For a spoonful of hate, two of love.--

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4|Por una cucharada de odio, dos de amor.

[Piscis en multimedia].

Definitivamente, no era su mejor día, para nada lo era. Se supone debía ser una divertida tarde soleada para tomar fotos de la clase que debía entregar, ¿Tarde soleada? Dios dijo; " Vaya a comer caca, que usted pierde este semestre", y la lluvia cayo como anillo al dedo esa tarde, no sabia bien que hora era, posiblemente las 2 o las 3 de la tarde, su teléfono en su pantalón vibraba, mientras las gotas de lluvia caían, su cabello se mojaba lentamente y con su mano derecha sostenía fuerte la cámara Canon contra su pecho buscando sobre todo protegerla, su camisa blanca se había mojado en gran parte, haciendo que se pegada a su pecho, sus pies iban uno delante del otro, entre el parque, el cielo estaba completamente Gris sobre el, sus zapatos negros deportivos habían terminado en más de un charco con agua, mientras buscaba dónde resguardarse. Sus jeans negros bastante ajustados ahora tenían las brasas del agua y la tierra coloreado en la parte inferior, su bolso negro estába tras el con la tirantes en su hombro y siendo agitada por sus pasos, la música de Alexey Chumakoff sonaba siendo su tono de llamada, seguramente era su madre o Tauro. Su día había ido de mal en peor, al menos debían darle algo de esperanza de ganar ese semestre, ¿Crean que las becas eran fáciles de conseguir? Pues no, casi le dió el.. Bueno, Vio una carpa alta completamente desolada, y tomo la oportunidad para resguardarse en ella, camino rápido, suspirando y soltando el aire sosteniéndose con sus manos en sus rodillas, echando su espada. Miro detalladamente la cámara, abrió la pared de atrás, notando que el rollo estaba bien, calibro la lentilla, y suspiró. Parecía estaba bien su cámara, se agachó hasta sentarse sobre el suelo, aliviado de no tener que deber nada más, suficiente con una pelota de béisbol original perdida, echó su cuello atrás, para atraer sus piernas y relajarse, empezaba a tener algo de frío, posiblemente porque estaba algo empapado.

¡Ah, demonios! Suerte maldita.

—Te lo dije, necesito un auto ahora, no me importa si lo sacas de las tetas de tu madre o del semen de una burra, ¡Ni piense me quedaré aquí hasta que deje de llover!—. Ah, ese día. No era suyo en absoluto. La voz de siempre estaba esa vez a su lado, con una manera tan dominante para hablar, como sí fuera la persona con más poder en toda la tierra, su voz gruesa atravesaba los oídos del pez sentado en el suelo.

Piscis abrazaba sus piernas algo nervioso, no quería ver a su lado, pero ya era un impulsó suyo entrometerse en asuntos que no tenían su nombre, la lluvia caía, el sereno chocaba su rostro con caricias frías, sus orbes que veían las gotas de agua caer, no parecían para nada interesada de ella, el concreto dónde el beisbolista estaba sentado y el tejado le habían hecho sentir protegido. Mientras su cabello castaño seguía mojado y goteando, había guardado su cámara en su bolso momentos atrás, su teléfono hacía algo dejo de vibrar en su pantalón, bajo hombros. Y movió su rostro a su lado izquierdo con cuidado, no quería ser descubierto, su vista fue a la espalda ancha hasta recorrer unos hombros altos, una hermosa barbilla, una largas pestañas. Solo podía ver bien el perfil ajeno, parecía que el Líder de Agua tener una conversación bastante movida atravesó del teléfono en su oreja, su chaqueta negra parecía una de esas sacada de galas atravez de la televisión, unos pantalones de tela bastante caros sin duda alguna con el mismo color, una camisa blanca, y un reloj en su mano derecha que sostenía sin duda el dispositivo para escucharla y hablé atravez de él, su voz fuerte salió de sus labios, le hizo estremecer.

—¿Que mi auto está en reparación? Pues a la mierda, ¿Para que tengo dinero? Compra otro, y ven a buscarme. ¿Cómo que no puedes? ¿El maldito clima? ¡Me vale madres el clima! Se supone debía llegar hace una hora para la fiesta—. Su ceño callo, y cerro los ojos, tomando con los dedos de su mano izquierda parte de su cabello mojado dejandolo hacia atrás, soltando así un suspiró. —Mira Erick, eres el único asistente que a durado más de medio año, No quiero un Taxi, ni un particular. Quiero mi maldito auto, ¡ahora!, No me importa si te debes desgarar el ano y volver a nacer, me consigues el maldito auto en 30 minutos—. Es chico, apretó la mandíbula de una forma bastante visible, mostrando su poca paciencia, suspiró alzando la cabeza al tejado y colgó el teléfono, sin querer escuchar más.

Two Wish | ZodiacoGayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora