—A veces tengo miedo... ¿Sabes? —escuchó a lo lejos mientras sus ojos repasaban las pilas de videojuegos que había sobre un estante, sentía un ambiente cálido en la habitación. Apenas habían pasado dos horas desde que salieron del instituto y se detuvieron ahí, en la silenciosa casa de Tomas para comer un sinfín de comida chatarra y pasar la noche jugando videojuegos—. Es que tú sabes, a veces pueden ser un poco brutos y mi mamá me ha dicho que duele la primera vez, como que se desgarra algo dentro. Quiero hacerlo pero no quiero que duela tanto... Nate, ¿Me estás escuchando?
—Ah... hum, ¿Me prestas este? —mencionó tomando un videojuego con rapidez, Tomas rodó los ojos y rápidamente se cruzó de brazos—. Yo... Perdona, es que tienes muchos juegos...
—Puedes llevarte los que quieras, pero ¡Ya deja eso! ¡Te estoy hablando de algo muy importante!—soltó el juego una vez sintió que Tomas le jalaba del brazo, ambos se sentaron sobre la cama. Nate miró la habitación del Omega una vez más, le gustaba el aroma que había, lo ordenado que estaba, los libros, los videojuegos, Tomas tenía muchas cosas interesantes y una televisión enorme. Sintió sus cálidas manos sobre las suyas y volvió su mirada distraída a sus ojos color miel.
Iban a un instituto privado para Omegas, apenas llevaban un mes y era su primera vez en aquél lugar. Para Nate el cambio no fue tan chocante, no se preocupaba de los amigos ni de nada. Sin embargo, Tomas fue el primero en acercarse, tenía una actitud bastante normal, era de complexión pequeña y delgada, y le gustaba su cabello color zanahoria, tenía las mejillas salpicadas de pecas, al igual que su cuello y sus hombros. Siempre olía bien, suave, tenue, sus feromonas bañaban el ambiente a limón y a una tarde lluviosa como aquella.
A decir verdad Nate no sabía bien qué hacía ahí, en la casa de Tomas un viernes por la tarde en una "noche de chicos". Su mirada viajaba al entusiasmo que aquél Omega reflejaba, lo veía mover sus labios rosados, su nariz respingada se arrugaba de a ratos, como si contara algo desagradable. Nate notó que Tomas bajaba la mirada, sus mejillas se prendían, rojizas y sus dedos cálidos se juntaban juguetonamente, tenía las uñas lindas, cuadradas. Notó el ligero brillo de esmalte que las pintaba. Tomas era un Omega muy delicado, bonito, tanto que se sintió mal al mirar sus propios dedos feos, él se comía las uñas y solía arrancarse la cutícula con los dientes, se preguntó si Tomas querría arreglárselas más a la noche. Se preguntó, tal vez, si también podía arreglar su cabello mal cortado, si podía cortarle un poco el flequillo, verse, en simples palabras, lindo. Como Tomas.
De repente, un frío recuerdo hizo que se enderezara y rápidamente salió del trance en el que estaba. empezó a oír la voz de Tomas, de escuchar sus parloteos, sus parlanchinas palabras llenas de sentimientos distintos a la vez. Nate estaba en silencio, mientras Tomas se sonrojaba más y más ante la sola idea de confesar que le gustaba un Alfa más grande que él y que quería tener algo como una relación. Nate volvió su mirada a los delgados dedos de Tomas, mientras escuchaba atentamente que aquél alfa lo había invitado a salir la próxima semana después de clases.
—Dile que sí —murmuró bajito, su mirada se desvió un poco cuando Tomas la levantó, con las mejillas rojas y el ceño fruncido.
—¿No me escuchaste? ¡Te dije que acepté, pero el problema no es ese, Nate! —bramó con las mejillas infladas, Nate se encogió de hombros—. Estás muy ido hoy, ¿Qué pasa? ¿Te incomoda que hablemos de Alfas?
—No es que me incomode pero... —comentó y Tomas abrió los ojos, no le dejó terminar la frase cuando ya tenía al Omega casi sobre él.
—¡Nate! ¡¿Tu haz estado con un alfa?!—preguntó entusiasmado y el Omega se sintió atacado, Nate se enderezó cuando Tomas se alejó y tomó su silencio como un sí, sus mejillas rojas se tornaron más fuertes cuando Nate asintió con lentitud—. ¡Eso es una maravillosa noticia!
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DESGARRADO
Short Story¿Tú... sabes lo que es quitarle la inocencia a un niño? HUNTER. 2019. OMEGAVERSE. .