- Ahora, ¿ya estás convencido?. - se apresuró a preguntar, tratando así de aplacar la pasión del desenfrenado beso ¡por Dios¡. Nunca nadie la había besado de esa manera aunque a decir verdad a sus diecinueve años sólo con su intento de novio llegó a compartir un beso, porque cuando Erick se enteró de aquello se puso como loco y el chico salió espantado por la situación, pero ese beso era juegos de niños a comparación de lo que acababa de compartir con su amigo.
Desvío la mirada y se alejó de ese cuerpo que lo atraía como un imán, debía enfriar su mente pero más su cuerpo que le pedía a gritos que la hiciera suya de una vez por todas, tal vez así todo ese de deseo apaciguaria.
- Mel no quiero perderte. - susurró - No soportaría una vida en donde no pueda tenerte.- aceptó, temiendo que algún día, eso llegara a pasar. Pasó su mano por sus hebras negras en un acto de desesperación.
Ambos pareciera luchar con el remolino de sentimientos que despertó después de aquel desenfreno.
- No me vas a perder ¿porque crees eso?. Además no es que vayamos a enamorarnos ni nada, yo jamás me enamoraría de ti, ni tu de mi - soltó tratando de convencer a su amigo y convencerse ella misma.
Aquello apago todo el fuego que lo encendía pareciera que era lo que le faltaba para enfriarse por completo, dolió, dolio más que un disparo en el pecho.
- Vete a casa Mel, luego hablamos tengo cosas que hacer. - Otra vez su actitud serio y frío ¿que sucedía con él? Nunca le pedía que se fuera, hacía hasta lo imposible para que ella permaneciera unos minutos más a su lado, su actitud la desconcertó más después de despertar todo eso que sentía que revoloteaban en su estómago.
- ¿Que está mal?. - Se animó a preguntar. Erick caminaba de un lado a otro en un estado taciturno, como si algo le pesara.
- Todo está bien - contestó después de unos segundos de silencio, se quedó frente a ella y se deleitó con su dulce y angelical rostro, ese mar sellada en su mirada lo aniquilaba era su más grande debilidad, observó su pelo castaño que la hacía ver realmente hermosa, bajó sus ojos marrones sobre sus labios y un nuevo deseo lo invadió. Jamás podría siquiera volver a desear los labios de otra mujer, se lamentó por no tener las agallas suficientes de decirle lo que hace un par de años descubrió. - tengo cosas que hacer, eso es todo. - mintió, llevando una mano a su mejilla y lo acarició, cuando en realidad lo que quería hacer era devorar su boca una vez más.
Atontada ante su escrutinio y caricias no escuchó nada de lo que dijo su amigo, aprovechó también para seguir embelesada en en ése rostro que adoraba, sus amigas siempre decían que aparentaba más de lo que tenía, quizás se deba a que en su adolescencia vivió algo realmente trágico y eso lo hizo madurar más rápido.
Sonrió y aceptó que ya debía irse, seguir ahí de esa manera no ayudaba en nada a su desenfrenado corazón que quería salirse de su sitio tal vez porque ya habia comprendido lo que su mente se negaba a entender.
Se despidió de él y bajó las escaleras sintiéndose extraña, feliz ya no sabía como. Le dio un beso en la mejilla a la mamá de Erick a quien quería inmensamente y salió de aquel lugar que era como su segundo hogar.
Estando cobijada bajo el techo de su casa se permitió sonreír.En la Universidad, se vieron sólo una vez en la hora del almuerzo. Cada quien estaba con su grupos de amigos pero eso no evitaba que platicaran por un par de minutos. Lo del beso no lo volvieron a tocar pero ambos sabían que fue el momento más esperado.
Él cursaba el último año de Arquitectura y ella segundo año de Astronomía.Y así pasó los días, hablaban poco lo justo y necesario. Erick pareciera querer evitarla o eso era lo que ella captaba con su actitud, decidió preguntarle que le sucedía pero juraba que todo estaba bien. Por eso decidió que si lo que él buscaba era verla menos pues bien, no se pondrá en su camino decidió.
Una semana, sólo una semana aguantó para poder implantarse delante de él y preguntarle por su frío y distante actitud, con ella siempre fue extremadamente cariñoso, detallista. Después de cada clase se iban a algún lugar a pasar el rato pero durante esa semana sólo fueron una vez y Dios era testigo de lo mucho que lo extrañó y la tortura que vivió cuando lo veía irse sin ella.
- Puedes decirme que pasa contigo. - lo enfrentó en el pasillo de la Universidad. La miró culpable, dolido queriendo abrazarla y decirle lo mucho que la añoró. Ante su silencio continuó. - Si tan ofendido estás por lo que te dije te pido disculpas, está bien yo actúe compulsivamente como siempre. Aquello último lo hizo sonreír, no era impulsiva era un verdadero ciclón arrasando con todo cuando algo se le metía en esa cabecita.
- Mel no me pasa nada y no tienes porque pedir disculpas por eso, no me ofendiste te lo aseguro. - explicó en tono calmado como siempre.
- Entonces salgamos hoy, después de clases. - sugirió emocionada, por un momento temió que tal vez haya estado saliendo con alguien.
- Mel... No pudo terminar, la voz de alguien más los interrumpió.
- ¡Ooh!, Erick que bueno que te encuentro. Una mujer alta cabello dorado, cuerpo de infarto apareció situándose a lado del joven. - Dime saldremos hoy verdad, me lo prometiste. - dijo enganchadose en su brazo.
Un golpe en el estómago la hubiera dejado menos sin aire que lo que escuchaba. Era patética sentirse de esa manera. Erick era unos de los hombres más guapos de la Universidad y era obvio que muchas babeaban por él. Pero era tan doloroso que a sus propias narices la invitaran a salir.
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Caricias en el alma
RomanceÉl se perdió en la intensidad de su mirada, ella en su manera de mirarla. Ella, su perdición. Él, su tentación. Un amor que acaricia el alma y hace vibrar el corazón.