Capítulo 4 - Segunda parte.

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—Mierda… —Jimin jadeó, su respiración entre grandes alientos—. Yo nunca he sido follado tan profundamente en... Bien, nunca.

—Me alegra mucho haber podido complacerte —le dio una palmadita en el culo—. Levántate y límpiate lo mejor que puedas. La última cosa que necesitamos es que el señor Sangwoo nos descubra así.

Ambos tropezaron con sus pies y rápidamente se colocaron la ropa en su lugar. Yoongi logró encontrar un bote de basura para poder deshacerse del preservativo. Una vez que estuvieron medio presentables, comenzaron a subir las escaleras.

Ya que el menor nunca había estado en el tercer piso, Yoongi se dirigió hacia donde se suponía que se encontraba la habitación principal. Una vez que llegaron allí, ambos se detuvieron, mirando dentro de la habitación. Un escalofrío indeseado subió por la columna vertebral del pelinegro mientras entraba en la enorme habitación llena de polvo. El mobiliario original seguía allí, la mayoría de los artículos cubiertos con pesadas sábanas. Su mirada se desvió hacia el suelo justo en frente de la chimenea. La piel de gallina se levantó en sus brazos mientras se imaginaba a una joven reina de belleza tirada ahí, muerta.

—Demonios, vamos a encontrar el collar para poder salir de aquí. Este lugar me da escalofríos. —comentó Jimin haciendo, sin saberlo, eco en los pensamientos de Yoongi.

Se dispersaron y se pusieron de rodillas otra vez. Solo que esta vez era en una misión de búsqueda, en lugar de algo de diversión y juegos. Estuvieron revisando la madera combada y los huecos unos veinte minutos antes de que el pelinegro viera lo que podría haber sido un destello de oro.

—¡Creo que lo encontré! —exclamó.

Jimin corrió y se agachó junto al mayor.

—Creo que tienes razón. —sacando un lapicero, enrolló cuidadosamente la cadena de oro alrededor de la punta y poco a poco lo sacó.

Ambos soltaron respiraciones reprimidas al ver el pendiente de rubí colgando del extremo.

—¡Oh, Dios mío! El señor Marcelo tenía razón desde el principio. —Jimin sacó un sobre de su bolsillo trasero y deslizó el collar dentro cuidadosamente.

Yoongi notó que el castaño tuvo la precaución de no tocar directamente la joya.

—Entonces, ¿qué hacemos ahora? —preguntó mientras observaba al menor sellar el sobre.

—Ahora se lo llevamos a la policía y esperamos que puedan hacer algo con él. Al menos tal vez puedan devolverle esto a la familia de Hyesun.

Jimin se levantó y comenzó a girarse antes de que dejara escapar un fuerte grito de alarma. Yoongi se puso en pie para ver qué lo había asustado tanto, solo para encontrarse cara a cara con el cañón de un rifle de caza.

—No puedo permitir que hagan eso, chicos. —declaró el señor Sangwoo mientras los apuntaba con el arma.

Curiosamente, en vez de sentir miedo, una oleada de irritación pasó por Yoongi.

—Tiene que estar bromeando. ¿Fue usted quién asesinó a Chae Hyesun?

—Sí —sonrió divertido—. ¿Sorprendido?


Silencio.


—Nah nah nah, esto se trata de una cámara escondida, ¿cierto?

—¿Estás loco? —siseó Jimin— Cállate.

—No puedo evitarlo —Yoongi hizo un gesto a su supervisor— ¡Él es tan jodidamente obvio! Ni siquiera en Scooby Doo es tan evidente cuando se trata de ser un villano.

—Bueno... lo hicimos, resolvimos el misterio.

—¡¿Qué misterio?! —Yoongi levantó las manos en señal de frustración—. El señor Marcelo te dijo dónde encontrar nuestra única pista, y cuando una mujer bonita es asesinada, el jefe gordo y feo siempre es uno de los primeros sospechosos. Los tres chiflados podrían haber resuelto este caso.

—Me gustaba más la comparación de Scooby Doo. —resopló Jimin.

—Sí yo seré Shaggy y tú puedes ser Scooby. —Yoongi arrastró las palabras con sarcasmo.

—Hey, yo soy Fred. —protestó el menor en voz alta y con las manos en las caderas.

El señor Sangwoo miraba de uno a otro, como pensando si habían perdido sus mentes o algo así. Estaba claro que no había esperado ese tipo de reacción ante la amenaza. Finalmente debió haber tenido suficiente, porque les gritó:

—¡Cállense los dos y entréguenme ese collar!

—¿Qué le hace pensar que lo hemos encontrado? —Yoongi desafió mientras su mente se revolvía buscando una manera de salir de ese lío. Entonces vio un extintor de incendios a pocos centímetros de distancia sujeto a la pared. Se parecía al que había sido utilizado sobre él después del asunto del payaso.

Una oleada de esperanza pasó a través de él al recordar cómo lo había dejado momentáneamente ciego cuando los químicos lo habían golpeado en la cara. Si pudiera llegar a él antes que el señor Sangwoo se diera cuenta, entonces tal vez tuvieran la oportunidad de salir de ese lío.

—¿Nos siguió por aquí vigilándonos todo el tiempo? —Jimin acusó mientras se movía ligeramente algunos pasos.

—Sí, lo hice —confesó, con una sonrisa de sabelotodo cubriendo su regordeta cara.

Como Yoongi esperaba, el castaño se cabreó.

—¡Nos miraste mientras follábamos, asqueroso! Eres un enfermo, pervertido…

Siguió insultando a Sangwoo con varios nombres diferentes, así que Yoongi aprovechó eso y se lanzó por el extintor. Pudo oír al señor gritar, pero Yoongi ya tenía la improvisada arma en sus manos. Se volteó y abrió fuego al mismo tiempo.

La nube química blanca golpeó al supervisor directamente en su gordo y sudoroso rostro. El grueso hombre disparó su rifle, pero fue descoordinado y alto, golpeando la repisa de la chimenea. Gritó y dejó caer el rifle para poder arañarse los ojos.

Yoongi sabía que no tenían mucho tiempo, por lo que le dio la vuelta al extintor y lo golpeó en la cabeza. El hombre cayó al suelo con un ruido sordo.

Jimin se movió rápidamente y cogió el rifle del suelo, apuntando al hombre ahora inconsciente.

—Buen trabajo, socio, eso le enseñará a no ser un jodido mirón. Todavía no puedo creer que este asqueroso pervertido nos haya visto teniendo relaciones sexuales. ¿No puede ya nadie tener privacidad?

Yoongi solo se limitó a negar con la cabeza mientras sacaba su móvil y llamaba a la policía.








Lᴀ Mᴀᴢᴍᴏʀʀᴀ Dᴇʟ Dɪᴀʙʟᴏ. ➸ʏᴏᴏɴᴍɪɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora