VI: ·"Malos hijos"·

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- ¿El diamante lo tienes tú? -Isaac no estaba seguro de lo que veía. Sí, desde el exterior no era más ni nada menos que Draco Malfoy pero, ¿lo sería por dentro? ¿En verdad ese saco de huesos y carne era su padre? -. ¿Qué tanto me miras, Isaac Scorpius Malfoy? ¿Desconfías de mí? Yo debería desconfiar de ti y de tu hermano y de todas las estupideces en las que han estado involucrados.

- Entiendo, hemos sido malos hijos, tienes razón - murmuró con gracia -. Sólo me sorprende verte aquí por ambos, no es común de tu parte.

- Son mis hijos, más allá de las decisiones que tomen -le palmeó el hombro de manera amistosa -. Ahora, necesito ese diamante; sabes que estará más seguro conmigo -este lo observó con su petulancia de siempre y extendió su mano enguantada.

- Lo lamento, padre no lo tengo en mi poder. Isaiah debe habérselo llevado, supongo que es una cosa más de sus manías por desconfiar incluso hasta de su propia sombra. ¿Tienes idea de dónde está?

- Los Lamborgino están en la ciudad, si no está contigo ellos se nos adelantó -se paseó por la habitación y se acercó a la ventana para vigilar cautelosamente hacia afuera -. Después de que se fueron, tu madre y yo comenzamos a investigar. Necesitábamos entender por qué el Ministerio y un grupo de bandidos los estaban persiguiendo. Eso nos trajo aquí, por eso me ves ahora frente a ti.

- ¿Aún recuerdas aquella vez que nos enseñaste a volar en escoba? -preguntó el más joven de los Malfoy colocando sus manos detrás de su espalda. El repentino cambio de conversación no parecía haber tomado por sorpresa al Draco Malfoy de aquella habitación. De hecho, estaba tranquilo, sereno y confiado de sí mismo -. Nos dijiste que la única forma de no caernos teníamos que pensar que éramos uno con ella.

- Funcionó, ¿no? -Isaac dejó escapar una risa irónica.

- Sí, sí tienes razón -reflexionó asintiendo con su cabeza -. Excepto por el hecho de que tú nunca nos enseñaste a volar en escoba, sino Blaise Zabini. ¡Expelliarmus! -el hechizo le dio de lleno en el pecho lazándolo contra la ventana. El cristal se hizo añicos y la mitad del cuerpo de aquel sujeto quedó afuera. Isaac se precipitó hacia él tomándolo de las solapas de su saco y lo metió nuevamente en la habitación. A simple vista sólo era un montón de huesos inservibles -. Puede que tenga cara de idiota, pero sería un estúpido si no pudiera identificar a mi propio padre -masculló tanteando sus bolsillos en busca de una varita -. Debería sentirme ofendido por subestimarme de esta manera -el mago apenas pudo mediar una sola palabra, estaba aturdido, lastimado y perturbado por lo que había sucedido -. Veamos a quién tenemos debajo -susurró con molestia.

El hechizo revelador hizo lo suyo y Isaac pudo ver cara a cara a su atacante.

-Supongo que recibieron una mejor oferta.

-L-Lo siento, niño. Negocios son negocios -murmuró con gran esfuerzo el entrañable Lord Bastian.

*

Apretó los dientes mientras sus párpados se mantenían cerrados. Tenía la frente perlada por un sudor frío que parecía haberse acumulado por el esfuerzo inhumano que estaba haciendo. Finalmente, terminó por relajarse y dejó escapar un suspiro que estaba impregnado de frustración. No podía establecer una conexión con su gemelo, no podía hacer magia y los resultados de aquel intento fallido de su parte tan sólo aumentaba la carga emocional que llevaba consigo desde que había salido de Londres.

Miró con desagrado aquellas ligaduras y después de un rato dejó caer su cabeza hacia atrás.

El techo desde allí se veía lejano, viejo y destartalado. Habían unos cuantos agujeros por los cuales se filtraban algunos rayos del sol, en otros caían algunas gotitas de agua y de vez en cuando el polvo se esparcía por su prisión como una cosa de todos los días. De todas formas, el lugar no parecía haber sido ocupado en mucho tiempo, de hecho estaba casi seguro que era el primero en entrar allí en tales condiciones.

Era la escoria de los Malfoy. 

Era curioso que aquello hubiera atravesado entre sus pensamientos en un momento como aquel. ¿Se estaba autocompadeciendo de sí mismo? ¿Podía ser más patético que eso? A esas alturas todo podía ser posible realmente. No era una novedad que su padre nunca hubiese esperado nada de él, no tanto como sí lo había hecho por su gemelo. No tenía nada que ofrecer a su familia más que problemas y dolores de cabezas. ¿Aprendería la lección algún día? Lo dudaba, dudaba que aprendiera algo de todas las estupideces que terminaba haciendo. ¿A caso eso no era propio de los Malfoy después de todo?

Volvió a frustrarse y aún más cuando aquella horrible polilla se posó sobre su nariz, dueña de hacer lo que quisiera porque ni moviéndose la maldita se quitaría. O eso pensó, con aquel ruido chirriante de bisagras oxidadas la polilla no tuvo más opción que escapar de aquello. Mientras que por su lado de lo único que era libre, era de girar su cabeza y tener esperanzas de que nadie le arruinaría el rostro ese día.

- Que triste, perdido y resignado te ves, cariño -¿su madre estaba ahí? ¿Todo ese teatro era producto de las maquinaciones de su madre? Imposible -. ¿Te rindes tan fácil? 

- ¿Qué clase de juegos baratos son estos?

- Isaiah Lucius Malfoy -este levantó una ceja al escuchar su tan odiado segundo nombre -. ¿Crees que esto es un juego? Tuve que usar viejos contactos para llegar hasta aquí, tu padre, tu hermana y yo hemos trabajado duro para llegar hasta ustedes. Veo que siempre tendremos que limpiarles la baba.

-¿Qué sigue, un besito y una caricia en el cabello? -se rió mientras negaba con su cabeza -. ¿No se les ocurrió nada mejor que esto? ¿Mi madre, en serio? Si yo soy ridículo, ustedes sin duda son profesionales. No quería que me torturaran, ¡pero la verdad que ya no me importa! -canturreó soltando un par de carcajadas agitándose en su silla como un loco desquiciado. Sin embargo, repentinamente como aquella actitud había llegado se había marchado para dejar sólo una expresión que era de todo menos amistosa -. Idiotas. Disfruta estos momentos, zorra. Pronto saldré de aquí y te obligaré a cavar tu propia tumba porque no obtendrás nada de mí -masculló realmente enojado.


Vainilla y Chocolate [COMPLETO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora