Capítulo 6

20 3 2
                                    

Capítulo 6:

"La Feria de la Relatividad y Nueva Compañía"

Parte II

☆☆☆

   Lía Petrovel no podía desconfiar. No debía. No había razón aparente para que, de repente y como si nada, empezara a sopesar con cuidado sus palabras.

   Y, sin embargo, Emilia Petrovel estaba a punto de entrar en pánico. Sus cuerpo temblaba en energía contenida, una llamada de advertencia por el peligro que traía esto. Estaba entrando en pánico, lo sabía. Intentaba no temblar con todas sus fuerzas, presionándose contra la pared, cómo si quisiera hundirse. Porque quería desaparecer en momentos como esos.

   No, Lía no podía. La guardiana no dudaba. Era certera y precisa, elegante y decidida. Tenía una máscara inquebrantable en contra del mundo ajeno, y una devoción inhumana a la causa que ella se había encargado de instaurar en ella.

  En todos los sentidos. Bajo todos los medios posibles.

   Pero lo había visto, ella misma lo había presenciado. El temblor de sus labios. El brillo dudoso de su mirada. Sus manos apretándose en la espalda, los movimientos tensos casi imperceptibles.

   Lo había visto. Ella había dudado. Ella había pecado. Y no era tanto ese problema, no. Es que ella debía ser consciente de su pecado.

   Le había enseñado los pecados más básicos desde su infancia, hablándole del mal que contenía cada acción llamada pecado. Había exagerado en algunos, sí, eso no podía negarse, pero era necesario. Necesitaba una mártir precisa y dispuesta, que se conociera a sí misma.

   El punto es que no debía ser perfecta, debía conocerse a sí misma y a sus imperfecciones. Sus impedimentos, obstáculos, pensamientos, debía tener una mente rápida para adaptarse a todo lo que necesitara su princesa.

   Pero eso incluía ser honesta, ser leal, estar dispuesta. ¿Quién le aseguraba que lo era, si la podía ver dudando de sus palabras?

   Había sido educada para temer de pecar. Para estar aterrorizada con esa idea.

   Antes que pecar, ella preferiría morir. Emilia se había asegurado de eso. Entonces, ¿Cómo se atrevía a dudar? ¿Cómo dejaba pasar tan mundano impulso?

   ¿Con qué cara se permitió verla a los ojos luego de dudar?

   ¿De verdad prefería morir? ¿O había estado viviendo en una mentira durante tantos años?

   ¿Había puesto la vida de su hija, la Princesa, en manos de un guardián indeciso?

   La necesitaba atenta, fiel a la causa y firme en sus ideales. Consciente de su inferioridad, subordinada y sumisa. Y sería un problema, si no hubiese sido educada para ser así.

   ¿Y entonces? ¿A qué venían esas dudas esporádicas? ¿Solo porque sí de repente dudaba de todas sus palabras? ¿¡Era una broma!? ¿¡Tenía que suceder justo en ese momento!?

   No podía ser más inconveniente, no había otro momento en donde su rebeldía fuera inesperadamente molesta. Necesitaba de la firmeza y la elegancia de la Lía normal, no de la indecisión y las dudas cósmicas de la nueva guardiana.

La Guardiana De La PrincesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora