoranza en la mirada.

Tenías el aspecto de un fumador matutino, que no olvidaba un viejo amor y lloraba por los sueños que no pudo cumplir. Siempre en blanco y negro.

Decías que estabas en cautiverio y no podías abrir tus alas pero un día yo lograría abrir la jaula.
Y te creí.

Resultó irónico, creo que no te liberé, termine encerrándome contigo.

Me encantaba estar junto a ti, tenías el poder de hacer de cualquier situación memorable, me hablabas del futuro y lo que nos esperaba si íbamos más allá de las montañas, tu sueño más profundo.

Pero necesitabas a alguien que pudiera ayudarte, elegiste a la persona inadecuada.

Y ahora te escribo esto, esperando que lo leas desde donde sea que vayan los muertos.

Lo que no puedo decirteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora