Parte sin título 5

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Lamo como un animal tus lágrimas.

Bebo del mar uno de tus ojos

y encarcelo tus pies entre sabanas

que buscan y nadan

los lugares más fríos.

Consuelo en el invierno,

la tetera coqueteándote

mientras te silba insistente

alguna canción.

Las abejas trajeron la primavera,

y las brisas cortaban mejillas,

presurosas por la sed

se beben toda la miel

que hay en tu cuerpo.

Bebo oscuridad, y

tu cara tras tus manos

estrechas de Gibraltar,

veintitrés rejas blancas,

ocultas tras el telón

y la forma de una guitarra

tapada por lunares y porcelana

y la realidad no mezquinó

en el suplicio colectivo.

Puntos que juntos

forman imágenes

y falsas necesidades,

de saber qué somos,

que no logran saciarnos

y preferimos el hambre.

No todos los treces

caen en martes

y algunas certezas

no duran para siempre.

Toda historia tiene final.

Escuchamos la voz

desde el pulmón

de la gran ciudad,

viendo el día artificial

y el trajín animal

desde el balcón.

Pensando el recorrido

Y el tiempo de la caída

Cuantos sufrimientos evitaría.

El sufrimiento de la gota

que se estrella sobre el asfalto.

Las heridas las cura el olvido.

El vicio fue el motivo

de girar las cabezas,

Mezquinándonos pupilas,

y besar nuestros cigarrillos

y juntar el fuego y el tiempo.

Solo conseguimos nada.

Para el que no ve

Es fácil que lo engañen.

Se aniquila la inquietud

y se volvió gris el aire

cuando te cansaste de vos

y de mí me cansé,

o todos nos cansamos,

y los recuerdos

se escondieron otra vez

no sin antes despedirse.

El presente aniquiló al creyente.

Fue implícita la invitación

desde el mas allá con su iniquidad

que nos veamos en tantas porciones

como nos encontremos en los demás.


Y la luna escondiéndose,

el viento maquilló el cielo

como si fuera cemento.


Es una estafa esto

que se permita soñar

y a cuanta más ilusión

suena la realidad

y tener que despertar

pensando la impureza

del ahora que se vuelve pasado

una y otra vez.

Vi muchos hombres en el espejo

reducidos a escombros

y al sol oponerse

Y darles la espalda, o

como el tiempo educa en la piel

como el destino más común

es el no ser.

El hielo de dos ojos derretirse,

personas adorando al sol poniente

y al sol naciente ignorarlo.

Vi el cáncer en la hermosura

y a una abeja más indomable

que un león.

Que lo vi doy fe.

Quedan sin detalle

las medidas vividas

a la intemperie de la piel.

Y alguien frota el arpa

de viejas cuerdas

y gozaron a lo alto

los ángeles

desde tu pecho

como un adiós

sin decirlo

pero ahí estaba,

sin saberlo,

implícito.

Formas distintas de existenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora