Capítulo 2: La primera vez

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— ¡Qué barbaridad! —exclamó el director— ¡¿Cómo pudiste siquiera golpearle?! ¡Sus padres son de los que más me pagan, Donovan! —chilló alterado— ¡No como tu despreciable familia!

Claire tragaba sus palabras llenas de rabia y optó por no contestarle a nada, pues sabía que eran preguntas retóricas que él mismo se hacía. No le cuestionaba a la chiquilla, ¡qué va! Hablaba con el aire, con las paredes, menos con la pequeña de siete años.

— ¡Tus padres pagarán caro tu actitud, pequeña diablilla! —añadió sonriente.

Descolgó el teléfono que había sobre su escritorio y Claire solo tuvo que ver cómo marcaba a tres números para saber que se trataba del teléfono fijo de su casa; se sintió algo aliviada, sentimiento ya experimentada en un pasado. Ella sabía que su padre no despertaba hasta pasadas la hora de la comida y apenas eran las once de la mañana.

La primera y última vez que experimentó el denominado "alivio" fue cuando pensó que no podría ver su querida serie, pero llegó a tiempo para no perderse ni un capítulo de la maratón que iban a echar por televisión.

El director suspiró molesto, colgó y decidió llamar directamente a la madre de Claire. La pequeña maldijo en un susurro y se cruzó de brazos sin mostrar más emociones, acomodándose en su asiento, pues sabía que la conversación daría para largo. El que golpeara a Paul de esa manera desencadenó un montón de emociones que la morena no sabía ni que tenía... le gustaba, pero al ser tan efímero, escribió mentalmente el ir tras esa misma sensación. Cueste lo que cueste.

Claire desvió su mirada del director a la ventana. Todos los niños jugaban y corrían de un lado a otro. ¿Por qué ella era distinta? ¿Por qué nadie quería estar con ella? ¿Por qué tantos desconocidos la trataban mal sin ella haberles dirigido la palabra en su vida?

No lo sabía. Lo dejó así.

— Tu madre está de camino, Donovan. —habló más calmado.

Claire lo miró sin expresión alguna. Sabía que su madre y él se veían a escondidas de todos; lo descubrió sin quererlo, nunca podrá borrar de su mente cómo el adulto casi anciano que se encontraba a su frente le decía cosas sucias a su madre mientras esta sonreía y pedía por más. ¿Más qué? La pequeña aún era algo joven para saberlo, pero sí era consciente de que su madre era... ¿cómo decían sus "compañeros"? Oh... Una zorra.

— Pues me voy. —contestó Claire, sin ganas de nada.

El director rió y negó divertido— Permanecerás aquí hasta que termine de hablar con tu madre, ¿entendido?

Claire tan solo se puso en pie, caminó hacia la puerta y salió sin más. El director gritaba para que volviera de inmediato, pero ella hizo oídos sordos y siguió su camino hasta llegar a su árbol; se sentó en el césped, abrió su libro de tapa dura que ahora tenía unas cuantas manchas de sangre, y se puso a leer. Claire adoraba sumergirse en el mundo de los libros. Todo era tan distinto en ellos... casi la hacían sentir algo, más ella no sabía cómo se llamaba ni si siquiera realmente lo sentía. Podría ser un producto de su imaginación o un sueño... nadie sabe.

La campana sonó. Era hora de volver a clases.

Claire caminó normal hasta su aula correspondiente y notó cómo todos la miraban. Odio, miedo, rabia, asco, envidia emanaba de sus compañeros; se sentó en su pupitre, el cual tenía rayajos hechos por los animales que se encontraba en su misma clase, y sacó los libros de la asignatura que tenían. Los rayajos, pues ponían lo típico: "suicídate ya", "fuera de nuestro cole", "muérete", "das asco", "error", "puta", "asquerosa", "perra", "desgraciada", "aburrida".

Si la morena fuera sincera, a veces se sorprendía al ver cómo sus compañeros llegaban a escribir y decir tantas palabras variadas, siendo su vocabulario bastante simple. Se podría decir que ella era una de las pocas razones por la cual esos pequeños incultos buscaban palabras en el diccionario, ya que una cosa es decir y otra, saber lo que significa.

My boy©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora