Las cosas cambian

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Y luego el tiempo pasó.

Pasó tan rápido que apenas pude ver como pasaba de ser un niñato a un adolescente de 17 años. Los vellos en mis axilas y pelvis habían crecido. Apenas unos cuantos pelos alrededor del año. El bigote, el cual odiaba porque cuando lo rasuraba y salía al sol, mi labio superior sudaba y picaba, y como resultado tenía una gran irritación allí. Otra cosa que noté en mi cuerpo es que había desarrollado algo de espalda y ganado unos centímetros de estatura y adiciona, mi voz se había puesto gruesa de una forma delicada.

Y mi madre, no se quedó atrás. Sufrió depresión y aquello le hizo bajar de depresión y le dejó ojeras y los pómulos mas resaltados, comenzaron a dejar su cabello sin peinar y mantenía la casa en desorden hasta que yo, como buen y recto hijo, le arreglaba todo.

Y luego, en una pelea conoció a Jake Gyllenhaal. Resulta que estaban golpeando a Jake por un dinero que él debía y mi madre intercedió entre ellos. Jake en el piso sangrando, todo un hombre grande y varonil, tirado por unos 5 tipos quienes le masacraron.

Mi madre le curó, se hicieron amigos, pero nunca me gustaron los cambios de humos que este individuo tenia. A veces llegaba enojado, a veces borracho, pero mi madre, mi pobre madre le aguantaba.

Y luego la noticia que estalló en mi cara como una bomba. El compromiso, el anillo barato, la boda de campo.

Desde que mi madre se casó con Jake, a tres años de la muerte de papá, mi vida cambiaría rotundamente. Odié a ese hombre desde que había entrado por primera vez a nuestra casa. Algo en él nunca me había agradado y no creo que lo haga algún día, quizá el hecho de que oliera a cerveza y tabaco, o su personalidad autoritaria y al mismo tiempo su manera de escupir cuando menos uno lo pensaba. 

NO SE LO DIGAS A TU MADRE...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora