II. Las promesas se mantienen.

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Mi madre siempre me dijo que las cosas empezarían a ser difíciles al cumplir 16, en ese entonces no lo entendía pues era demasiado joven como para pensar en las cosas horrendas que los años me traerían.

Creo que entendí perfectamente a que se refería, ese 13 de Abril que se coronó como mi último cumpleaños.

Tus manos me acariciaban el cabello cuando aún estábamos acostados en nuestra cama. Tus ojos estaban cerrados como de costumbre y en tu rostro mostrabas una sonrisa llena de dulzura.

-Feliz cumpleaños. -Dijiste con un tono agradable el cual me hizo sentir una extrema calidez en mi ser.

Dejaste un beso en mi frente el cual me hizo soltar una pequeña risita; tú sabías que aquello me daba cosquillas y eso te gustaba.

-Buenos días. -Respondí, dándome por vencido con la idea de fingir dormir. Ya había olvidado nuestra pequeña discusión.

-Hoy es un día especial. -Ignoraste mis palabras y hablaste como si ese día fuese uno de los mejores días de tu vida.

-Oh, supongo que lo es... -No tenía muchas ganas de recordar mi fecha de nacimiento, me hacía sentir triste y molesto. Tú eso lo sabías.

-Por supuesto que lo es, tengo algo preparado para hoy. -No me hiciste sentir mejor pero lo ignoré.

-¿Qué tienes planeado? -Use la voz más entusiasta que pude fingir y entonces tu sonrisa se volvió mucho más grande.

-Es una sorpresa, mi amado. -Tu dedo índice fue puesto con ligereza sobre la punta de mi nariz como alguna clase de juego, no pude reírme de ello.

-Comprendo. -me forcé a sonreír a pesar de que tú no podías verlo.

-Te amo. -Mentiste para mí, tu voz fue dulce cuando lo dijiste mas no lo suficiente como para hacerme sentir seguro.

Dudé un poco a la hora de responder, sé que lo notaste porque sentí tu aura inundar la habitación durante el poco tiempo que duró mi silencio.

-También te amo, Shimazaki. -Intenté ocultar mi miedo en una voz segura, sé que lo notaste pero eso no te importó.

Acariciaste mi cabeza con el mismo cariño con el que lo hiciste desde un inicio, jalando ligeramente de mis cabellos, creando un ligero dolor del que no me pude quejar.

-Gracias, Teru.

Shimateru ; Promises.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora