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ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ sᴇɪs : "ᴅɪsᴄᴜsɪᴏ́ɴ"
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La tarde pasó demasiado rápido, para cuando llegó a casa ya era pasada la media noche, no tuvo noción del tiempo con Craig, hacia tanto que no se divertía así con él.

Abrió temeroso la puerta de su casa, deseando que sus padres estuvieran dormidos.

Obviamente no fue así.

─¿Dónde estabas?— una voz grave se escuchó a la vez que prendían las luces. Su padre estaba parado en el marco de la puerta hacia la cocina, con una lata de cerveza en la mano. Su madre estaba sentada en una silla en el comedor.

—Con... Con Craig.— murmuró.

—Ya te he dicho que es mala influencia, los Tucker son un desastre.— escupió mostrando su asco.

—Ajá, ¿y tú no lo eres?— se atrevió a contestar, pudo ver como su madre abría los ojos con sorpresa.

El adulto dejó la lata a un lado, y se acercó a Stan de manera amenazante.

—Randy, dejalo.— rápidamente intervino su madre.

—¡Sube a la habitación, Sharon!— exclamó. La mujer bajó la cabeza e hizo caso de inmediato, no sin antes mirar a Stan, dejándole en claro que no haga enojar más a su ebrio padre.

—Sólo digo que ese novio tuyo no te va a dejar nada bueno, Stan.— no es que le molestara que su hijo fuese gay, lo que le molestaba era quien es su novio, habiendo tantos chicos mejores.

Pero a Stan no le gustaba que hablaran así de Craig, siempre era lo mismo.

—Oh, y, ¿ahora si te preocupas por mí, huh?— se cruzó de brazos, poniéndose en la misma posición defensiva que su padre.

—¡Siempre me preocupo por tí y por Shelly!

—¡Deja de mentir, nunca te has preocupado realmente por nosotros!

El adulto estaba haciendo lo mejor para no alterarse más de lo que ya estaba.

—¿Ahora no dirás nada?— volvió a hablar Stan.

—Ve a dormir, Stan.

El menor rodó los ojos.

—Cambias de tema porque sabes que mis palabras son ciertas.

—Obedece¡

Stanley pudo ver la furia en los ojos de su padre, su cuerpo tembló por unos segundos, pero al instante se paró con firmeza, apretó los puños y con el ceño fruncido dio media vuelta para salir de la casa.

—¿¡A dónde crees que vas?!— exclamó con euforia, siguiendole hasta la entrada.

—¡A cualquier lado que no sea aquí!— fue lo último que dijo antes de salir corriendo del vecindario.

Corrió unas cuadras más, sintiendo como el aire helado le golpeaba bruscamente en el rostro, sólo se detuvo cuando sus piernas se cansaron y sus pulmones necesitaron más oxígeno.

Se apoyó en el primer poste de luz que vio, respirando pesadamente por la adrenalina del momento. 

Una vez estuvo calmado, tomó su celular y marcó el primer número en su lista de contactos.

Sonó una, dos, tres, cuatro veces y nadie contestó, tal vez Craig estaba dormido ya.  

Sin saber que hacer, se sentó bajo la luz de aquel poste, pensó en llamar a Kyle, pero considerando la hora seguro ya estaba durmiendo, y Kyle siempre apagaba su celular por la noche. Sin saber exactamente el motivo, una pequeña lágrima resbaló por su mejilla, sabía que por la mañana sus padres lo castigarían, pero eso le daba igual ahora.

Suspiró y cerró sus ojos unos segundos, el frío viento provocó que su nariz y mejillas se helaran rápidamente.

—Hey, ¿estás bien?— una suave voz llegó a los oídos de Marsh, abrió los ojos casi de golpe, para luego enfocar a la persona frente a él.

No podía ser cierto.

No podía ser cierto

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Toxic. = StaigDonde viven las historias. Descúbrelo ahora