Salió del colegio con ganas de morirse. Detestaba esa sensación de ser el origen de un conflicto grave, y esta no era la excepción. Era la razón de la muerte de su amigo y no lo iba a olvidar nunca. Ya nunca más lo tendrá a su lado. Esa marca fea le va a quedar grabada en su alma para siempre.
Llegó a su casa y se encerró en el baño. Se agachó contra la pared y respiró profundo.
─¿Si dejo este mundo, podré verlo en el más allá?─ pensó observando el mueble donde estaban las hojas de afeitar de su padre. Se paró y camino hacia el ya mencionado mueble y tomó una de esas famosas hojas cual suicida y la apoyó en su vena─Volveré a verte, Sorimachi...
Pero un golpe en la puerta interrumpió lo que hubiera sido el suicidio del joven karateca.
─¿Hijo, está todo en orden?─ preguntó la madre del joven detrás de la puerta.
─S- sí, todo en orden─ guardó las hojas en su lugar.
─Un amigo de tu padre vendrá esta tarde, así que ayúdanos a limpiar la casa─ dijo para abandonar el lugar.
Ken suspiró, frustrado, y decidió lavarse la cara para olvidarse un poco de ese malestar que lo ha estado molestando todos estos días, pero sin éxito.
Decidió meterse un rato en la ducha para intentar calmarse. Pero la cabeza no podía estar tranquila, esos pensamientos malignos continuaban rondando en su cabeza constantemente.
Era desesperante.
Por más que la sensación del agua tibia cayendo sobre su cuerpo le resultaba placentera, no podía concentrarse en suprimir la tristeza que consumía su espíritu lentamente, en aliviar los músculos tensos del cuello con movimientos circulares, en olvidar esa sensación de querer quitarse la vida...
Se agachó bajo la ducha y se puso a sollozar en silencio.
─¿Sorimachi, por qué?
Las horas posteriores fueron tan horribles, que se las pasó encerrado en su habitación, escondido bajo las sábanas y llorando.
Lo único en lo que soñaba era en su difunto amigo, a quien extrañaba hasta el fondo de su corazón. No podía dormir bien. Cuesta conciliar el sueño cuando el corazón está sangrado en soledad y tristeza. Soñaba con él diciéndole que fue lo correcto irse del mundo, y Ken quería abrazarlo, pero siempre se desvanecía. No podía morir en paz sabiendo que su amigo seguía pensando que era lo correcto no estar ahí con él.
Hoy era un nuevo día en el colegio. Ken se la pasaba observando su cuaderno con la mirada triste, y tratando de contener su llanto.
Aunque la clase de hoy era interesante: estaban hablando de la reencarnación.
─Nosotros conocemos la reencarnación como renacimiento del alma luego de la muerte─ explicaba el profesor.
─Profesor─ Hyuga levantó la mano─, ¿en serio existe la reencarnación?
─En algunas religiones se cree que sí, Hyuga. Pero que yo sepa no hay casos conocidos de gente que ha reencarnado.
─Tengo otra pregunta─ Sawada levantó la mano─, ¿puede una persona reencarnar en otra? ¿O precisamente se reencarna en un animal?
─Buena pregunta, Sawada. No sabría decirte exactamente, pero es más probable que puedas reencarnar en un bebé, en un perro, en una flor, en lo que sea.
─¿Y puedes perder tus recuerdos total o parcialmente?─ preguntó un compañero del equipo de fútbol.
─Y la idea de la reencarnación es que renaces en un ser totalmente distinto, que no recuerda quien solía ser en su otra vida. Pero puedes tener sueños de personas que no conoces en la vida real que posiblemente hayan sido amigos o conocidos tuyos en tu vida pasada. Esa es una prueba de que tu alma reencarnó.
─¿Entonces Sorimachi podría reencarnar?
─¿Pero entonces cómo sabríamos cómo se ve?
─¿Y si no reencarna nunca?
Sus compañeros murmuraban preguntas acerca de Kazuki, y Ken se tapó los oídos para no escuchar más sobre ese tema.
─¡Oigan, hagan silencio!─ pidió el profesor─No sabemos si es posible que Sorimachi reencarne, además de que si llegara a hacerlo, no sabremos en qué se convirtió.
─¿Cuánto tiempo dura reencarnar?─ Ken se sumó a la charla.
─No es un proceso muy largo, pero tampoco muy corto...No sabría decirte exactamente, Wakashimazu.
La angustia se clavó en Ken como un aguijón. Quería obtener información para saber si era posible que su amigo regresara.
Tocó el timbre de salida y Ken literalmente fue corriendo hasta su casa a encerrarse en su habitación a buscar información en Internet acerca de la reencarnación. Si no encontraba nada ahí, iría a la Biblioteca. Los libros son más confiables que Internet, donde la gente subía puras mentiras y chismes.
─Voy a arreglar esto, querido amigo─ dijo para sus adentros cuando abrió la puerta de su habitación.
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¡𝗟𝗢 𝗦𝗜𝗘𝗡𝗧𝗢! ❱ 𝗖𝗧 ✔
Short StoryKen se siente un reverendo idiota tras la accidental muerte de su amigo, Sorimachi. El dolor y arrepentimiento de haberle gritado: "¡Eres un inútil!", no le permiten ser él mismo luego de lo que sucedió. Todo lo que desea es tenerlo entre sus brazos...