Capítulo 0

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¡Holiwis Kiwis! ¿Cómo están?

Io bien. Súper dúper ultra mega hiper contenta! Porque estoy publicando, al fin, mi primera historia completamente mía. Es decir, no es fanfic.

Estoy preparando muchísisisisisisimos proyectos, pero este siempre fue uno de los de mayor importancia. La verdad, espero que le den una oportunidad :)

Este capítulo no está tan conectado a la historia. Es una especie de introducción que da más dudas que respuestas. Aún así, lean con calma, y memorizen ciertos detalles que van a servir para más tarde.

Espero que les guste!

☆☆☆

La oscuridad de la noche envolvía las lápidas cruelmente, desde el punto de vista de una castaña que caminaba con dificultad. No solo estaba el hecho de la oscuridad, sino que la estaban persiguiendo, y no habían pasado más de unas horas de que dio a luz a su pequeña.

Mientras apretaba el bulto en sus brazos, un sonido que perturbó el silencio le dio el alerta. Sus ojos se movían rápidamente, analizando cuidadosa cada rincón de su vista.

—Vaya, vaya.— Sonó la conocida voz, más ronca y maquiavélica que nunca.—A qué puntos hemos llegado, ¿Verdad, pequeña Artemisa?

—Hace tiempo deje de creer en esos sobrenombres.—dijo, intentando de manera casi desesperada sonar tan firme como no se sentía.

—Que mala suerte, —replicó la voz, burlona. La mujer intentaba buscar su ubicación, pero de alguna forma, él se las había arreglado para esconderse entre la oscuridad. Qué ironía. —Yo sigo creyendo en esos apodos, pequeña cazadora. Significaron tanto...

Su voz había abandonado cualquier deje de burla. Era seria, fría, cínica y malvada. Y la mujer juraba que casi podía ver sus ojos entre la oscuridad, brillando con fiereza. Estaba asustada, más que eso, aterrorizada, pero recordar su razón para luchar estaba entres sus brazos le daba un respiro a su espíritu.

—Lo diré solo una vez: Dame a los niños.— Resonó en el espacio, clara y fuertemente. Tanto, que ella habría jurado, cualquier persona en el cementerio podría haberlos oído.

Aún así, siguió con su plan. No podía depender de nadie en momentos como esos.

Lanzó una risa fría que se sintió dolorosa en su seca garganta, mientras que, en un par de movimientos rápidos, cerraba un escudo al rededor del lugar. De verdad esperaba que nadie estuviera metido allí.

Apretó al bulto entre sus brazos con fuerza, rezando en silencio por contener a las escurridizas lágrimas.

—¿De verdad creíste que traería al elegido aquí? No soy estúpida, sabía que algún desgraciado estaría esperándome.— dijo con la mayor falsedad con la que había hablado en su vida. Le dolía el pecho más allá de cualquier órgano o músculo, era más profundo de lo que el cuerpo humano podría conciliar.

La mujer pudo escuchar la exclamación aturdida y furiosa, y no respiró con alivio porque su mente logró captar rápidamente el riesgo que eso conllevaría.

Puede que sí tuviera al Elegido con ella.

—¿¡Dónde está!?— bramó la voz llena de coraje, y de repente vio la figura encapuchada salir de las sombras. Una fuerza irreal la tomó del cuello dolorosamente.—No sé para que pregunto. Lo tiene él ¿Verdad? Le confiaron la vida de su Elegido a un idiota.

La castaña negó como pudo. Él rodó los ojos, consciente de su infantil deseo de proteger a su "familia".

—Dime una cosa,— ordenó mientras la miraba a los ojos.— Tuviste opciones, yo lo sé, y entonces, ¿Por qué caminaste en línea recta hacia tu condena?

—¿Contestando dudas antes de matarme?— preguntó ella sarcásticamente en cuanto el aflojó el agarre de su magia. En sus brazos aún sostenía el bulto, y se encorvaba sobre sí misma para disimular, aunque era fácilmente justificable con el cansancio. Recordaba que de pequeña se preguntaba por qué la gente prefería "morir de pie a vivir de rodillas". En momentos como ese, empezaba a entenderlo.

—Claramente,—señaló él, burlándose sin reparos de ella. —Sólo quiero saber si tuviste razones lógicas, o simplemente no eres tan inteligente como pensaba.

Ella solo frunció los labios. Pero luego, habló.

—Hambre de conocimiento, te lo he dicho siempre. Quise, quiero y querré por siempre que se sepa la dura verdad, incluso si implica dejar el paraíso que es para ustedes la mentira.

Él asintió, de acuerdo.

—Entonces eres inteligente, pero debiste haber reconocido la diferencia entre ser sabio, y saber demasiado.

Ella solo sonrió.

—La verdad es que lo prefiero así. La curiosidad mató al gato, pero todos se olvidaron que él tiene siete vidas, y la próxima vendrá sabiendo.— sonrió triunfante ante la confusión en el rostro del contrario. —Ahora, si me disculpas, me gustaría hacerte una pregunta.

—Adelante.— Dio un ligero asentimiento, en señal de permiso.

—¿Cómo llegaron tan lejos ustedes, siendo todos tan estúpidos?

Seguido a eso la mujer soltó una risa demente, y dejó al escudo mágico que rodeaba al lugar comprimirse. Una luz brillante llenó el cementerio de magia, y el hombre tuvo que cerrar los ojos.

Para cualquier ser mágico que viera aquello, sería un increíble espectáculo de luz. Para cualquier normal, unos escandalosos causando líos en el cementerio. Sin embargo, para las personas que se ubicaban dentro, no había más que oscuridad ante los ojos cerrados, apretados mientras esperaban no cegarse.

Y, fue tanta la confusión, que nadie notó como el pequeño bulto en los brazos de la mujer desaparecía con un elegante movimiento de la castaña, llevándose la poca energía que le quedaba, y sus últimas esperanzas de vida.

Aquella noche, nadie allí presente volvió a abrir los ojos. Y aún así, muy pocas personas supieron de este evento.

Nadie recordó la muerte de estos seres, buenos y malos.

Ese gran día solo sería conocido como la fecha en que la Elegida de la luz nació.

La Guardiana De La PrincesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora