De campamento (parte I)

7 0 0
                                    


-Nena hace un calor insoportable, sacate ese buzo- le grito Gise cuando se alejaba con Debi. Y era verdad, hacia más de cuarenta grados, pero ella ocultaba algo bajo ese suéter.

Cuando llegaron a la cocina Debi le pregunto si estaba bien, pero ella le mintió como venía haciendo desde que Javo había cambiado tanto. Buscaron un poco de agua, y ella tomo unas sales re hidratantes, por si el calor la hacia desvanecerse.

Al volver al refugio del grupo, ya algunas de las chicas estaban en el arroyo. Feli y Angi les hicieron señas de que entraran al agua, pero a pesar de la insistencia de Debi, ella se quedo en la cota. Dijo que estaba menstruando, que no podía. –No estas menstruando- le dijo Gise por atrás –cuando te viene se te inflama la cara, vos tenes algo más, algo nos estas escondiendo.

Se limitó a bajar la cabeza y trato de tragarse las lágrimas.

Ya en la merienda, el calor la estaba matando. Estaba sudando, pálida y un poco lenta. Ante la posibilidad de que se volviera a desmayar, Debi le saco el buzo. Y entonces ya no había escusa que valiera. Las mentiras se cayeron por su propio peso. Y todos esos inventos de que el moretón en la pierna era porque había caído a la noche volviendo a la carpa, que el labio roto era por un pelotazo jugando al softbol, que las marcas en las costillas eran de una guerra de cosquillas con su sobrino, todo cayo en picada para ella. Para cada golpe de Javo tenía una excusa, una mentira, pero qué podía inventar ante un mordisco más que evidente. Tenía los dientes de él marcados, y el aspecto era terrible.

Debi quedo helada, mirando fijo la herida del brazo. Feli comenzó a llorar, el abrazo tan fuerte que pego un alarido por los golpes en las costillas. Gise salió corriendo a buscar el botiquín de primeros auxilios para cubrir la herida y evitar que se infecte aún más. Angi le preparo las sales re-hidratantes y trato de que Débora volviera en sí. Todas las rodearon después, e intentaron que contara todo. Ella solo se tapaba la herida como si fuera posible esconderla, y lloraba por lo bajo, sin mirarlas.

-Yo me lo busque-dijo por fin- fue mi culpa por hacerlo enojar. Me dijo que no me hable más ni con ustedes ni con Simón, que solo quieren vernos separados, pero quise venir al campamento igual.

Las amigas se miraron sin saber qué hacer, si retarla, consolarla, abrazarla o dejarla sola que reflexionara.

-Me dijo que usara su buzo acá para que todos supieran que soy suya, y que mordió para que cuando me lo sacara me acordara de él. Es su manera de demostrarme que me ama.- argumento con muy poco convencimiento. Estaba enferma y asustada. Quería dejarlo y no sabía cómo.

-¿A vos te parece que eso es amor? -Le dijo Feli.

Ya entrada la noche, camino a la carpa previo a dormir, Debi le pregunto si Simón sabía algo de esto.

-¿¡Estás loca vos ?! Si Simón se entera es capaz de ir a un molerlo a golpes. Y Javo mide como seis metros más que el negro, y pesa el doble. Además Javo suele andar armado. No, que Simón no se entere, me muero si le pasa algo.

-¿Por qué no admitís que te morís por el negro? - Debi sabía que entre Simón y ella pasaba algo, pero ninguno se animaba a asumirlo.

-Debi prométeme que no le vas a decir nada.

-Yo no, pero sabes lo chiquito que es esto, se va a enterar. Si me pregunta, yo no pienso mentirle.

Ella sabía que era cuestión de horas o días para que Simón se enterara. Más bien, lo que iba a hacer era confirmar sus sospechas, porque ella había cambiado tanto desde que estaba con Javo, que era obvio que todo esto venia por ese lado.

Al día siguiente viajaron a un lago cercano al lugar de campamento. Simón se sentó junto a ella en la combi. De la nada le dijo.

-¿Cómo sigue tu brazo? - ella lo miro asustada- no me mires así. Ya lo sabía.

Dicho esto se pasó al asiento de atrás con Debi. Ella se quedó sola, pensando y masajeando la herida que le picaba cada tanto. Algo nuevo dentro de su cabeza estaba naciendo, una idea que la asustaba y le daba curiosidad. Algo nuevo estaba creciendo.

Relatos de mi vida anteriorWhere stories live. Discover now