Un desfile y un regalo

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Resumen:

Cada cinco años Luo Binghe prepararía un regalo para su quisquilloso shizun. Solo quería una mirada y con lograrlo había conseguido todo.

Shen Qingqiu solo aprovechaba las cosas buenas.






Los gritos extasiados de la multitud inundan las gigantescas calles de la capital del basto reino del Gran Señor Demonio, el paisaje siendo la perfecta mezcla entre el antiguo reino humano y el reino demoníaco, la vida que llenaba los lugares era impresionante. Cómo era apropiado, dicho éxtasis solo era causado por el espectáculo que se presenciaba. Un desfile para un dios se celebraba con carruajes dorados, hermosas doncellas con bailes hipnotizantes y un ejército interminable exhibiendo su fuerza incomparable.

Llevando el desfile estaba una cuadriga bellamente decorado con campanas doradas que resaltaban la madera oscura, sonando como una canción de guerra en su tintineo. Jalado por cuatro sementales de aspecto infernal, solo un hombre con el Señor Demonio podría manejar con tanta fluidez a tales animales. Vestido con sus mejores túnicas combinadas con partes de armadura en sus hombros y brazos, los salvajes rizos de tinta que enmarcaban el rostro fino del hombre, apenas atados con un tocado de oro, solo acentuaban su forma prominente. La marca demoníaca brillaba en carmesí y su sonrisa era tan amplia como la primera vez.

A sus espaldas lo seguían los carruajes de diversos colores de sus innumerables esposas, exhibidas como las flores de un magnífico jardín. Delicadas y tersas, una sola mirada de cualquiera de ellas era una joya por la que muchos morirían. Pero no fueron sus carruajes los que más llamaban la atención, apenas en el mismo nivel que los acróbatas, bailarinas y guerreros, hubo algo más importante incluso que el hombre en el carro de guerra, y era el palanquin que le seguía justo detrás.

Sin perder el ritmo ni por un segundo, un palanquin cubierto de las gemas más valiosas incrustadas en el oro del que estaba hecho era llevado por cuatro demonios que lucían una pulcritud impropia de su raza, viéndose como los leales sirvientes de su amo. Una tela roja con detallados bordados ocultaba la figura sentada en el palanquin, semejando a los usados durante las bodas, recordaba la razón de ese desfile.

Cómo cada cinco años, el Señor Demonio preparaba alguna gran festividad planeada con gran precisión en conmemoración a su triunfo sobre sus enemigos y, mucho más importante, a su boda con la persona en ese palanquin. Su más amada esposa y la única de la que no se sabía nada.

Los chismes e historias descabelladas corrían por las calles, preguntándose quien podría ser la belleza que tenía tan enamorado a su señor ¿Sería tan hermosa que la luna sentiría celos de ella? ¿O es que era tan tímida y frágil que temía el escrutinio por parte del mundo? Rumores de sirvientes del palacio decían que era una tirana con la mirada helada, pero comentarios del harén la colocaban como una damisela entregada en sacrificio por el mundo del cultivo, amarrada a una situación desfavorable. Lo que decían algunos afortunados guerreros demonio que estaban lo suficientemente altos en rango era que podía mover el mundo de su señor con una simple mirada indirecta.

Siempre silenciosa, detrás de alguna superficie que ocultara su rostro, la dama era un misterio. La princesa en una torre casada con el dragón que la custodia, solo vivía en los suspiros y fantasías según algunos.

Mientras, la persona detrás de la tela solo podría reír por los rumores. Si supieran quien era ese tesoro que Luo Binghe resguardaba y adoraba con tanto ahínco, quizás preferirían quedarse en una fase de negación. De hecho, no quería imaginar la reacción colectiva si supieran el perro llorón que tenían por líder.

Shen Qingqiu rió con suavidad en su asiento, su derecha en Xiu Ya y su izquierda usando su abanico, se sintió en calma con el tintineo que provenía de apenas metros frente a él.

Luo Binghe se sentía gratificado con la mirada familiar fija en él, y Shen Qingqiu lo sabía.

El chirrido de la puerta abriéndose a sus espaldas hizo a Shen Qingqiu mirar de reojo, aún más interesado en la vista de su ventana. Nada sorprendido por ver a Luo Binghe, volvió a ver el bosque de bambú que le había sido regalado su noche de bodas. Binghe habló sin esperar otra mirada, apenas cerrando la puerta.

— ¿A Shizun le gustó su regalo? Binghe se esforzó mucho para cumplir las expectativas de su estricta esposa.

El medio demonio se quedó en la entrada con obediencia, esperando una respuesta con una inocencia falsa en el rostro disonante con su pecho descubierto y cabello desordenado, pecaminoso como pocos podían. Shen Qingqiu suspiró y se sentó en el borde de su cama compartida. Luo Binghe tomó eso como suficiente señal para arrodillarse cual perro feliz de que su amo volviera.

Tan adorable como podía resultar, Shen Qingqiu no se permitió olvidar el lobo sediento de sangre que podía ser su cachorro.

— Escandaloso y poco elegante, propio de una bestia como tú —Acotó tomando nuevamente su abanico— A quien sea que le hayas pagado para aprender a ser auriga merece la muerte. Un horrible trabajo.

La sonrisa de Luo Binghe no titubeó ni por un segundo, pareciendo encantado con tales palabras que, de hecho, sabía eran mentira. Su shizun parecía tan etéreo cuando volvía a su modo tan despiadado y frío, ocultando la calidez corrosiva que solo guardaba para su esposo. Más fácil insultar y despreciar, era difícil calificar aquello como amor, pero funcionaba.

— Binghe se esforzará más por shizun.

La sonrisa oculta detrás del abanico le hizo ensanchar su sonrisa.

— Hm, sería una vergüenza si no lo hicieras. Aunque tu ojo alegre también debe controlarse, tengo suficiente con más de trescientas mujeres detrás de tu fea cara —Dijo mirándole con dagas envenenadas en los ojos.

La emoción de ver a Shizun celoso fue suficiente para tratar de tocarle, recibiendo un golpe en la mano con el abanico de madera. Su gemido no fue de dolor.

— Bestia desvergonzada —Regañó Shen Qingqiu, para en seguida halar la barbilla ajena para colocarla sobre su regazo.

Shizun siempre tan contradictorio. No le molestó el tirón con el que quitó su tocado ni las caricias poco amables en su cabello. Luo Binghe pudo sentir crecer el calor en sus entrañas.

Shen Qingqiu aprovechó el momento de poder que se le estaba dando. El cachorro nunca parecía decidirse, a veces siendo un perrito dispuesto a ser castigado y otras un lobo que impartiría el castigo sin la menor piedad. Así era su relación de todos modos, púas y cortes que podían más o menos profundos, autodestructivos hasta que solo polvo quedara.

¿Qué más se podía esperar de un matrimonio entre ellos? El odio realmente nunca se disipó y ese amor solo era una excusa para la pasión.

— ¿Cómo está él? —Preguntó, más severo.

Binghe titubeó.

— Sano y salvo como cada día —Explicó sin querer hacerlo, aguantando las ganas de vomitar sangre ante la mención de ese hombre, rezando por paciencia.

Para Shen Qingqiu, aceptar casarse con Luo Binghe a cambio de la protección de Yue Qingyuan fue la razón para su nueva vida como esposa misteriosa. Con una boda que en su momento fue tan discreta que pasó por privada y la rendición de Cang Qiong en cuestión de días, los rumores del sacrificio por parte del mundo del cultivo ya no fueran tan descabellados. Fue extraño pensar en el cambio que había habido los últimos veinte años.

Las manos de Binghe en sus piernas le hicieron centrarse de nuevo.

— Este esposo quiere complacer a su esposa ¿Se lo permite shizun?

Shen Qingqiu suspiró. Halo su cabello hasta quedar cara con cara para decir:

— Ese es tu trabajo. Binghe.

El beso que recibió le hizo agradecer ya estar sentado. Rodillas débiles y mente girando, Binghe volvía a tomar el control.

No duraría mucho. Domesticar a ese salvaje nunca fue difícil.

💚💘BingJiu Week 2019💘💚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora