Dia 4

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El desayuno es la comida más importante del día, debía prepararselo por su cuenta aunque desearía que su mamá lo hiciera por él como en las películas, que juntos bebieran jugo y hablarán un poco.

Pero ella nunca está.

Ya no tiene más hambre.

Toma unas pastillas al azar del mueble de su mamá, puede que lleven ahí mucho tiempo pero le duele la cabeza y cualquier cosa engañara su cerebro, se sentirá mejor.

Cepilla sus dientes, se mira al espejo y suspira cuando ve como sus impecable suéter rojo se manchó con pasta dental.

-no importa- se dijo asi mismo para tomar su mochila, salió de su casa y cerró con llave. El recorrido no era largo, de hecho estaba muy cerca.

En la entrada estaba Harry, este hablaba con una chica, una chica de cabello castaño, le sonreía con dulzura, algo dentro de él se sintió revolver, no podía ser el desayuno porque no lo había comido. Harry le acarició el cabello y está hizo lo mismo con el de él.

Tomó los colgantes de su mochila con fuerza, no sabía el porqué le causaba molestia, pero era verdaderamente molesto para él. Se decidió a entrar, no había despertado del mejor humor y ahora estaba peor, ni siquiera le tomó importancia a los comentarios a su alrededor porque tenía su mente en ceros, en Harry y esa chica. Quizá esas pastillas estaban pérdidas, porque ahora estaba ido.

-¿Me escuchaste?-le grita Ander y Louis rueda los ojos.

-la verdad no- responde, no estaba midiendo sus palabras porque no tenía miedo.

-¿Que dijiste?-preguna Ander incrédulo, y Louis alza la mirada. Sus ojos azules estaban brillantes bajo el cristal de sus anteojos.

-que no te escuché- repite. Ander le lanza un manazo en una de sus orejas, lo dejo algo aturdido.

-veamos si así se te limpian los oídos- le dice para patear su asiento y mirar al frente. Su clase había comenzado.

Louis tenía la mirada aún pérdida y tapaba su oído con la palma de su mano. Tenía los ojos cristalizados, pero no podía hacer nada, no estaba triste está vez, no tenía miedo, tenía coraje y posiblemente pastillas caducadas en el sistema.

Tomó sus cosas y salió del lugar, ni siquiera la voz del profesor preguntando qué pasaba lo detuvo. Estaba en el baño de la escuela echándose agua en el rostro con el cabello desordenado y los anteojos colgando de su camisa.

-¿Que te pasa, Louis?- se pregunta a si mismo y mira su mochila en el suelo. Contó hasta 10 y sonrió- sabes qué haces si no quieres estar aqui, no lo olvides- hablo nuevamente y luego miro a su alrededor para darse cuenta que nadie lo mira. Sabía que debía fingir un desmayo justo a mitad del pasillo, pero el problema era el doctor, no quería ver a Harry.

Estaba siendo un niño berrinchudo, estaba siendo un celoso total, le daba vergüenza su sentir y su comportamiento. No era un niño, ya tenía 15 años, y estaba en tercer año de secundaria. Se valía por si mismo, no debía comportarse así. Se agachó por su mochila y salió del lugar, encararía a Harry, le diría la verdad, que estaba cansado y quería irse a su casa. Fin.

No lo hizo.

Estaba en medio del pasillo con los ojos cerrados, su desmayo fingido era un éxito.

Ya había alumnos a su alrededor, sería cuestión de segundos para que Harry fuese en su búsqueda. Así fue. Sintió como le tomaron el pulso, y luego lo tomaron en brazos, la loción de Harry era buena, le gustaba y no lo mareaba como la loción de sus compañeros de clase o inclsuo la de su padre.

"permiso para ir a casa"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora