Capítulo 3

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-¿Estás bien? –pregunto Felicity cuando vio entrar a Kara con una herida en el brazo, la sangre manchaba su traje de superheroina

-Sí, la bala solo me rozó –admitió Kara que sentía como el hombro le ardía

-¡Si usaras tus poderes no te pasaría esto! –Sara entró en el bunker soltando el bastón que usaba para luchar, en sus movimientos se veía la furia que llevaba-. ¡Podrían haberte matado!

-Es un riesgo que todos corremos –Kara intentó agarrarle la mano pero no lo consiguió, Sara seguía andando de un lado para otro

-¡Pero no tiene por qué ser así para ti! ¡Tú podrías evitarlo! –Sara se enfrentó a Kara poniéndose delante de ella con los ojos llenos de miedo y furia a partes iguales.

-Sara sabes...

-¡A la mierda! ¡Han pasado tres años! Lex Luthor está en prisión, no va a venir a buscarte

-Sara, Oliver te necesita... -John se quedó a medio camino al darse cuenta de la tensión que había en el ambiente.

Sara no dijo nada, se marchó antes de que Kara pudiera responderle

-Está asustada –dijo Felicity-, todos nos asustamos cuando la bala te dio y te vimos tumbada en el suelo.

-Entiendo que está asustada, pero todos en el equipo podemos recibir daño en cualquier momento, es parte de nuestro trabajo –dijo Kara sentándose al lado de Felicity, comenzó a tocar el colgante, sintiendo como el dolor de la herida empeoraba al recorrer la kryptonita por su cuerpo, soltó de inmediato el colgante

-No es igual, si te quitases ese colgante serías invencible, no podrían derribarte, tendrías tus poderes –explicó Felicity-, el resto somos humanos, no tenemos esa opción, pero tú la tienes y te niegas a usarla.

-Tengo miedo... -admitió Kara-. Cuando mis padres nos enviaron a la Tierra nos dijeron que estábamos destinados a hacer grandes cosas, pero desde que pisé la Tierra mi vida fue un infierno, estaba enjaulada, siendo el conejillo de indias de un lunático que lo único que quería era derrotar a mi primo. Pasé años preguntándome porqué mis padres nos enviaron a un sitio tan cruel, qué le habría pasado a mi hermana, oí hablar de Superman, era evidente que era Kal-El, pero nada de mi hermana, ¿la tendría Lex? ¿Estaría sufriendo tanto como yo? Aún no sé cómo pude escapar de Lex, pero lo hice, busqué a Superman y... ¿cómo le explicas a alguien que no te conoce que eres de su familia cuando no puedes ni usar tus poderes? –la voz de Kara tembló, sentía ganas de llorar, pero no lo hizo-, hui lo más lejos que pude, vine aquí para volver a acabar encerrada, entonces la encontré a ella, Sara fue la prueba de que la humanidad podía ser buena, que había personas por las que merecía la pena vivir. Sara me hizo ver lo mejor de esta Tierra, llenando de amor, bondad, risas, aquellos lugares en los que solo había llanto, dolor, tristeza, soledad... Tengo miedo de usar mis poderes, porque usarlos sería volver a ese miedo, volver a sentir que en cualquier momento volveré a estar encerrada, no hay nada peor que poder volar y saber que nunca podrás escapar.

-¿Y vivir a medias te compensa? –preguntó Felicity con cautela-. Te auto infringes dolor al llevar el colgante de kryptonita siempre puesto, no puedes pretender llevar una vida normal cuando estás matando una parte de ti.

-A veces es necesario...

-¿Es lo que le dirás a ella? –dijo Sara que había regresado-. Cuando quiera una prueba, ¿le dirás que es necesario matar tu parte kryptoniana? ¿Dejarás que piense como Kal-El? ¿Qué le estás mintiendo y que no eres su hermana?

-Tengo el colgante, es de nuestra familia, nuestros padres nos los regalaron –Kara tocó el colgante que llevaba puesto en la misma cadena que el de la kryptonita, era un poco sarcástico, una cadena que le recordaba su procedencia y a la vez le quitaba aquello que era

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