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—Gracias por todo, Isomori-sensei —Kenta inclinó levemente su cuerpo y el hombre le sonrió palmando su espalda.

—No fue nada. Aún recuerdo cuando los tres eran unos mocosos débiles sin masa muscular —rio y tanto Taichi como Ren lo miraron ofendidos. Kenta rio por lo bajo.

Pues sí, en esos años de entrenamiento —al menos él— había crecido tanto en altura como en musculatura por su intento de distraerse de la enfermedad, haciéndole justicia a uno de los significados de su nombre: Fuerza. Aunque claramente la fuerza física ya que en otros términos no era fuerte para nada, y luego quedaban salud y valentía, esas dos palabras todavía no podía cumplirlas del todo como había hecho con la fuerza.

—Ya verás, gorila. Te alcanzaremos y no sabrás qué te golpeó —Taichi saltó a su espalda y el profesor rio una vez más.

—Me alegra que estén bien, en especial tú, Masashi-kun. Ahora larguense —los chicos riendo abandonaron el gimnasio.

La primera hora de clase se la pasaron allí, en compañía de su entrenador y profesor Isomori Atome, planeando los distintos entrenamientos que tendrían en el año al mismo tiempo que hablaban de los candidatos para integrar el nuevo equipo de la temporada, dejando pactado que la próxima semana elegirían a los chicos de la selección masculina. Al igual que la capitana de la selección femenina debía elegir entre las nuevas chicas.

Taichi todavía seguía sobre su espalda y cargaba con él caminando por los pasillos con Ren a su lado, recibiendo las miradas divertidas de los estudiantes y una que otra risa porque el castaño parecía un bebé koala abrazando a su madre.

—Eres muy cálido Ken-chan... ¿Puedo quedarme aquí por siempre? —murmuró fingiendo roncar hasta que él soltó sus piernas y de no ser porque estaba abrazado a su cuello habría caído sobre su propio culo—. DESGRACIADO ASQUEROSO, ¡CASI ME MATAS! —gritó y Ren explotó en carcajadas. No obstante, su sonrisa se borró y su risa disminuyo al ver una cabellera rubia ondulada malditamente conocida.

Sí. Hikaru caminaba con la mirada baja entre los demás alumnos y alumnas por el pasillo, y por cosas del destino se dirigía inconscientemente hacia ellos.

—Mierda —siseó y volteó a ver a Kenta, pero este estaba ocupado peleando infantilmente con Taichi por lo que aprovechó la distracción del par para guiarlos en la dirección contraría a la de aquel chico de ojos jade, metiéndose en otro pasillo.

—¿A dónde nos llevas? —preguntó Kenta al notar que Ren los empujaba hacia otra dirección.

—A la máquina expendedora, Taichi dijo temprano que quería gomitas.

—Yo n-... —un golpe en su espalda lo silencio. Jadeó—, di-digo sí, ¡SÍ! ¡YO QUIERO GOMITAS!

Kenta suspiró y dejándolo sobre el suelo caminó hacia la máquina para comprar las benditas gomitas.

—Ay ay, no tenías que golpearme tan fuerte —lloriqueando se acarició la espalda una y otra vez.

—Calla. Naoko-kun está en los pasillos —Taichi se cubrió la boca con sus manos—, no sé qué haremos para evitarlo todo el día ya que ahora estamos hasta en el mismo curso —habló nervioso y él tomó su propia cabeza con sus manos.

—¡Kamisama! ¡¿Dónde estás cuando te necesito?! —dramátizo. Ren golpeó su cabeza sin hacerle daño realmente.

—Idiota, esto es serio. Si Ken-chan lo ve podría tener una recaída.

—¿Crees que no lo sé? ¡Es solo que estoy nervioso! —gritó en susurros jugueteando con sus dedos—. No podemos dejar que lo vea, pero tampoco podremos evitarlo. De todas maneras, ¡¿qué carajos hace aquí?! ¡Pensé que se había ido a Tokio para siempre! —gritó una vez más en susurros, y ambos guardaron silencio al ver a Kenta regresar con las gomitas en mano.

Adore You (Gay) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora