Capítulo 1

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Malhumorado bajo del auto dando un portazo, —¿Qué se había creído su padre?— Obligarlo a asistir a una cena con la familia; porque, según él tenía a la candidata perfecta para que por fin sentara cabeza. —¿Y quién le dijo que él quería eso?

Neil Leagan, soltero de 25 años de edad, tez morena color canela, labios sexys que solía torcer en una sonrisa seductora, alto y de cuerpo esbelto con los músculos necesarios sin necesidad de parecer un fisicoculturista, aunque pasaba gran parte de su tiempo libre en el gimnasio, pero cuyo pasatiempo favorito era coquetear con cuanta mujer se le pusiera enfrente, era un donjuán y vivía la vida al máximo. Jamás se había enamorado y por ello lo pasaba de lo más genial y pensaba seguirlo haciendo.

Una vez parado frente al portal de la casa familiar, se armó de toda su paciencia. No quería discutir con sus padres, después de todo siempre le habían apoyado; siendo hijo único lo había tenido todo a manos llenas, viajes, ropas, autos, cualquier cosa que quisiera lo tenía sin más esfuerzo que solo desearlo. Así había sido la vida del joven Leagan, heredero de una cuantiosa fortuna del negocio familiar hotelero que se esparcía por varios países.

Considerando todo ello, Neil se dispuso a pasar una noche tranquila, conocería a la susodicha y de alguna forma se libraría de ella. ¿Qué tan difícil podría resultar eso? Con ánimos renovados y mucho más tranquilo, atravesó el jardín delantero y llegando a la puerta principal, hizo sonar la campanilla que advertía que alguien había llegado; tan solo unos segundos después la puerta se abría y era recibido por Matt el siempre fiel y anciano mayordomo que le vio crecer. Fue guiado hacia el jardín posterior donde se encontraban ya varios invitados a esa mini reunión con motivo...quien sabe cuál, a él eso no le importaba.

Una vez allí ubico a sus padres conversando con algunas de sus amistades y socios, no se sintió con ánimos de entrar en temas de trabajo por lo que se dirigió directo al bar; necesitaba darle algo de sabor a ese ambiente sobrio, tan distinto a los lugares que el acostumbraba frecuentar. Una vez con whisky en mano, se detuvo en un punto y empezó a inspeccionar, intentando adivinar quién sería esa mujer perfecta de la que su padre le había hablado.

Agilizando la vista a lo lejos pudo distinguir a su prima Elisa; quien parloteaba y movía las manos en ademanes un poco exagerados; por supuesto, así era ella, añadiéndole además una voz chillona, casi sentía lástima de la persona que tuviese que aguantar tales sonidos. Elisa era una buena chica, muy bella, de facciones finas con un hermoso y ondulado pelo rojizo el cual peinaba con elaborados caireles y de piel blanca como el alabastro.

De repente su prima le percibió y empezó a agitar efusivamente su mano indicándole que se acercara; y aunque Neil hubiese deseado hacerse el loco para no tener que lidiar con ella, era imposible fingir que no le había escuchado con tal alboroto que había armado y que era tan normal en ella.

-Neil querido ¿Cómo estás? Que sorpresa verte por aquí, pensé que andarías en una de tus usuales noches de cacería.- Dijo Elisa que por cierto también era terriblemente chismosa y entrometida.

Él no supo que decir, pues justo en ese momento vio el rostro de quien momentos antes hablaba con su queridísima prima...la palabra deslumbrante vino a su mente en cuanto vio esos verdes ojos brillantes como luciérnagas. Se sintió maravillado y maldijo a la vez la lengua viperina de Elisa.

-Ja, ja, ja Elisa, tampoco es lo que piensas, no es que me la pase de bar en bar, ni de conquista en conquista, no me dejes en mal con la señorita aquí presente —Neil se acercó a la desconocida y tomando su mano, se inclinó levemente hasta rozar con sus labios el dorso de la chica sin dejar de mirarle a los ojos, -mi nombre es Neil para servirte.-

-Mucho gusto Neil, mi nombre es Candice y debo decirte que Elisa me ha hablado mucho de ti. - dijo con voz melosa y haciendo un aleteo de pestañas que hicieron que el corazón del chico se saltara un latido.

Para él era la voz más melodiosa, casi angelical que había escuchado en toda su vida. Esos pensamientos casi le hacen carcajearse de lo inverosímil de la situación ¿Desde cuándo se había vuelto tan cursi? Pero definitivamente esa chica era distinta de las demás.

Mirando amenazadoramente a la pelirroja comento, -espero que hayan sido cosas buenas las que has oído de mí.-

Elisa estaba a punto de responder justo cuando su padre se hizo presente en la conversación,

-Vaya veo que te me adelantaste hijo y ya conociste a la señorita White, ella es hija del Señor William White, un banquero muy conocido en Nueva york que recientemente han llegado a Chicago. Elisa por favor acompáñame deja que los chicos se conozcan. -dijo su padre quien sin más se retiró dejándoles a ambos mirándose y al unísono se sonrieron.

Neil recordó el motivo de su presencia en esa fiesta y se quedó perplejo; así que su padre había planeado presentarle a esa belleza hecha mujer que tenía enfrente; tuvo que contener un grito de euforia y por todos los dioses que esa sería una cosa más que tendría que agradecerles a sus padres.

Lejos estaba de imaginar que no todo lo que brilla es oro y a veces hasta la joya más fina, puede resultar siendo una falsificación muy bien elaborada.

Continuará...

Tu castigo será verme felizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora