Capítulo 1

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- ¡Traed a la siguiente tanda!

Natasha Petrov, sentada sobre un frío suelo de piedra mohosa, en una especie de cuarto oscuro, escuchó la orden dada desde el otro lado de la habitación. El miedo la invadió de nuevo erizándole el pelo de la nuca, haciéndola temblar. El hecho de estar ciega y desorientada, sin saber cómo había llegado allí, ni que le depararía a ella y a las otras tres chicas que se encontraban cautivas con ella, era mucho peor. Acurrucada en una esquina de aquella húmeda habitación se apoyó en la pared con las mejillas mojadas por las constantes lágrimas que brotaban de sus ojos, y comenzó a pensar.

Hacía solo 3 semanas su vida había sido normal, como la de cualquier chica de veinte años de hoy en día. Tenía sueños, inquietudes, deseos, tenía fuerza para coger el mundo con una sola mano. Un día que había quedado para tomar un café con Alexia, su mejor amiga, esta había llegado agitada y emocionada moviendo una hoja de papel en la mano y con una sonrisa de oreja a oreja.

- ¡Mira! – había dicho Alexia sonriendo.

- ¿El que Lexi?

- ¡Esto! – y dando un golpe seco en la mesa le había plantado el anuncio delante de los ojos.

En negrita y con letras grandes en un folio en blanco se podía leer:

Se requiere joven señorita para casting de modelaje. Preferiblemente rubia y que supere el metro setenta y cinco. No se requieren referencias. Interesadas llamar al 495871 10 01.

Natasha le dio un sorbo a su café mientras hacía una mueca de desagrado hacia Alexia.

- ¿Modelo? ¿Desde cuándo quieres ser modelo Lexi? – preguntó curiosa.

- Si, modelo. – contesto esta con una enorme sonrisa.

- Pero tú no eres rubia...

- No es para mí. Aunque también haré acto de presencia por si acaso.

Natasha abrió los ojos como platos mientras miraba a su amiga.

- Oh no, ni lo pienses. No me metas en esto Lexi. – se levantó dirigiéndose a la puerta de salida.

Alexia recogió su bolso y salió en persecución de Natasha antes de que se le escapara por cualquiera de las múltiples esquinas de las sinuosas calles de Moscú.

- Piénsalo por favor. Tenemos posibilidad de salir del país, y pagan bastante bien. – dijo inocentemente.

- No. – contestó secamente

- ¡Joder Nati! No seas así de cerrada, eres perfecta para ese trabajo. ¿No estabas deseando salir de Rusia en busca de un futuro mejor en tierras desconocidas?

Natasha se rio de su amiga y de la actitud poética que había adoptado en un vago intento de convencimiento.

- Sí, pero ¿modelo? No me parece.

- No sabes si te gustará o no. Pruébalo. Y ya no es el modelaje, es la posibilidad de viajar por el mundo, salir de aquí. – y suspiró pesadamente.

- No se...

- ¡Venga Nati! Es lo que siempre hemos querido, asúmelo, lo tienes fácil y cerca. ¿Vas a esperar a que tu padre te case con Mijail en poco tiempo?

Natasha arrugó la nariz pensando en lo que acababa de recordarle su amiga. Su padre no era más que un campesino de avanzada edad que vivía en el pensamiento del siglo pasado, en el que la mujer no podía hacer nada más que cocinar para el hombre y casarse a una edad demasiado temprana. No, eso no era lo que quería. Ella quería ser libre, triunfar por sí misma, estudiar y labrarse un futuro en el que nadie pudiera echarle en cara algún tipo de ayuda o beneficio. Por ella misma.

Sueños RotosWhere stories live. Discover now