Desde mi infancia había vivido en el mismo lugar, mi madre nunca había hecho nada por salir de esas calles y sinceramente me gustaba eso pues si algo odiaba era empezar de nuevo por eso seguía sin tener un novio o siquiera un amante pues había tenido suficiente con mi rompimiento y con mi cambio de vivienda, un comienzo a la vez.
Me había mudado a una calle de distancia de la casa de mi madre a un pequeño departamento de dos pisos, era suficiente para mi independencia y aunque todos nos conocíamos entre vecinos no habíamos podido evitar que la violencia, los problemas y los robos aumentarán a lo largo de varias calles a la llegada de gente nueva y no sólo los que llegaban a vivir ahí sino que entre delincuentes supieron que era un lugar tranquilo y comenzaron a llegar para matar esa tranquilidad así que por mí estaba bien seguir cerca, podía cuidar de mi madre y podrían cuidarme a mí.
Cómo ya había dicho, todos nos conocíamos y desde que recuerdo de pequeña visitabamos a una señora a la cual le tomé mucho cariño, incluso amor, solo tenia un hijo, unos años mayor que yo pero era un hombre malo, habían rumores sobre que había matado a un hombre a golpes pero no sabíamos si era cierto además disfrutaba incomodarnos haciendo rugir su motocicleta en especial por las noches pero nunca habíamos sabido de algo más y su madre nunca había hablado mal de su hijo; cuando éramos pequeños llegamos a hablar, incluso jugar un poco con sus video juegos pero después nos alejamos a medida que fuimos creciendo, él parecía odiarme, yo era mas bien sería, miedosa y aunque no me vestía como monja procuraba no verme tan destapada como otras chicas del lugar y no porque no quisiera sino que en verdad me daba miedo ser agredida.
Siempre que venía de regreso del trabajo me quedaba de paso la casa de la señora Irene así que siempre me detenía a saludarla, su hijo no vivía más con ella pero al igual que yo había decidido vivir cerca de su madre así que su casa quedaba a unas dos calles de su mamá y unas tres de la mía aún así me gustaba pasar a verla, al ser una persona mayor quería asegurarme que aún comiera bien y no se sintiera sola por eso habían veces en donde me pasaba horas con ella, mi madre igual pero ella no muy frecuentemente por mi padre; un dia había salido un poco más tarde del trabajo así que pasé cuando ya se había metido a su casa pues normalmente estaba en el porche así que me dispuse a entrar, no planeaba estar ahí mucho tiempo pero como siempre la platica nos ganó y es que esta vez el tema fue su hijo gracias a un comentario gracioso que hizo y no pude dejar pasar la oportunidad.
-Serían una gran pareja mi niña.- Me reí por su comentario y realmente quería saber porque pensaba eso si a simple vista nos mirábamos muy diferentes.
-¿Por qué dice eso?
-Ay mi niña pues porque se complementan, los opuestos se atraen ¿no? él es mas duro, según lo que dice y aparenta, tu eres un amor aunque tienes un carácter muy duro también.- Tenía un punto, aunque me hacía pensar mucho lo que dijo sobre que según él era duro y aunque creí que eso era todo me sorprendió hablando de nuevo.- Además desde niños se gustan, recuerdo cuando te tomaba de las manos y te daba pequeños besitos en ellas porque decía que a las princesas eso se les hacia.- Me sonrojé terriblemente y casi suelto el plato que tenía entre mis manos.
-Yo no recuerdo eso, mamá Irene, no me mienta.- Comencé a reírme pero eran más nervios y vergüenza lo que me provocaba reír hasta que sentí su pequeña mano en mi trasero azotandolo, era mayor pero tenía fuerza para corregirnos aún.
-Yo no miento niña, tengo pruebas, ve a mi habitación y trae la caja que está sobre el closet.- Obedecí aún riendo y cuando regresé la encontré sentada en su sofá tomando café, le entregué la caja y cuando la abrió vi la cantidad inmensa de fotografías que tenía ahí, re busco cómo si supiera exactamente que tan abajo estaba hasta que sacó una foto probando lo que decía, me la tendió sonriendome triunfadora y yo sentía el ardor de mis mejillas aumentar pues en la foto Elijah vestido como un caballero medieval estaba en una rodilla mientras tomaba mis manos cerca de su rostro y sus labios a penas y se juntaban cerca de ellas, yo estaba vestida cómo una princesa y recordaba esa fiesta pero no recordaba ese momento.
-No puedo creerlo, ¿Por qué no recuerdo eso?
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AL FIN.
Short StoryEmilia Waltz siempre había sido muy diferente a lo que su lugar de nacimiento le mostraba y aun a sus veintidós años seguía mirándose extraña en el lugar, algunos la criticaban y esperaban que se fuera, otros simplemente la envidiaban pero también h...