DOS

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—Tomas...

Hundió su lengua dentro de su boca y le permitió entrar. El pequeño Omega se encogió a su lado cuando sintió sus grandes manos sobre su cuello. Sus ojos se abrieron y sintió que empujaban su cuerpo hacia el sillón, suavemente intentó seguirle los besos pero se sintió invadido y superado, sentía que no podía hacer nada, se sentía tan inexperto, incómodo. Pero se dejó. El chico sobre él se inclinó más, besando su barbilla, sus mejillas, Tomás bajó la mirada apenas cuando sintió que apoyaba sus partes íntimas sobre las suyas.

—Y-yo... —tartamudeó y lo tomaron del rostro nuevamente, Tomas sintió que una lengua intrusa entraba en su boca, ahogó un jadeo e intentó tomar las mejillas ajenas. Sin encargo, sintió que el alfa agarraba sus muñecas y las aprisionaba a los costados, cuando se separaron los grandes ojos claros del pelirrojo lo miraron con sorpresa.

—Te ves tan lindo, Tomas —murmuró y el Omega se removió, liberó sus manos y lo miró tímidamente, llevó sus dedos a las mejillas rasposas, y acarició con suavidad. Tenía un rostro muy varonil, muy hermoso, Tomas levantó apenas el rostro para dejar tiernos besos sobre sus labios. El alfa rió suavemente—. Tan bonito.

El Omega sonrió apenas e intentó levantarse, Tomas miró a su alrededor, la verdad es que le gustaba la idea de tener un alfa independiente, sin embargo, se sentía muy angustiado, lleno, tal vez, de la situación que enfrentaba. Los ojos claros del Omega miraron al alfa una vez más, Diego era un alfa bueno para él, tenía un futuro prometedor y le caía bien a sus padres, tenía un excelente círculo social... Sin embargo, a pesar de lo lindo, lo bello que se sentían sus feromonas Tomas no se sintió tan cómodo con sus toques.

Sus ojitos bajaron a la mano traviesa que acariciaba su cintura, sus manos apretaron apenas los hombros del mayor cuando volvió a sentir sus partes íntimas apretar con las suyas. Tembló un poco cuando levantó la remera amarilla que traía, sus ojos lo miraron, miraron la habitación, la ventana, el atardecer. Su respiración empezó a acelerarse cuando sintió que su mano se adentraba en su ropa interior.

—Diego —murmuró asustado y su cuerpo enteró se puso rígido cuando sintió que lo tomaba de sus partes íntimas. Se sintió chiquito, pequeño, la mano del alfa lo cubría por completo, sabía que su condición de Omega le daba una complexión más pequeña, más delgada y frágil, pero se sintió impotente y asustado cuando Diego tomó su mano de su hombro y lo llevó a sus propios pantalones. Tomas sintió que su corazón iba a salirse de su pecho cuando sus dedos se apoyaron sobre un gran bulto—. Diego yo no...

—Shh, te enseñaré, te va a gustar —sacó la mano de su ropa interior y apoyó toda su atención en la suya. Diego volvió a atacar sus labios y Tomas jadeó bajito, sintió su lengua caliente, sus toques, incluso sintió que todo su cuerpo se ponía rígido, una vez más, cuando Diego metió su mano dentro de sus propios calzoncillos y sintió sus partes íntimas, los dedos de Tomas se quedaron quietos, mientras sentía el gran grosor, el gran tamaño. Rápidamente la sacó de aquél lugar, se quiso levantar pero el alfa  lo tomó de la muñeca, Tomás lo miró asustado, temblando—. Oye...

—No —habló y sintió que su voz se volvía frágil y pequeña, su cuerpo tembló por sí solo cuando aquellos ojos lo miraron con atención. Aquél alfa, Tomas miró sus grandes hombros, sus manos, tranquilamente podría tomarlo ahí y romperlo como quisiera, y esa idea asustó al pequeño—. No... Yo... debo ir a casa, se hace tarde y mi mamá... Se enojará.

Sintió que sus mejillas se prendían con fuerza. De repente sintió un gran pesar en su corazón, se sentía como un niño, y Dios, había mencionado a su madre. Tomas sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas y bajo la mirada, ocultó la mano con la que había tocado a Diego. ¿En qué diablos estaba pensando para aceptar ir a su casa? Se sintió fatal, estúpido, Nate tenía razón, eran chicos aún e inexpertos, y la verdad era... Que tenía miedo de ser tomado por un alfa. Sus ojos se levantaron a los ajenos, la mirada de Diego estaba puesta en otro lugar, en otras cosas, Tomas rápidamente observó qué veía.

DESGARRADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora