Pensamientos inoportunos

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Al llegar a casa, voy en busca de alguna ropa cómoda, y decidida llamo a Bruno.
-hola linda, como estás?-
-hola Bruno, tengo que decirte algo-
Un silencio profundo se hace notar por unos segundos.

- ok hablaré, perdona si soy tan directa, pero no quiero que pienses que entre nosotros dos, puede llegar a pasar algo más que una simple amistad- trago saliva y continúo sin ni siquiera pensar en mis palabras.
-me gusta hablar con vos, sos muy lindo por lo que ví en fotos, pero no quiero lastimarte, ni que haya malos entendidos-
Me muerdo el labio inferior esperando su respuesta, no quiero lastimarlo. Una sonora carcajada se escucha del otro lado de la llamada
-No seas tonta Mara, no pienses que por tener una discapacidad, puedo enamorarme con unos simples mensajes. Si quieres saber, tengo una vida sexualmente activa, y muchos amigos, soy una persona normal-

-No tenés que contarme con quién tenés sexo, solo quiero aclarar las cosas- digo en tono recelo.

-Es más, yo puedo enamorarte a vos, y puedo demostrarte que te gustará esa idea-
Por alguna razón me molesta lo que me dice, no es necesario que quiera intentar algo conmigo, cuando ya le dejé en claro mis intenciones.

-No quiero nada con vos!, Entendelo!, Ni un beso ni nada Bruno. Solo una amistad-.

-ok Mara, espero que seamos grandes amigos y que puedas aguantar las ganas de besarme cuando me veas-

Decido cambiar de tema, para apaciguar la conversación.
Así las horas se pasan volando mientras hablamos de la vida, los estudios, de trabajos y demás.

Al cortar la comunicación telefónica con el, decido acostarme sin comer, ya que por alguna extraña razón no tengo hambre.
Abrazo a Garras, mientras nos acurrucamos en la cama a mirar televisión. Pero mis pensamientos no me dejan en paz, y si solo lo beso, ya que es muy atractivo, y si tan solo pasamos una noche de sexo y después cada cual por su camino.

Rápidamente borro esos pensamientos, pues no sabría como tratarlo, ya que nunca he estado con personas ciegas, y no quiero lastimarlo. De pronto el sueño me vence y quedo profundamente dormida.

Aunque no me puedas verDonde viven las historias. Descúbrelo ahora