Capítulo 11

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Hablemos de Cormier y Cosima, la doctora llevaba días desaparecida, en realidad habían quedado con Anya y Raven para hacer un viaje loco por el 35 cumpleaños de Cosima ¿Dónde se puede ir de viaje en plan locura? Pues siendo ellas a cualquier lado, desde viajar a Europa y hacer un interrail a hacer escalada al himalaya, pero eso era los EEUU, ahí irse un fin de semana loco es viajar a Las vegas a vender hasta el alma o según la puchita y la marmotilla, despedirse de la soltería.

El caso es que las cuatro Marías, mujeres treintañeras con pánico al compromiso, más bien, son tres mujeres con miedo al compromiso y una que está preparada para dar un paso más como es Cosima, pero no le impedía a apuntarse a un bombardeo.

La idea fue ir un viernes y volver un lunes, luego Raven y Anya irían a Los Ángeles antes de regresar a Chicago para visitar a la exjefa y a la vaquera, pero lo alargaron unos días más y sin darse cuenta, ahí el tiempo pasa más rápido de lo normal, es como viajar a otro mundo.

Viernes noche, salieron a dar un paseo y vieron unos cuantos espectáculos, ¿las vegas podían ser muy Gay? Lo podía llegar a ser sí, encontraron un local donde había espectáculos de Drac Queens que imitaban a grandes iconos como era Gloria Gaynor o Cher, solo faltaba Madona. Al final acabaron en un escenario cantando I Will Survive. Hasta ahí a pesar de haber bebido, estaba todo controlado, el desmadre llegó cuando Anya Lindgren consiguió una botella de Absenta, sí, sí, propuso ver al Hada verde, pues no se si la terminaron viendo, lo que sí tuvieron fue una laguna muy fea, una laguna de cinco días seguidos. Vamos, un remix de resacón en las vegas con sexo en Nueva york.

Raven Reyes, que llegó a su límite la cuarta noche, después de exceso de fiesta, de ser poseída por su vena ludópata, del alcohol e incluso después de haber echo un pole Dance en plan showgirls, sin acabar en tanga claro, menudo regalo para la vista para los presentes. Al quinto día, es que ese capítulo de su vida se podía llamar así "el quinto día" tiene nombre de fanfic, solo que por el estado de Raven podría ser un fanfic apocalíptico, al quinto día Raven despertó después de estar largas horas en coma, en un principio entreabrió los ojos y los volvió a cerrar, la peor resaca de toda su vida, incluso sin moverse un ápice ni abrir los ojos ya tenía ganas de vomitar. Intentó hacer memoria, recordó el comienzo, la llegada a las vegas, cantar I need a hero, dos chupitos de absenta y después de todo eso era muy confuso, bailar con una barra, estar rodeada de un montón de chinos o japoneses, ya no recordaba, abrió los ojos cuando recordó darse el lote con Anya y otra pareja que no era ni Cosima ni Cormier, lo ultimo que recordó fue estar huyendo de un Elvis Presley. Quejumbrosa se pasó las manos por la cara y se fijó en un metal brillante que deslumbraba su dedo anular, frunció el ceño y levantó la manta que cubría su cuerpo desnudo, apunto de entrar en un ataque de pánico que podía ser el causante de que se le quitase la resaca de golpe, poco a poco fue dándose media vuelta y se tapó la boca cuando vio una mata de pelos rubios y el cuerpo de una mujer igual de desnuda, no era Anya, se conocía de memoria el cuerpo de Anya, observó que en una de las manos de esa mujer también había otro anillo igualito al que tenía puesto, sin hacer nada de ruido fue retirando el pelo de esa mujer y...:

— ¿Doctora Cormier?

Preguntó con un hilo de voz algo anonadada, se miró otra vez la mano, el anillo, ese anillo que no conocía pero que solo podía significar una cosa y acabó gritando como si se hubiese encontrado con el mismísimo Michael Myers, del mismo alarido Delphine se despertó sobresaltada y dando un grito, al ver a Raven gritó con su acento francés:

— ¿SE PUEDE SABER QUE TE PASA? LOCA

Raven mostró la mano donde tenía el anillo:

— ESTO PASA

Cormier se miró la mano y mirando a Raven acabó gritando como si hubiese visto al mismísimo Jason Voorhees.

No, al final Indra no dijo nada, tenía su carácter y sus descuentos a Clarke, pero no sería la mala que intercediera en el matrimonio de su hija, sobre todo si tenían en común cuatro hijos, pensase lo que pensase o sintiese lo que sintiese por su nuera, sus creencias era las que eran, "hasta que la muerte os separe" aunque el casamiento de su hija no fue en suelo sacro le gustaría creer que así era. Así que Indra dejaría que todo cayese por su propio peso, con el paso del tiempo las verdades salen a la luz, o conociendo a su hija, con el paso del tiempo su frustración acabará afectando a su forma de ser, solo entonces, la propia Clarke escucharía y llegaría al mismo acuerdo de que al menos, se merecía escuchar una segunda opinión médica, que tampoco pedía mucho y si en realidad tenía solución, pero al menos la segunda opinión médica del mejor neurólogo.

Mi diablesa siempre viste de rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora