Ambrosía celestial

VI. Quiero.

31/12/2019

Quiero que te sumergas en mi mundo, que te sumergas en mí
ciegamente,
que conozcas mis más penosos secretos,
o mis pensamientos más recientes.

Que sepas de memoria cómo mi madre me llamaba de pequeña, mis miedos e inseguridades, qué música suelo escuchar mientras tomo un baño y mis más grandes pesares.

Quiero que nos encontremos al borde de un balconcito austero, abrazados, mirando el amanecer,
contemplando el cielo entero.

Que repliquemos a Jack y Rose frente a la magnitud del Atlántico

observando la lejanía de la ciudad
pero imaginando el oleaje oceánico
rompiendo contra el barco.

Quiero que contemos estrellas y sueños, quiero que seamos felices
como en los cuentos.

Porque de solo pensar que podríamos estar separados, suelo rezar,
a pesar de mi ateísmo,
con tal de evitarlo.

Quiero saber de ti en todo momento, quiero leerte como a un libro, experimentar tu simpleza,
renegar de tu lentitud,
festejar tus proezas.

Quiero despertarme
con tu cara en mi cuello
o apoyada sobre tu pecho,
mientras tu piel se encuentra bajo la mía y oler tu colonia

tan dulce
y tu respiración tan tibia.

Mientras mi mente vuela y vuela,
no toca la tierra,
y tampoco quiere hacerlo,
prefiere refugiarse
en este sueño eterno,
porque antes de despertar
desearía quemarse en el infierno.

Pensar que huía de tu encuentro.
¡Pensar que te tenía miedo!
Que la inseguridad tenía acorralada
a la reina en esta partida de ajedrez
sublime y acaramelada.

Y ahora...ahora quiero todo contigo.

Quiero compartirte hasta lo que no tengo, quiero que te sientas mío en mil planos,

quiero siempre sostener tu mano,
aunque los tiempos sean los más inocentes o malos.

Quiero observar el temporal desde la cama,
y fingir que temo de los truenos
con tal de tenerte ofreciéndome
tu consuelo entre tu aliento y tus besos.

Quiero sentir el olor propio al vestigio de la lluvia:
ese aroma a tierra mojada mezclado con mañana.

La fragancia a café y tostadas,
inundando el espacio mientras despierto,
Y verte llegar a la cama con las manos llenas de desayuno
y una sonrisa en la cara.

En fin, te quiero.
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Empiecen el año increíblemente.