C A P Í T U L O 3

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ADVERTENCIA: El capítulo a continuación posee contenido explícito que puede alterar al lector. Les recomiendo leerlo con cuidado y, por favor, respetar la obra.]

01 de septiembre, 2016.

Una melodía suave y lenta se oía en la estancia. El sonido producido por las teclas del piano siendo envolvidas por un cálido manto de falsa felicidad, en compañía de una voz fina y armoniosa que entonaba líneas de una canción tan conocida para mis oidos.

Al compás del ritmo de aplausos mezclados con el barullo de los niños, mi madre se consagraba con elogios por parte de los presentes por tan magnífico manejo del piano, con la destreza y elegancia que los años de práctica aún le otorgaban a sus envejecidas manos, dejando de lado al pobre niño que yacía sentada a su lado en el pequeño banco de madera, en sus trece años recién cumplidos.

Tan sólo podía ver su espalda, escondido por una fina capa que descendía en cascadas y que se arremolinaba entre sus finas caderas y pequeños hombros, descendiendo por el valle de sus precarios y casi inexistentes músculos. Un traje blanco envolvía su diminuto cuerpo, apretando en los lugares correctos y dejando fluir el rocío de su inocencia bajo capas de felpa y tela, adornado con dibujos de flores de distintos colores alrededor de sus tobillos. El sol se filtraba por las ventanas, débil, opaca y sin el incentivo del calor de por medio. Fluía y recorría la luz sobre la pálida piel de mi pequeño hermano y toda la estancia, iluminando con tonos anaranjados y amarillos a su paso.

Entre la penumbra del rincón más alejado de la habitación podía tener una vista clara de todo lo que me rodeaba. Desde la decoración pulcra y mal colocada, hasta a aquellos vecinos que aparentaban emoción por estar en aquella fiesta de cumpleaños, dejando fluir una fingida ilusión de buena amistad y buenos deseos a un pre-adolescente con el que solo habían compartido dos o tres veces en el corto plazo que llevamos viviendo en el vecindario.

Aparentaban una felicidad que me sabía a hipocresía. Como sí mi madre y yo no supiéramos de las habladurías que hacían con respecto a ella o de los comentarios mal intencionados que soltaban en cada ocasión, dejando en claro la humillación que mi madre representaba como cristiana siendo la única madre soltera de nuestra comunidad religiosa. Aunque siendo sincero, mi mente no podia comprender que tenía que ver una cosa con la otra.

—¡Es hora de cortar el pastel! —anunció la señora WheeIn, con la voz impregnada de un entusiasmo que se podía asemejar a la de una niña bajo los efectos de una sobredosis de azúcar.

Era la mujer más escandalosa y alegre que había conocido en mi corta existencia, siendo quizás la única amiga real que mamá poseía en este lugar infectado de gente consumida por la hipocresía y gazmoñería. Actuaban bajo el velo invisible de la mojigateria y puritanismo, como sí de santos dignos de las puertas abiertas al reino de Dios se tratasen, y no de personas que juzgaban y criticaban a su gusto y conveniencia. La señora WheeIn era, tal vez, la única persona transparente aquí; que con bondad y buen afecto, alegraba el ambiente con sus anecdotas ambientadas en su niñez ya perdida en el tiempo.

RAIN | TAEKOOK [+18]🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora