Capítulo 9

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-¿Y que vas a hacer?

-No lo sé.

-En realidad tienen dos opciones.

-Elena no ayudas.

Natalia estaba junto con su hermana viendo la televisión mientras comían. A la pequeña se le había ocurrido sacar el tema que tanto atormentaba a su hermana.

-Nati...- la miró con pena.

-Chacho, es que te he dicho quinientas veces ya que no quiero hablar del tema.- en su voz no había enfado, más bien era tristeza-. Ya tengo asimilado lo que va a pasar. Solo es que no lo quiero pensar.






Natalia se encontraba en su habitación, ese día Alba y ella no podían ver porque la rubia se encontraba de turismo por la isla, por lo que decidió quedarse todo el día en la casa de su abuela.

Quedaban dieciséis días para que Alba se marchara. Dieciséis días.

No habían hablado de lo que harían, pero Natalia había estado pensando profundamente y había llegado a la conclusión que lo mejor sería dejarlo. Dejarlo porque probablemente no se verían más, ya que ambas estudiaban y además los viajes no son baratos. Le dolía el alma sólo de pensar en que se tendrían que despedir y cortar todo lo que tenían. Tenía que dejar a la persona más importante que había tenido en su vida.

Mientras estaba sentada chapurreando con la guitarra le vino una melodía sola, y seguidamente la letra salía una letra sin pensarlo. Cogió una libreta rápidamente y empezó a escribirla.

Justo al centro
Tú llegaste, como un anticiclón...



-Eres guapísima.

-Que tonta eres.

Estaban acostadas a lo largo del sillón mirándose a la cara. Habían terminado de ver la última película de Shrek, tardaron su tiempo, pero finalmente lograron aquello que dijo la morena.

-¿Que hacemos ahora?

-Quedarnos aquí dándonos mimitos hasta que vengan tus padres.

-Van a venir en cualquier momento, lo sabes, ¿no?

-Aprovechémoslo entonces.

Puso su peso encima del cuerpo de la rubia y unió sus labios. Se chupaban, mordían y tiraban de los labios continuamente. La más baja se atrevió a pasar su mano por debajo de la camiseta de la alta, tanteó la zona hasta que llegó hasta el sujetador y ambas soltaron una risa nerviosa. Nunca habían llegado hasta esos límites.

-¿Alba?.- Escucharon la voz del padre del Alba y se separaron apuradamente.

-Estoy en el salón con Nat.- mientras hablaba ambas intentaban parecer lo más tranquilas posibles.

El padre entró y saludó a las chicas, unos minutos más tarde entró la madre de Alba, esta no se esperaba ver a la morena allí.

-Hola Natalia, ¿qué tal?

-Genial, ¿y ustedes?

-Cansados pero bien.- todos rieron-. No sabía que estarías aquí, pero si quieres te puedes quedar a comer, que no me cuesta nada ponerte un plato.

no quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora