Capítulo 25.

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En el capítulo anterior.

— En Yam caso doy por sentado que tendrás otras obligaciones. No puedo creer que esté exclusivamente a mi servicio.

Rihana la miró confundida.

— Es cierto que tengo otras obligaciones, princesa Leslie ; pero se me ha ordenado que no interfieran en mi servicio a usted. No se preocupe por mí. Trabajó bien.

— Leslie suspiró.

— Estoy segura de ello... es que no estoy acostumbrada a vivir en un palacio, ni a qué cuiden de mi. De hecho permíteme que me encargue yo misma de mi equipaje. Te prometo que mañana te dejaré cumplir con tus obligaciones.

— Vamos, Rihana — insistió Leslie, sonriendo— no pasa nada. Puedes marcharte.

La joven camino hasta la salida.

— Si cambia de idea, descuelgue el teléfono y pregunte por mí.

— Así lo haré gracias

Cuanso se quedó a solas. Leslie entróen el dormitorio. Era más pegueño que el salón pero no menos impresionante. Tenía una cama enorme con dosel, y balcones que daben a la terraza que ya había visto. Las paredes estaban decoradas en tonos verdes y azules y los muebles eran típicos de la zona.

Leslie abrió las puestas del vestidor y se quedó asombrada al ver que estaba vacío. En ese momento comprendió que no la habían llevado a la suite de su esposo, sino a una diferente, solo para ella. Se preguntó si sería un error o si sería una costumbre entre los miembros de la familia real. Lamentó no haber estudiado las tradiciones del país antes de salir de Nueva York. Todo había ocurrido tan deprisa que no había tenido tiempo.  Además, nadie sabía que se había marchado de Estados Unidos; nadie sabía que estaba en El Bahar y si le pasaba algo malo, nadie se enteraría.

Nerviosa abrió uno de los balcones y salió a la terraza. Se llevó una gra sorpresa al descubrir a un guardia en el exterior.

—¿ Puedo ayudarla, Alteza?

—¿como?

El hombre que había hablado no era el guardia sino un anciano de ojos marrones y expresión benévolente que había surgido como de la nada, llevando unas toallas en el brazo.

—¿ tiene hambre, alteza? ¿Quiere que le traiga algo de comer? Si lo prefiere, puedo ordenárselo a Rihana...

Leslie decidió en se momento que tenía que escarpar de aquel sitio. Pero antes, necesitaba un plan.

— No, no estoy bien gracias.

Volvio a la suite, tomo una libreta y dibujo la planta del palacio. Después intento recordar los sitios por los que había pasado y añadió las habitaciones que ya conocía; pero cómo mapa dejaba mucho que desear. Para fugarse tendrían que concocer el lugar a fondo. Pensó que hablaría con Rihana para que se lo enseñara.

Se sentó en el sofá u se dijo que estaba exagerando, pensó que se sentiría mejor si descolgaba el teléfono y localizaba a Khali. A fin  de cuentas era su esposo; seguro que vería las cosas de otro modo si conseguía hablar con él.

— Cerró los ojos. Solo quería descansar unos segundos, pero la noche anterior no había pegado ojo y estaba demasiada tensa y preocupada.

— Los segundos se conviertieron el minutos y antes de darse  cuenta, se quedó dormida.

— Lo siento, pero no tenemos mucho tiempo dijo una voz.

Leslie abrió los ojos, parpadeo y se descubrió tumbada en el sofá de la suite. Ante ella había una mujer alta y esbelta, cabello gris con un vestido precioso de color azul zafiro. A pesar de sus arrugas y de su edad un poco avanzada, le pareció bellísima.

— Fátima...

rescatada por un principe👑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora