CAPÍTULO 29

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La piedra resurgida del infierno  y protegida por los cielos, en manos equivocadas o quizá en las correctas, el mundo puede acabar.

La piedra dorada, la piedra de fuego, cuyo poder es inigualable

Convierte ángeles en demonios

Amigos en enemigos.

A los buenos les quita el alma,

A los malos les da el poder

¿A cambio de qué?

¿Cuál es el precio?

Resurrección, muerte, destrucción.

El ópalo de fuego arde,

¿Quieres el poder?

Has que su fuego te consuma.

¿Quieres destruirlo?

En el monte del que resurgió, con los primeros rayos del alba

La piedra de fuego puede ser destruida

El ópalo de fuego arde 

¿Dejaras que su fuego se apague?

El ópalo de fuego arde.

¿Dejaras que su fuego te embriague?

Despierto sobresaltada, apenas había logrado conciliar el sueño, hemos navegado por cinco días, no falta mucho para que lleguemos, contamos con la suerte de que Arthur sea un experto en barcos, nos ha organizado y está a cargo por el momento.

A veces un leve cosquilleo invade mi cuerpo, desde aquella vez en el bosque no he vuelto a tocar la piedra pero a veces siento como si nunca la hubiera soltado.

Los chicos se han hecho cargo de ella por turnos, aunque muchos no han soportado el dolor, todos aseguran que hasta el momento mi reacción ha sido la más exagerada, Luke supone que es porque soy mujer lo cual ha provocado una pequeña discusión entre las ninfas y él, eso  resultó bastante satisfactorio, al menos para mí.

Algunos lobos han salido heridos del bosque, afirman que no es nada por lo cual preocuparse, Peter, uno de los chicos de la manada de Gladiolo ha pasado con fiebre, Elissa, la hermana de Math se ha encargado de cuidarlo, al alfa de la manada luna roja no parece agradarle mucho, ahora entiendo la preocupación de la chica al pensar en descubrir su romance con un chico de una manada diferente.

Gabriel llega a mi litera, tiene el cabello húmedo, como si se acabara de dar un baño, se acuesta en mis piernas y cierra los ojos, me gusta verlo así, en calma y a salvo. Me sorprende lo mucho que ha cambiado, incluso lo veo más alto, más maduro, fue una buena decisión traerlo hasta aquí, así debía ser para que estuviera a salvo, últimamente hemos hablado de lo que haremos después de esto, Gabriel se muestra entusiasmado, parece que todo esto no le ha afectado, a pesar de llevar el ópalo en su pecho  Gab parece no sentir dolor, ni ardor y su personalidad parece no verse afectada, debe ser porque es humano y también porque es muy corto el tiempo que se le permite llevarla, Gabriel se acomoda en mis piernas haciendo una mueca de incomodidad.

—Todo es mejor si estoy contigo— dice aún con los ojos cerrados — Todo esto parece tan irreal, hace poco nos estábamos escapando, tú saliendo a hurtadillas de tu casa mientras yo esperaba por ti para ir a cualquier parte — una sonrisa se plantó en sus labios, paso mis dedos por su cabello enredando un largo y castaño mechón entre mi dedo índice.

Tenemos tantos recuerdos, hemos estado juntos toda la vida, el mundo se nos viene abajo pero al menos nos tenemos el uno al otro.

Gab suspira lentamente, se ha dormido.

Después de un tiempo de observarlo en silencio sin despertarlo me escabullo dejándolo profundamente dormido. Afuera todo está oscuro, la espesa neblina impide ver las estrellas y el frío  se cuela  hasta los huesos, el mar parece cada vez menos infinito, grades rocas se alzan a los lejos, y varios de los chicos preparan todo para desembarcar.

—¡Tierra a la vista! — grita Arthur quien se encuentra detrás del timón, se escucha una carcajada tras sus propias palabras.

Es tiempo de desembarcar, no puedo estar más nerviosa, Elissa se sitúa a mi lado, su nerviosismo es tan notorio como el mío.

—¿Qué pasará? — me pregunta.

Ojala pudiera saberlo, simplemente hay cosas que no soy capaz de ver, la mayoría de las visiones que he tenido ni siquiera han sido voluntariamente, ellas solo llegan, mi silencio fue su respuesta, ella no me juzga, como todos aquí era entendible que también tuviera miedo.

Desembarcar es algo muy difícil, ha sido más difícil incluso que subir a bordo, ha de ser por el nerviosismo que implica enfrentarse a lo desconocido, Gab que ha despertado hace poco me toma de la mano y juntos bajamos.

Logró divisar en la orilla a elfos esperándonos, tal cual estaba planeado, debido a que estábamos en sus territorios eran los indicados para guiarnos, Gabriel hizo una mueca de desagrado en cuanto los vio.

—¿Por qué elfos? — me dijo con desagrado a modo de secreto.

Sonreí, a mí tampoco me agradaban mucho pero aprecio su hospitalidad. Booz habla con el que parece ser el líder del grupo de los elfos, después de comer y descansar un rato emprendemos un larga caminata.

Los caminos son rocosos y algo peligroso, por la oscuridad de la noche a veces no se logra distinguir por donde caminamos, hace demasiado frío, noto a Gabriel contrariado.

—Ven, permite que lleve la piedra un rato— le digo acercándome a él. Gabriel duda, se ve bastante cansado.

—¿Estas segura? — me pregunta y yo asiento.

Gabriel me da la piedra, ha de estar demasiado cansado como para haber aceptado fácilmente, tan pronto como se la quita su rostro se relaja, el ópalo hace que mi mano arda pero intento que Gabriel no lo note, antes de  guardar la piedra, la observo, su colores de verdad semejan el fuego, incluso parece arder, a simple vista se ve insignificante, ¿será realmente tan poderosa?

Caminamos en silencio y apresuramos el ritmo, falta poco para el amanecer, por suerte estamos próximos a llegar al monte Ever, dicen que en alguna parte de ese lugar hay una entrada directa al infierno, solo pensar en eso me llena de miedo.

El frío incrementa  y empiezo a pensar que todo está resultando a nuestro favor, llevar la piedra y esperar a que amanezca, confiando en que todas las visiones e historias sean reales.

Justo cuando pensaba que todo estaba  bien y como si me hubiesen leído el pensamiento, de las rocas que nos rodean empieza a surgir un sonido que hace eco por todo el lugar, nos detenemos de golpe y hacemos silencio, la tierra tiembla y una gran nube de polvo se levanta sobre nosotros. Un  pesado cuerpo choca contra el mío arrojándome lejos.

La piedra sobre mi costado izquierdo produce un terrible dolor, el golpe me ha dejado sin aire y no logro ver a mi atacante, escucho gruñidos de lobos, gritos y disparos, el lugar se inunda de un desagradable olor, entre azufre y sangre, solo significa una cosa, los retenidos están aquí y junto a ellos los demonios.

El ópalo de fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora