Navidad Misteriosa

CAPÍTULO 3

A la mañana siguiente extendía el cubre cama, lo levanté y luego las almohadas, pero no era en si por que quisiera ordenar, aunque después de todo debía hacerlo, el cuanto empezaba a tornarse un tiradero con mis cosas y mi tia podía verme lo desordenada que estaba.

A continuación, caminé por el cuarto revisando el suelo, bajo la mesa, bajo la cama, llegué la puerta y revisé la perilla. Caminé por el pasillo fuera de mi cuarto, llegué hasta las gradas y caminé desde ahí hasta la puerta observando el suelo. ¡Nada! Revisé las bolsas de mi short, una por una, incluyendo las traseras, entré a mi cuarto y abri mis maletines nuevamente, leventé mis zapatos, acomodé las cosas en su lugar mientras las movia. Me detuvo por un momento, estaba tan preocupado por la situación que empecé a quedarme sin uñas en mi dedo medio, pues inconcientemente lo mordía.

—Dice mi madre que ya está el desayuno—dijo Benjamin a mis espaldas, asomó su rostro por la puerta.

—Gracias, ya llego—constesté bolseando las bolsas del short que cargaba puesto un dia anterior.

—Rapido que con este clima se va a congerlar—bromeó Benjamin, rió y cruzó sus brazos.

—Gracias, no te preocues, ahorita bajo—afirmé levantando el cubre cama nuevamente.

—No sé por que este tipo de cosas siempre me suceden—rezongué—soy muy distraído.

—¿Que te sucede? —cuestinó Benjamin.

—Es la llave—respondí, la que me dio tu madre, no la encuentro por ningún lado.

—uuufff—exlamó Benjamín arrugando la mitad de su rostro.

—¿Qué? —dije apretando una almohada que estaba en la cama.

—No nada—respondió.

Contiué levantando el colchón.

—Solo que es la única copia que mi madre tiene de este cuarto y del ropero también.

—La voy encontrar, tranquilo—continué.

—Es mejor que no se entere mi mamá—masculló Benjamin.

Lo observé por un instante, caminó preocupado de un extremo del cuarto al otro.

—¿Por qué? — cuestioné—solamente es una llave, no he salido de casa, debe estar aquí mismo.

—Mi madre es muy miedosa, y si le comentas que la perdiste puede llegar a creer que estamos expuestos a problemas realess, sobre todo por que el juego de llavez te da acceso a la puerta principal de la casa.

—¿Problemas reales? —

—Animales, ladrones, asesinos—prosiguió, terminó su oración con una risa.

—Está bien, ya entendí, no se lo voy a decir—dije cerrando unas maletas—mi cámara está en el ropero bajo llave—lamenté.

—Pues ya tienes un motivo más para encontrarla—Benjamin rió—por si pensabas dejarlas perdidas.

Reaccioné riendo—mejor vete te veo allá abajo—reí.

Benjamin bajó las gradas.

Durante la tarde me quedé dormido en el cuarto, aun no me acostumbraba a la casa de mi tia, siempre despertaba creyendo que estaba en mi cuarto, pero en milisegundos después por fin me ubicaba.

Avancé hasta la segunda planta y vi que Benjamin no estaba en su cuarto.

—Tía, ¿ha visto a Benjamin? —cuestioné, ella subia las gradas con ropa sucia colgándole de las manos.

—Pensé que estaba en tu cuarto—

—No—dije avanzando en dirección de las gradas.

—Quizá este ahí afuera, debe de estar cerca—

—De acuerdo—bajé las gradas

Bajé por enfrente de la casa, caminé hasta ver el bosque.

—¿Benjamin? —escuché que decía mi tía en el fondo.

Miré frente a mi por un instante, al bosque, la curiosidad me empujaba hacia él. Mis pies dieron varios pasos como si caminaron a voluntad propia, y observé con detalle todo lo que habia. No se veía nada más que árboles altos y delgados, a través de ellos apenas se coloban alguno rayos solares, los arboles estaban húmedos, supuse que era por el rocio de la noche.

Desde ahí pude vevr a mi tia como asomaba a la puerta, y me buscaba en la calle, me adentré rápidamente al bosque y observé tras unos arboles, luego ella se metió buscando a Benjamin.

Cuando me aseguré que no podía verme, avancé lentamente por la maleza, era como una diminuta grama a centimetros del suelo. Mis pies crujían cada vez que avanzaba.

Mientras caminaba quedé asombrado ¿Qué era eso que veía en el suelo?, ¿era sangre?

Me agaché y la miré de cerca.

¡y si, era sangre!

La Sangre seguía un camino recto, goteando por unos cuantos metros, seguí la línea aún sin comprender que sucedía, hasta encontrarme con un pequeño lago de sangre, en el medio habia algo blanco. Tomé un paloseco que estaba junto a mi y removí el objeto. Era un colmillo, un poco grande, más o menos de unos ocho centímetros.

Fue inevitable sentir repudio, el estómago se me revolvió. Removí el colmillo fuera de la sangre para lograr distinguir de que tipo de animal podría ser, y auqnue mi teoría fue que era de perro, no estaba del todo seguro.

A lo lejos un grupo de perros ladraban. No pdían verse, solo escucharse, atacaban algo o alguien, se escuchaban demasiados violentos como para tratarse de algo poco usual.

Caminé en la dirección de lo que oía, cada vez me aproximaba más, me armé de valor. De pronto los perros se quedaron callados, me quedé de pie tratando de esuchar mejor.

De pronto algo corrió a los lejos, entre la maleza, no pude distintguir que era.

Caminé con menos velocidad, tratando de ahorrarme algún ruido, mis pies crujían entre los palos secos que pisaba. Vi que me alejaba cada vez más de la calle, sin embargo, no tuve miedo, seguí caminando con cierta inquietud.

Avancé hasta tras un árbol, frente a mi se extendía una zona llena de monte de mas o menos un metro de altura, al final de ella corrió un animal que no podía observar, era muy rápido, y agilidoso para esconderse. Escuché el sonido de un perro rabioso cuando más se acercaba hacia mi, la cosa avanzó apartando la maleza en el camino, quitó una y otra rama, pareció como si el monte tuviera vida propia y se abria camino para que alguien invisible pasara por él. Para este momento yo ya estaba sudando hasta por los brazos. Una fuerza en el fondo del cuerpo me impulsó para correr, pero hubo otra que me detuvo. Observé el monte por un momento, el corazón me palpitó fuerte.

Salté dos metros sobre el suelo cuando sentí que algo caminaba a mis espaldas.

—¡Dios mio! —grité

Pero ya era demasiado tarde, estaba a mis espaldas.