Las estrellas que navegaban la noche tenían secretos que esperaban a ser revelados y su estudio era clave para todo tipo de conocimientos: las estaciones, los mejores momentos para las cosechas e incluso las respuestas a todo aquello que sucedía después de la muerte. Al menos así lo creían los astrónomos en cierta región del gran continente Varttland.
Para ellos no hubo exageración en creer que estudiar los movimientos de los cuerpos celestes nos indicaría nuestro lugar en este universo. Claro que, al vivir en una época medieval, fue fácil que el resto de la población los tratara como locos. En aquellos años no se conocía ni la forma de nuestro planeta, y las personas no sabían que existía más de un continente. Poco a poco, los astrónomos se separaron de aquellos que no los comprendían.
Todo esto llevó a la fundación de la Aldea de los Astros.
Eran un gran grupo de astrónomos que venían de distintas zonas, con la intención de formar una comunidad enteramente dedicada a lo importante.
El lugar comenzó como un campamento en algún punto de la sierra de montañas más extensa de Varttland, y en el transcurso de setenta años, las personas que se asentaron allí hicieron progresar su ciencia. Se construyeron telescopios, idearon teorías sobre el movimiento del sol y la luna, descubrieron galaxias y debatían sobre su lugar en el espacio.
El mayor inconveniente que tuvieron que enfrentar en su independencia fue la necesidad de otras prácticas ajenas a la astronomía para sobrevivir: tuvieron que llevar oficios secundarios como la herrería y el cultivo. Además, el peligro de la zona, que habían ignorado al llegar, comenzaba a hacerse presente. Había criaturas peligrosas merodeando en la noche...
La razón por la cual antes no había pobladores cerca de la montaña era un conjunto de anécdotas sobre exploradores que se dirigieron a la sierra y allá avistaban bestias extrañas, del tamaño de los mismos hombres, que eran descritas de forma diferente en cada relato; a veces eran de abundante pelaje, en otras ocasiones se decía que estaban cubiertas de escamas, pero mayormente se describían como grupos de distintos animales inusualmente grandes e inteligentes.
Al principio, los astrónomos ignoraron la advertencia, y durante varios años hubo relativa tranquilidad, pero cuanto más tiempo pasaba, más evidente era la verdad detrás de las historias. En pequeños descuidos se perdía algún hombre, mujer o niño.
Al percatarse del sigilo de las bestias, en la aldea se hizo una reunión que discutiera las posibles soluciones al gran problema. Se aumentó la iluminación nocturna, y se asignaron turnos para hacer guardia. Alguien sugirió entrenar guerreros que ayudaran a aumentar el nivel de defensa, y alguien más pensó en colocar trampas ocultas para enfrentar a las bestias.
Incluso siendo el lugar habitado mayormente por personas prudentes y de razón, el solo pensar que algo se ocultaba en la oscuridad, esperando pacientemente el momento de atacar, perturbaba la calma en el lugar.
A veces se sentía su presencia, algo indescriptible y alarmante. Pero no siempre fue así; había temporadas de silencio, por lo que tal vez habían hecho algo bien después de todo.
La Aldea de los Astros creció a pesar de los problemas, centrándose en lo que se habían propuesto desde un principio, y el asecho de esos entes poco a poco fue olvidándose con las generaciones.
Pasaron muchos años para que un solo hombre llegara a saber lo que esas bestias eran realmente, y además lograra escapar de una de ellas. Desafortunadamente, él estaba completamente solo ese día... pero era un hombre sabio, que recordaba las palabras de su padre: "el miedo debe ser enfrentado".
Y supo que debía acabar con ello. El cuerpo de Terson aún era invadido por el miedo de la primera vez que una bestia se presentó ante él. Sólo tenía cuatro años, pero ese pequeño momento tuvo importancia cada año que vino después, incluso en el último segundo antes de su vida llegara a su fin.
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LEGADO DE ANMITER: BRUJO Y EXE
FantasyEra la época medieval en Varttland, y gracias a ello, era muy común que la magia enérgica pasara desapercibida por muchos años, escondida en el continente. Un joven alquimista, decidido a hacer todo por una búsqueda, termina aislándose en un pantano...