3. Enfrentando la verdad

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La tarde se asentaba mientras la feliz pareja caminaba tomada de la mano y había sido testigo de decenas de reencuentros como el suyo a lo largo de su caminata, las calles se vieron llenas de felicidad y angustia, y a Cornelia se le ocurrió la idea de ir a la sección de Central Park donde se habían levantado los muros con los nombres de los caídos.

Ambos se encontraban observando cada nombre escrito en el muro, Archer creyó que sería divertido encontrar el suyo también y se dieron a la tarea de buscarlo. Un par de minutos después el doctor Pomatter exclamó de felicidad atrayendo la atención de Cornelia que estaba viendo un nombre particular.

—Lo he encontrado —dijo él del otro lado— ¡Aquí está! "Dr. Archer Pomatter" ¿eso es todo? Creí que habría algo más, como "fue el doctor más guapo que haya pisado Nueva York y sus aportaciones a la medicina son un legado para el mundo"

—Supongo que llenar algo más con cada nombre de tres mil millones de personas sería demasiado trabajo.

—Tienes razón —concordó— me he olvidado que eso de desaparecer pasó con la mitad del mundo.

—Intenta el universo —sonrió mientras se acercaba a él.

—Me he quedado pensando —dijo él mientras se ponía enfrente de Cornelia para verla a los ojos— nosotros nos hemos encontrado, ¿pero habría alguien que no fue capaz de esperar y se casó con alguien más antes de que su anterior pareja reapareciera? Eso sería desastroso.

Cornelia no pudo evitar reír con ese comentario, era algo típico de Archer, pero también recordando que una de las enfermeras de su equipo había hecho eso, en ese momento se arrepintió de salir del hospital pues era probable que aquel incómodo encuentro se hubiese llevado a cabo en su ausencia.

Como si aquello hubiese sido utilizado como señal, los teléfonos de trabajo de ambos comenzaron a sonar llamándolos para ir al hospital puesto que necesitarían todo el personal de nuevo, el mensaje no era muy claro, pero decía que habían muchas víctimas de balas perdidas.

—Bueno —suspiró Archer al ver el mensaje— tal parece que mi licencia solo ha durado unas horas. Es tiempo de volver a la acción.

Ella no dijo nada mas lo siguió sin cautela hasta llegar a unas cuadras del hospital cuando la luna ya había salido por completo. Para llegar al edificio necesitaban cruzar por un callejón que daba mala pinta, ambos tomados de la mano apresuraron el paso para pasar inadvertidos y estando a unas cuadras del hospital pudieron escuchar lo que parecía una disputa entre tres hombres; como habitantes de Nueva York estuvieron el tiempo suficiente como para acostumbrarse a que los asaltantes salieran a ciertas horas de la noche y lo mejor en esos casos como gesto popular era ignorar al pobre desafortunado que le había tocado ser víctima de la parte criminal de la ciudad y así sobrevivir un día más en la gran manzana, lo cierto era que Cornelia estaba acostumbrada a no meterse en ningún tipo de problemas, especialmente el tipo en el que sus niveles de estrés y fluidez de emociones se verían afectadas, como el de un asalto, pero esa noche la pareja de criminales no parecían satisfechos con su primera víctima por lo que decidieron que la aparente inofensiva y débil pareja les traería más beneficios que el hombre tirado en el suelo.

—Alguno de ustedes grita y será lo último que saldrá de sus bocas —amenazó el ladrón enmascarado apuntando en la sien a Archer con un arma de fuego.

—Amigo, por favor —comenzó con voz calmada el doctor— solo estamos en camino al trabajo y yo acabo de regresar a la vida.

—Cállate.

En un escenario normal en la actual Nueva York, si eras una de esas afortunadas personas, algún héroe enmascarado iría a su rescate, Cornelia nunca había tenido esa suerte, aunque la anestesista del piso de neurología juraba que Quicksilver la había salvado una vez de haber sido atropellada, claro que fue tan rápido que no tuvo la oportunidad de pedirle una foto y eso solo quedaba en su memoria; en ese momento, Cornelia pedía a gritos en su mente que alguien fuera a ayudarlos, pero parecía ser que los héroes estaban ocupados haciendo otra cosa y la demás gente había desaparecido. Sintió como su corazón comenzaban a acelerarse en cuanto escuchó que el asaltante que tenía a Archer quitaba el seguro al gatillo del arma y el segundo se aproximaba a ella mientras retrocedía hasta haber tocado la pared y comprender que no había escapatoria.

Cenizas de un fénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora