Uno

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ChanYeol abrió los ojos cuando escuchó el sollozo.

Estaba acostado en su lado de la cama, el derecho, dándole la espalda a la persona a su lado. A KyungSoo. El menor estaba llorando, de nuevo. Ya eran dos semanas de esa situación, y el alto continuaba sintiéndose impotente. Cada una de las noches en las que el pelinegro lloraba, ChanYeol fingía que no lo escuchaba. Se quedaba quieto, sintiéndose realmente mal al saberse un completo inútil para consolar a su novio.

Cuando ChanYeol escuchaba a alguien llorar, él se paralizaba.

Y también se paralizaba cuando escuchaba a KyungSoo, aunque fuera el hombre que amaba.

Y, debido a ello, tenía que hacer algo.

Respiró profundo, se armó de valor y se giró en la cama, viendo la espalda de su novio. Puso una mano en su cintura, sintiendo el respingo que el menor dio, y lo acarició un poco con su pulgar, queriendo con ello decirle que estaba ahí, que sabía que lloraba. Después de eso, lo rodeó y lo atrajo a su cuerpo, pegándolo a él, abrazándolo. Los sollozos de KyungSoo se hicieron más intensos, y, a diferencia de lo que ChanYeol pensó, el pelinegro se dio la vuelta y se aferró a su camisa. El alto suspiró pesado y abrazó a KyungSoo, pegándolo más si era posible. Enredó sus piernas con las del menor y dejó un beso en su coronilla, esperando que el beso ayudara a aplacar su dolor. Sabía que no serviría, pero quería pensar que sí, sobre todo que el otro supiera que lo apoyaba, que era su soporte.

Esa noche, al igual que las anteriores, ChanYeol lloró. Lágrimas silenciosas rodaron por los costados de su rostro, con su corazón rompiéndose al saber que la persona que más amaba en el mundo estaba desmoronándose en sus brazos, y él no podía hacer más que sostenerlo.

Sin embargo, esa noche, KyungSoo se sintió reconfortado, a pesar de todo el dolor que sentía oprimir su pecho. Se aferró más a la camisa de ChanYeol, y a diferencia de las otras noches, pudo dejar escapar libremente su dolor.

Después de algún tiempo, tal vez minutos, tal vez horas, los sollozos se silenciaron, las lágrimas aplacaron, y dos respiraciones acompasadas se escuchaban en la estancia.

ChanYeol se despertó antes de que su alarma sonara. Eran las seis de la mañana cuando el sueño abandonó su cuerpo, a diferencia del pequeño que continuaba entre sus brazos. Se veía tan calmado, que el alto quiso que se mantuviera así, siempre. Un suspiro desolado escapó de sus labios al saber que no sería así. No era así desde hacía quince días, y no sabía por cuánto más aquello seguiría.

Y no tenía la menor idea de cómo solucionarlo.

Se quedó un rato más en la cama, sintiendo la calidez del cuerpo ajeno, disfrutando de su respiración en su cuello, del aroma de su cabello. Adoraba a ese hombre con su vida, y era capaz de darla a cambio de su felicidad.

Cerró los ojos, dejando que una lágrima traicionera corriera por su mejilla, y dejó un beso en la coronilla del menor. Un beso cargado de emociones, esperando que KyungSoo, al menos en sus sueños, conociera sus sentimientos a través de aquel acto. Luego, se desligó de él, puso una almohada como su reemplazo, y cuando el menor la abrazó ChanYeol fue hacia el baño. La imagen que el espejo le regresó fue una con ojeras largas y marcadas, bolsas bajo sus ojos, y palidez. Las noches en las que su pequeño novio lloraba era de las peores, para los dos.

No solo KyungSoo sufría.

Cepilló sus dientes, se dio una ducha y al salir caminó por el pasillo yendo hacia la cocina. Llevaba un albornoz, así que realmente no le dio pena cocinar así. A KyungSoo no le gustaba que cocinara de esa forma, porque alegaba que de todas formas estaba desnudo. Rio entre dientes, recordando las veces que el bajo lo llevaba de la oreja a la habitación para que se vistiera, cuando se reía de su sufrimiento y sus quejas, pero luego le dejaba un beso corto en los labios y lo instaba a apresurarse para que lo ayudara con la comida.

Ghostin' | ChanSoo / BaekSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora