Seya caminó hacia Senya, con una virtuosa e impecable elegancia, sin dejar atrás un enorme tinte de furia y sed de sangre mientras Senya daba pasos ligeros hacia atrás, como quien intenta huir sin ser notado.
Paso tras paso, el sonido crudo y frío del tacón que calzaba Seya arremetía en ritmo casi perfecto con el latir del corazón asustado de Senya, quién no desviaba ni un segundo la mirada de su presa.
¿Qué planeaba Senya al retroceder estando ya ahí?
La misma incógnita cruzaba por la menta de Seya; - Quizá tenga miedo, se arrepintió de haber llegado hasta acá. Sabe que bajo cualquier circunstancia, de acá no saldrá viva, ya sea bajo mi mano, o por el frío hierro que cargan mis guardias.Senya se detiene, eleva su mano de manera lenta y segura hacia su pecho, desabrocha su túnica dejándola caer al suelo sin mover su mirada, señala a Seya, quien aún conserva una sonrisa burlista en su rostro, y le dice:
- Han pasado muchos años desde la última vez que miré tu rostro, y aún nada cambiado, a excepción claro, de que esta vez planeo matarte.
Sacó con su otra mano un cuchillo, ofreciendo un sonido, un destello característico, como un vidrio rozando un metal, chascó sus dedos frente a Seya que aún no procesaba lo que acontecía. Generó humo de sus dedos el cuál cayó sobre los ojos de Seya, obligándole a cerrarlos.
El cuchillo se acercó peligrosamente a su garganta, en segundos, donde sólo alcanzó Senya a decir; - Lo siento, hermana, pero debo hacerlo por nuestro nombre.Seya ríe, aún con sus ojos cerrados, miran juntas hacia aquella filosa arma. Había sido detenida por un sólo dedo de la diosa.
Sin cortarle, sin herirle si quiera un poco, pese a que iba dirigido con tal fuerza que lastimó el brazo de Senya al ser arrojado hacia la garganta, parecía no era nada ante Seya.Ella, abre sus ojos, rojos e irritados por aquel polvo que Senya soltó y con el doble de aquella fuerza brindó un golpe directo al rostro de Senya, el sonido fue estremecedor, se podía escuchar el crujir de varios huesos de la quijada de quién se hacia llamar Healer.
No siendo suficiente, en cuestión de segundos toma la mano de la desorientada Healer antes de que esta cayera al suelo, la levanta de nuevo y le somete un cabezazo directo a la nariz haciéndola sangrar instantáneamente. La tomó del rostro, sujetando con fuerza, la acercó a su boca para decirle:- No eres nada, y nunca fuiste nada. Eres la vergüenza de nuestro apellido, no mereces ni siquiera estar hoy frente a mí.
Con su rodilla, golpea el estómago de la ya muy desorientada y adolorida Healer, quien sangraba abundantemente. Todo esto sin dejarla caer al suelo, la levanta de nuevo, llevándola con fuerza hacia ella, la tomó de la cintura y comenzó a bailar con el cuerpo convaleciente de su hermana quien no podía mantenerse en pie por sí sola.
Giraban por toda la sala, el rostro de Seya, en un estado de éxtasis y ego reían de lo que pasaba, sus ojos mostraban una alegría inconmensurable, realmente disfrutaba el hacerle tanto daño a su hermana mayor.
Con fuerza azotó contra las paredes la cabeza de Senya/Healer, quién fuese no importaba, su nombre, su misión. Todo parecía indicar que la desventaja era suprema hasta que:Diez minutos; diez minutos han transcurrido.
Se escuchó un fuerte golpe a las puertas que ocultaban aquella triste escena, esto, para abrir para a Francis Kane.
Entrando con gran rapidez corrió hacia Healer y Seya, dejó caer su túnica al suelo, sujetando dos filosas navajas en sus manos, y una en su boca.
La escena fue rápida, aún ni los presentes lograban procesarlo todo, dos sonidos predominaron el silencioso ambiente, carne siendo atravesada, y un quejido inmediato.
Sangre caía al suelo, gota tras gota aumentaban la densidad del pozo que yacía debajo de las hermanas, segundos después; Healer cayó a los brazos de su hermana menor. Francis Kane había asesinado definitivamente a Healer, a quien debía proteger, una vez más, traicionó lo que debía cuidar bajo palabra.
Retiró la navaja de la espalda de Senya para así guardarla en su cobertura, todo esto ante la mirada confundida de Seya quién no terminaba de entender aquella escena, ni el porqué del acto.- Seya, Seya. O debería llamarte ¿mi reina?. Como sea, no debes mirarme así, a fin de cuentas te quité un estorbo de encima.
Dijo Francis.Seya deja caer contra el frío suelo a su hermana, ya muerta golpeó fuertemente contra el piso. Un cadáver que se manchaba con su propio charco de sangre, sus ojos cerrados, sus labios dejaron de tensar, estaba ahí el cuerpo de alguien fuerte, valiente, que tenía un objetivo claro, mas no iba a conseguir cumplirlo.
- Veo que no tienes palabras.
Agregó Francis
- No tienes que decir nada, tu destino es el mismo que el suyo. Debes morir, toda esta alianza debe desaparecer y yo seré quien se encargue de eso. Vengaré lo que le hicieron a mi familia, de eso no tengo duda.Francis atacó a Seya directamente quien esquivó el golpe, saltó por la ventana y huyó del sitio, ante la mirada enfurecida de Francis;
"No tengo más tiempo de buscarte de nuevo, si no termino las cosas ahora, no habrá un después" arremetió con ira en contra de la huida de aquella mujer, quién se autodefinía como diosa, ahora presentando una cara totalmente distinta a la de alguien valiente.Francis corrió tras ella, se podía apreciar los cadáveres de los dos guardias, sangrantes, decapitados por el mismísimo Francis Kane, quien logra interceptar el camino de Seya, como quien ya conoce cada rincón de aquella mansión. La recibe con un golpe certero en la cara, Seya al instante se pone de pie, con sangre en su boca y una mirada de furia irracional, mirando directamente a Francis.
Hubo un intercambio de golpes, pasaron más de dos horas donde la contienda ya era exhaustiva, golpe tras golpe, patada tras patada los dos ya no daban para más hasta que un estoque primario dio directo al cuello de Seya, asesinándola instantáneamente, una vez más la daga ejecutaba a una Mongrel, por las manos de Kane ya corrían las vidas de las dos herederas de la alianza Mongrel.
Éste, cansado, se sienta sobre el cadáver severamente golpeado de Seya, para finalizar cortando su cabeza también, procedió a echarla en una bolsa y caminar con ella de nuevo dentro de aquella estructura, la que alguna vez Seya conoció como casa.
Procedió a sentarse en el trono, totalmente cansado, destruido, sangrante y sin fuerzas para nada más, dejó caer la bolsa en el piso y cerró con una risa, no cualquier risa, una fuerte y maniática risa que daba a entender; su cometido fue cumplido.
La risa se podía escuchar cuartos a la distancia, incluso fuera de la mansión, que poco a poco se confundía con el viento y el graznido de los cuervos, amigos de la noche.
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Mongrel/ Pía y Healer.
AçãoThe Shifter; capítulo dos. Continuación de la historia de Pía y Healer.